Patada y bajonazo
La patada en los cuartos traseros y el bajonazo de Capea a su segundo era lo que merec¨ªan todos los toros de la que, sobre el papel, era la corrida estrella de la Feria del Pilar. Espect¨¢culo realmente bochornoso, que acab¨® por agotar la paciencia del buen p¨²blico zaragozano, el cual mostr¨® su justa indignaci¨®n con sendas lluvias de almohadillas en el sexto y al finalizar la corrida, la primera provocada por el presidente, que tard¨® demasiado en devolver a los corrales un toro renqueante.La culpa exclusiva de esta debacle cabe achacarla al p¨¦simo juego de la corrida de la familia Gonz¨¢lez, que, por lo visto en esta ocasi¨®n merecer¨ªan pasar de la categor¨ªa de ganaderos de reses bravas a la de vendedores de animales con cuernos. Es imposible una corrida m¨¢s pareja en cuanto a mansedumbre, falta de fuerzas y nulas posibilidades. Y una de dos, o aqu¨ª enviaron lo peor de la camada o esta ganader¨ªa est¨¢ en un bache que hace inexplicable que las figuras insistan en matar sus productos. En el pecado llevaron la penitencia.
Gonz¨¢lez / Capea, Dom¨ªnguez, Rinc¨®n
Cuatro toros de Manolo Gonz¨¢lez y dos de Gonz¨¢lez S¨¢nebez-Dalp, bochornosamente mansos, flojos e inservibles. Ni?o de la Capea: dos pinchazos y descabello (silencio); bajonazo y dos descabellos (pitos). Roberto Dom¨ªnguez: pinchazo, estocada y descabello (saludos desde el tercio); pinchazo hondo y tres descabellos (pitos). C¨¦sar Rinc¨®n: estocada corta (pitos); estocada (pitos).Plaza de toros de Zaragoza, 9 de octubre. Segunda corrida de la Feria del Pilar. Lleno total.
Poco que decir de los toreros, desanimados por el juego del ganado y por no poder disfrutar toreando. Pero m¨¢s desanimado qued¨® el p¨²blico, que hab¨ªa pagado por ver la corrida. Capea ya no est¨¢ para luchar con este tipo de corridas (ni ¨¦l ni pr¨¢cticamente nadie; quiz¨¢ s¨®lo Rinc¨®n si es en Madrid). Dom¨ªnguez se medio justific¨® en su primero y abrevi¨® en el quinto, mientras Rinc¨®n finalizaba su triunfal temporada de manera bien distinta, a pesar de que los inicios de faena con la zurda al tercero hicieran concebir esperanzas.
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