Los debates de los escritores espa?oles gustan a los alemanes
Parece que va en serio: los escritores espa?oles gustan a los alemanes. La sala donde se celebran los encuentros literarios est¨¢ siempre abarrotada. Y eso a pesar de que los llamados debates son tremendamente r¨ªgidos, no por culpa de los autores o del p¨²blico, sino a causa de los moderadores, tir¨¢nicos en la administraci¨®n del tiempo.
Claro que escritores como Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, Fernando Savater o Juan Mars¨¦ son capaces de romper todos los esquemas y conectar rapid¨ªsimamente con los asistentes. Montserrat Roig, ausente involuntaria en esta feria por motivos de salud, arranc¨® los aplausos m¨¢s c¨¢lidos cuando el moderador excus¨® su presencia. Y el deseo fue un¨¢nime: que el eco de esos aplausos de alemanes y espa?oles llegara a Barcelona.V¨¢zquez Montalb¨¢n, Mars¨¦, Francisco Ayala y Mu?oz Molina hablaron de la memoria. Y dijeron, en general, lo que los alemanes quer¨ªan escuchar: c¨®mo han podido superar 40 a?os de franquismo. Para Mars¨¦, su memoria literaria se inicia en un barrio de Barcelona y en una cultura que ya no existe, "que fue destruida por una dictadura militar"; Mu?oz Molina, desde su juventud, lucha, explic¨®, por reconstruir su propia memoria. V¨¢zquez Montalb¨¢n siente "de manera desesperada" la memoria colectiva, temeroso de la dictadura del presente, dirigida a reprimir la memoria, y para Ayala, su memoria literaria comienza en los movimientos vanguardistas espa?oles, antes del exilio. Los tres restantes reconocieron en Ayala y en sus compa?eros de generaci¨®n a sus maestros. Para Mu?oz Molina, porque fue "la ¨²ltima generaci¨®n libre" antes del franquismo, y para Mars¨¦, porque se siente "m¨¢s cerca de Ayala que de Cela".
La ausencia de Cela
El escritor catal¨¢n no perdi¨® la oportunidad de meterse con su admirado premio Nobel, que, dijo, "no ha podido venir a Francfort porque estaba inaugurando una parada de autob¨²s". La cancelaci¨®n de la visita de Cela caus¨® disgusto a los alemanes que deseaban conocerlo.
Y casi de manera inevitable, de la memoria del pasado se pas¨® a la del futuro inmediato: 1992, y tambi¨¦n, claro, a la de 1492. Y, como era previsible, los escritores, en general, se despacharon a gusto contra la celebraci¨®n del V Centenario del Descubrimiento. "No quiero memorizar eso", dijo Mars¨¦, "yo aprovechar¨¦ el 92 para viajar a la Luna". V¨¢zquez Montalb¨¢n sugiri¨® que, puestos a celebrar, se celebre tambi¨¦n "la reconquista de Granada, el primer centenario del nacimiento de Franco, y el 500 aniversario de la fecha en que Isabel la Cat¨®lica se cambi¨® la camiseta".
Mars¨¦, como autor de El amante biling¨¹e, fue elegido por el moderador para hablar de los "problemas ling¨¹¨ªsticos de Catalu?a" y el escritor, con gran habilidad, pas¨® la pelota a V¨¢zquez Montalb¨¢n: "Yo no soy charnego y Manolo s¨ª", dijo. Y habl¨®. De coexistencia pac¨ªfica de dos idiomas, pero tambi¨¦n de radicalismos. "El d¨ªa en que el catal¨¢n sea el ¨²nico idioma oficial de Catalu?a podr¨¦ escribir en castellano sin remordimientos porque ya no pertenecer¨¢ al ej¨¦rcito de ocupaci¨®n ling¨¹¨ªstica", dijo. El encuentro con ensayistas fue m¨¢s sosegado. Victoria Camps, Javier Muguerza, Josep Maria Colomer y Fernando Savater hablaron del pensamiento en Espa?a, que ya ha dejado de ser "la reserva espiritual de Occidente", pero que a¨²n es m¨¢s "informado que creativo". Savater provoc¨® el debate al hablar del papel del intelectual. Se defini¨® como "fil¨®sofo con efe min¨²scula7, y afirm¨®: "Acepto que me llamen algo a¨²n peor: intelectual". Savater dijo que los ensayistas o "intelectuales" tienen que estar cada vez m¨¢s pr¨®ximos al mundo de cada d¨ªa y que deben intervenir sobre lo que sucede. "Todo aquel que se dirige a los otros consider¨¢ndoles intelectuales es un intelectual", dijo.
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