'?Vamos a perd¨¦rselo!'
Lo que se lleva es la corrida gritada. Todo el mundo grita en el ruedo, principalmente los peones. Metidos en el burladero, le gritan al maestro cr¨ªpticas consejas, que resultan indescifrables para los no iniciados en la materia. Siempre gritan lo mismo, la verdad. Lo primero que gritan es "?P¨®nsela!", luego "?T¨®cale!", a continuaci¨®n "?Vamos a perd¨¦rselo!", y entre conseja y conseja cr¨ªptica, sencillamente "?V¨¢monos!" o, m¨¢s comunmente, "?Amon¨®!", que eso, al parecer, ya es el colmo de la sapiencia t¨¢urica.Cuando los espectadores no iniciados en la materia oyen amon¨®, recogen la almohadilla, el paraguas, los prism¨¢ticos, el chubasquero, el programa y todo el restante instrumental que es necesario para asistir a las corridas con cierta tranquilidad, y hacen adem¨¢n de marcharse, pues creen que se acab¨® la fiesta. Pronto se dan cuenta, sin embargo, de que no acaba sino que empieza. Amon¨® es palabra de m¨²ltiples acepciones y los banderilleros la emplean indiscriminadamente, all¨¢ penas lo que suceda en el redondel.
Sep¨²lveda / Jocho, S¨¢nchez, Triana
Novillos de Sep¨²lveda, bien presentados aunque varios muy sospechosos de pitones; flojos, mansurrones en varas, manejables. Jocho II: estocada baja (oreja); tres pinchazos -aviso-, dos pinchazos m¨¢s y dos descabellos (silencio). Manolo S¨¢nchez: estocada atravesada perdiendo la muleta (aplausos y salida al tercio); dos pinchazos, estocada corta baja -aviso- y dobla el novillo (algunas palmas). Domingo Triana, que debut¨® con picadores: media delantera descaradamente baja y rueda insistente de peones (silencio); dos pinchazos, otro hondo, rueda de peones y estocada baja (silencio). Plaza de Valencia, 8 de octubre. Tercera corrida de la feria de la Comunidad. Media entrada.
"V¨¢mos a perd¨¦rselo", en cambio, posee un significado preciso. Se refiere a la pierna contraria, a la colocaci¨®n del maestro respecto al toro; o sea, que pretende significar algo as¨ª como "Vamos a perderle un paso al toro, a la suerte reci¨¦n consumada y, ya que estamos, a la propia esencia de la tauromaquia, a la posibilidad de salir por la puerta grande".
Al maestro a quien le gritan que pierda un paso (llaman maestros a cuantos se visten de luces, inclu¨ªdos principiantes, pegapases relamidos y avispados zapatilleros), y va, y lo pierde, lo hunden en la miseria. A los tres espadas de ayer, perderles el paso dichoso a los novillos, les hundi¨® en la miseria, y ninguno consigui¨® otra cosa que aburrir al p¨²blico.
Jocho II consigui¨® tambi¨¦n cortar una oreja, y fue porque en diversos pasajes de su faena al primer novillo -un santo var¨®n, por cierto-, no perd¨ªa el paso; antes al contrario, toreaba tal cual los c¨¢nones de la tauromaquia mandan y los modernos taurinos ignoran. No es que el p¨²blico dijera: "?Este joven no ha perdido el paso, ch¨¨, aplaud¨¢moslo!". El p¨²blico, normalmente, no dice nada, entre otras razones porque la teor¨ªa de los c¨¢nones de la tauromaquia le trae al fresco. Pero la diferencia entre torear con pureza o con ventaja es tan abismal, que se nota enseguida. El toreo, ejecutado desde la autenticidad, a¨²na riesgo, dominio, belleza est¨¦tica, y produce en el espectador hondas sensaciones.
En sentido opuesto, el toreo superficial apenas conmueve. La segunda parte de esa bonita faena de Jocho II fue as¨ª, y la otra enterita, y casi todo cuanto se vio en la tarde. A Manolo S¨¢nchez, un novillero que sabe correr la mano con temple, ritmo y gusto, le dio por pegar derechazos, y lleg¨® un momento en que no s¨®lo perd¨ªa el paso sino tambi¨¦n el gusto y el temple, atacado de derechacismo galopante, que es grave mal, imposible de curar si no se opera a tiempo.
Domingo Triana, contagiado de la enfermedad, est¨¢ a tiempo; a lo mejor con aplicaci¨®n de los sinapismos del C¨²chares se cura, pues llega nuevo a la profesi¨®n. Por pura inexperiencia embarull¨® sus trasteos, lo cual no es malo; ya aprender¨¢. Su problema es otro. Si cuando oiga gritar a los banderilleros "?P¨®nsela!", "?T¨®cale!", "?Amon¨®!" y "?Vamos a perd¨¦rselo!" hace exactamente al rev¨¦s, habr¨¢ emprendido el camino de ser Joselito o Belmonte; a elegir.
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