Sergiu Celibidache, la m¨²sica
Lleg¨® Celibidache y, una vez m¨¢s, se hicieron ostensibles las diferencias. El director rumano, que a sus 79 a?os se ve obligado a dirigir sentado, es un caso aparte en la interpretaci¨®n sinf¨®nica de este siglo. Combina una enorme sabidur¨ªa en la forma de construir los entramados musicales con un poder de comunicaci¨®n sin concesiones, cercano a la fascinaci¨®n. Celibidache nos asombra, Celibidache nos envuelve, Celibidache nos conmueve.Lo primero que sorprende es la propia concepci¨®n y elaboraci¨®n del sonido, lo que podr¨ªamos llamar el cuerpo del sonido: redondo, claro, denso, con una infinita gama de matices t¨ªmbricos. El tempo, reloj en mano, es objetivamente lento: no lo parece. Es tal la articulaci¨®n, el equilibrio de conjunto, el control de todos los elementos y el inter¨¦s que se adquiere ante la frase o el desarrollo siguientes, que el foco de atenci¨®n se concentra -o se desplaza, si se quiere- no hacia "c¨®mo lo va a exponer" Celibidache, sino a "c¨®mo es" en la partitura. La fuerza, la energ¨ªa interior de Celibidache no se limita a explicar un mundo sonoro: nos mete en ¨¦l.
Sergiu Celibidache con la Orquesta Filarm¨®nica de Munich
Tercera sinfon¨ªa en re menor, de Bruckner. Iberm¨²sica. Auditorio Nacional. Madrid, 8 de octubre.
As¨ª, la Tercera de Bruckner (un compositor id¨®neo para Celibidache, en el que logra versiones insuperables) pas¨® como un suspiro, tuvo efectos hipn¨®ticos. Respiramos la m¨²sica (o lo intentamos) con Celibidache. Fueron estremecedores el clima de misterio del primer acto, la intimidad del adagio, la gracia popular del scherzo, la elegancia de los dise?os mel¨®dicos inducidos con un movimiento circular de la mano izquierda, o simplemente con un apunte o un m¨ªnimo gesto de complicidad con la orquesta. Obvio es decir que todas las delicadezas (en su sitio siempre) se integraban a las mil maravillas dentro de una arquitectura poderosa, s¨®lida, bien elaborada.
La filosof¨ªa de la m¨²sica
Celibidache lleva ya 12 a?os trabajando con la Filarm¨®nica de M¨²nich y eso se nota. No s¨®lo en la compenetraci¨®n y en el entendimiento, sino tambi¨¦n en la filosof¨ªa de la m¨²sica que comparten, una filosof¨ªa en que conviven la meditaci¨®n, la contemplaci¨®n, el an¨¢lisis y el sentimiento. Juntos realizan ahora una gira europea cuyas pr¨®ximas paradas son Par¨ªs, Kiev y Budapest. La pr¨®xima primavera recorrer¨¢n Am¨¦rica del Sur (Brasilia, R¨ªo de Janeiro, S?o Paulo, Buenos Aires, Santiago de Chile, San Jos¨¦, Caracas) antes de volver a Espa?a con motivo de la celebraci¨®n de la Expo en Sevilla.Al margen de los intereses de mercado de la m¨²sica culta, el magisterio de Sergiu Celibidache es un ejemplo de c¨®mo el verdadero arte tiene a¨²n su sitio en esta sociedad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.