Un Jesucristo multimedia en Par¨ªs
Robert Hossein estrena un costoso espect¨¢culo de teatro y cine
Nunca Jesucristo hab¨ªa sido tan superestrella como en el espect¨¢culo que Robert Hossein acaba de estrenar en el Palacio de los Deportes de Par¨ªs. Una cifra resume el delirio de este espect¨¢culo: los 175 millones de francos (unos 3. 100 millones de pesetas) que ha costado su producci¨®n. Jes¨²s era su nombre es, al mismo tiempo representaci¨®n teatral y cine en pantalla inmensa. Los actores interpretan ante el p¨²blico y luego, como por arte de magia, esos seres de carne y hueso se transforman en im¨¢genes filmadas.
Hossein, que la pasada temporada puso en escena en un teatro parisiense Cyrano de Bergerac con Jean-Paul Belmondo en el papel protagonista, es un director franc¨¦s de 64 a?os de edad cuyos espect¨¢culos son ¨¦xitos seguros de p¨²blico. Esta vez la apuesta de sus productores es m¨¢s arriesgada. Para amortizar el coste de Jes¨²s era su nombre ser¨¢ preciso que, hasta el pr¨®ximo febrero, 4.000 espectadores llenen a diario el Palacio de los Deportes y que otros tantos lo hagan luego en distintos lugares de Europa y Estados Unidos durante cuatro a?os consecutivos. A Hossein eso parece importarle poco.La funci¨®n comienza con un joven vagabundo contempor¨¢neo que duerme en la boca de un metro. Jes¨²s, Mar¨ªa, los ap¨®stoles, L¨¢zaro, Mar¨ªa Magdalena, los fariseos, los mercaderes del templo y todos los dem¨¢s personajes evang¨¦licos irrumpen en su sue?o. As¨ª va reconstruy¨¦ndose la vida de Cristo hasta la repentina noche sangrienta de su muerte en el G¨®lgota.
Los actores act¨²an a la vez delante y dentro de una pantalla de 12 metros de altura por 25 de anchura que proyecta una pel¨ªcula de 70 mil¨ªmetros en technicolor. El rodaje de ese filme, de una hora de duraci¨®n, dur¨® tres meses y oblig¨® a Hossein a levantar en Arpajon el estudio cinematogr¨¢fico m¨¢s grande de Europa: 4.366 metros cuadrados de superficie.
Vestuario anacr¨®nico
Unos 150 actores participaron en el rodaje de la parte filmada de la obra. Sesenta y tres de ellos mantienen sus papeles en el Palacio de los Deportes. Una minuciosa coordinaci¨®n dirigida por ordenador les permite ir y venir entre el escenario y la pel¨ªcula. El sonido es dolby est¨¦reo. Hossein ha querido subrayar la "intemporalidad del mensaje evang¨¦lico" con un vestuario anacr¨®nico. Los actores lucen trajes de la antig¨¹edad, el Renacimiento y nuestra ¨¦poca. Por ejemplo, Cristo, en t¨²nica blanca, comparece delante de un Poncio Pilato vestido como un pr¨ªncipe italiano del comienzos del siglo XV.
M¨¢s all¨¢ de las proezas t¨¦cnicas de la obra, que provocar¨ªan la envidia del mism¨ªsimo Cecil B. de Mille, Hossein aspira a difundir un mensaje a cientos de miles de espectadores. "Dios", dice, "ha dado la tierra a los hombres para que la fructifiquen y la armonicen, no para que la violen y la saqueen". Su sue?o, dice, es representar Jes¨²s era su nombre en la Plaza Roja de Mosc¨².
"El siglo XXI ser¨¢ religioso o no ser¨¢", proclama Hossein citando al fallecido escritor franc¨¦s Andr¨¦ Malraux. "Es necesario que la humanidad redescubra la dimensi¨®n espiritual de la existencia", a?ade el director de Jes¨²s era su nombre. "Si no lo hace", profetiza, "continuaremos utilizando nuestra inteligencia al servicio de nuestra destrucci¨®n".
El espect¨¢culo de Hossein va acompa?ado de una publicidad tan impresionante como su coste, sus trucos y su ambici¨®n. Los siempre apresurados parisienses caminan estos d¨ªas por unos pasillos de metro empapelados con el rostro sereno y barbudo de un hombre que, seg¨²n dice la leyenda de los carteles, se llamaba Jes¨²s.
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