El m¨¦todo utilizado para recomponer un cuadro acuchillado en Amsterdam causa estupor
El restaurador ha ignorado las t¨¦cnicas pict¨®ricas utilizadas por el pintor Barnett Newman

El rodillo y la pintura acr¨ªlica usados para restaurar ?Qui¨¦n teme al rojo, amarillo y azul III? (1967-1968), del pintor norteamericano Barnett Newman, han provocado estupor en los Pa¨ªses Bajos. El lienzo fue acuchillado en 1986 por un desequilibrado en el Museo Municipal de Arte Moderno de Amsterdam (Stedelijk).
El lienzo fue destrozado en 1986 con un cuchillo por un exaltado, y permanec¨ªa en Estados Unidos en el taller de restauraci¨®n de Daniel Goldreyer, un reputado y pol¨¦mico especialista que ha invertido cinco a?os en borrar las consecuencias del asalto. Bracht vio el cuadro en Nueva York el pasado mes de marzo. Su sorpresa y disgusto de entonces se han transformado ahora en un debate nacional acerca de los l¨ªmites ¨¦ticos de la recuperaci¨®n de obras de arte. Y sobre los materiales empleados, porque all¨ª donde el autor dio innumerables pinceladas al ¨®leo su restaurador ha sido acusado de emplear un rodillo y pintura acr¨ªlica. Barnett Newman pint¨® tres versiones de la obra ?Qui¨¦n teme al rojo, amarillo y azul? La tercera forma parte de la colecci¨®n del Stedelijk, donde es considerada como una de sus joyas. En 1986 un desconocido respondi¨® de forma contundente al autor rasgando la zona roja de un lienzo empe?ado en devolver la expresividad a los colores. Tras el ataque, la direcci¨®n del museo invit¨® a un comit¨¦ nacional e internacional de restauradores a que buscara una soluci¨®n. El lastimoso estado de la tela, abierta por la mitad con cortes
horizontales y verticales, produjo una misma reacci¨®n. Resultar¨ªa muy dificil recuperarla. Entre tanto, el Laboratorio Central de Amsterdam y la restauradora del Stedelijk presentaron un informe donde indicaban el uso de ¨®leo y no pinturas sint¨¦ticas o acr¨ªlicas en la superficie del lienzo. Repintar
La empresa fue por fin encargada al norteamericano Daniel Goldreyer. Entre otras cosas, ¨¦ste aseguraba haber estado presente cuando Newman pintaba el cuadro.
En una ocasi¨®n y refiri¨¦ndose a otra obra suya, el propio artista le nombr¨® como el ¨²nico capaz de tratarla. Tras visitarle en su taller neoyorquino, Elisabeth Bracht telefone¨® al museo holand¨¦s diciendo que Goldreyer hab¨ªa repintado el cuadro y a?adido productos acr¨ªlicos con un rodillo. "No
es cierto, s¨®lo puse pintura all¨ª donde el cuchillo la hab¨ªa da?ado", responde el restaurador. "Y lo hice con magna, una emulsi¨®n de secado r¨¢pido elaborada con un fondo acr¨ªlico que Newman tambi¨¦n emple¨® para dar la ¨²ltima capa roja. Luego a?ad¨ª un barniz protector con el rodillo. Pero se trata de un material transparente".
Ernst van de Wetering, catedr¨¢tico holand¨¦s de restauraci¨®n, piensa lo contrario. Asegura que la ¨²ltima capa or1ginal es de ¨®leo; Goldreyer ha repintado el cuadro con un rodillo y productos acr¨ªlicos, "borrando la escritura de Newman", y el Stedelijk se ha dejado tomar el pelo. Tanto aplomo le ha valido una amenaza de querella criminal por parte de Goldreyer si no se retracta p¨²blicamente en un peri¨®dico de tirada nacional. La direcci¨®n del museo ha se?alado por su parte que el restaurador es un artesano y no un historiador o un cient¨ªfico. En cuanto al trabajo del norteamericano, le parece adecuado, aunque ahora debe rendir cuentas al Ayuntamiento de Amsterdam de un retraso descomunal, cuatro veces m¨¢s de lo previsto. Y del consiguiente aumento de los honorarios, estimados en 1986 en 517.000 florines. Ahora se suman 88.000 m¨¢s en concepto de materiales (en total, unos 33.880.000 pesetas).
Para otro restaurador nacional, ljisbrand Hummelen, tan elevada cifra no justifica el da?o irreparable causado con la restauraci¨®n."Bamett Newman trataba de mostrar su rechazo al empleo del rojo, amarillo y azul en la pintura de artistas como Mondrian", acaba de escribir. "El propio pintor dec¨ªa que el concepto del color como una idea en s¨ª mismo es una hipoteca que lo destruye como lo que es, color. Y para apoyar su teor¨ªa pidi¨® que el cuadro fuera contemplado por el p¨²blico a muy corta distancia". Una forma de apreciar el uso del pincel y las propiedades de las pinturas aplicadas irrepetible por ahora.
Alegando motivos de seguridad, el museo s¨®lo permite contemplar la obra a unos dos metros de distancia.
"Ya he dicho que tuve que dar dos millones de pinceladas, pero s¨®lo all¨ª donde el metal del cuchillo hab¨ªa arrancado la pintura." asegura Goldreyer.
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