Sombras econ¨®micas
LA POSIBILIDAD de concluir el a?o con una inflaci¨®n inferior al 6% ha encontrado en el ¨ªndice de precios al consumo (IPC) correspondiente a septiembre un apoyo significativo. El 0,8% de crecimiento mensual sit¨²a la tasa acumulada de los precios en los nueve primeros meses del a?o en el 4,7% y la correspondiente interanual en el 5,7% -la m¨¢s baja de los tres ¨²ltimos a?os-, pr¨®xima a ese 5,5% en que parecen cifrarse ahora las aspiraciones del ministro de Econom¨ªa, tras sucesivas revisiones al alza de sus objetivos iniciales.El dato de septiembre, el m¨¢s bajo en ese mes de los ¨²ltimos cuatro a?os, refleja el favorable efecto del descenso en los precios energ¨¦ticos, mitigado parcialmente por el incremento en los precios de los alimentos sin elaborar. Por otro lado, la inflaci¨®n subyacente (excluidos alimentos sin elaborar y energ¨ªa) ha bajado muy levemente; las dificultades para conseguir reducciones significativas en este relevante indicador de los precios sigue encontrando en el sector servicios su m¨¢s importante obst¨¢culo; a pesar del ligero descenso experimentado en septiembre, algunos subsectores siguen acusando los efectos de fuertes limitaciones estructurales y, en ¨²ltima instancia, de la protecci¨®n frente a la competencia exterior.
Pero la evoluci¨®n de los precios en septiembre no puede prescindir de dos referencias b¨¢sicas: el contexto de menor crecimiento de la econom¨ªa en que ha tenido lugar y la necesaria perspectiva de convergencia con los principales pa¨ªses comunitarios. De la primera es suficientemente expl¨ªcito el aumento del paro registrado, tambi¨¦n en ese mes de septiembre, en 60.000 personas, acentuando las ya evidentes dificultades observadas en los ¨²ltimos meses para su reducci¨®n; la tasa interanual de desempleo en el pasado mes ha quedado en el 15%, desde el 14,6% del mes anterior, sin que el menor ritmo de crecimiento que est¨¢ experimentando la econom¨ªa permita anticipar mejores resultados en los pr¨®ximos meses.
El mantenimiento de importantes divergencias con los pa¨ªses centrales de la CE, y espec¨ªficamente del acuerdo cambiario del Sistema Monetario Europeo (SME), es otra raz¨®n para no darse por satisfechos con el dato de inflaci¨®n en cuesti¨®n y para no confiar en el mantenimiento de esa senda descendente. En el horizonte del pr¨®ximo a?o no se disponen sino de elementos que pueden contribuir al ensanchamiento de ese diferencial de precios. El previsible impacto sobre la evoluci¨®n de los mismos del aumento en la presi¨®n fiscal indirecta (IVA, gasolina, tabaco, etc¨¦tera), expl¨ªcita en el proyecto de Presupuestos para 1992 que el Gobierno ha presentado al Parlamento, y la probable ausencia de un acuerdo sobre crecimiento de las rentas, van a dificultar de forma considerable esa necesaria convergencia para avanzar -y disponer de una capacidad de interlocuci¨®n suficientemente autorizada- en el proceso de uni¨®n econ¨®mica y monetaria de Europa. Nuestros socios en el SME observan c¨®mo en estos m¨¢s de dos a?os de sujeci¨®n de la peseta a la disciplina del mecanismo de cambios apenas se ha reducido la inflaci¨®n en poco m¨¢s de un punto porceniual, un resultado que, lejos de la complacencia, aconsejar¨ªa la inmediata concreci¨®n de las actuaciones anunciadas por el ministro de Econom¨ªa destinadas a la eliminaci¨®n de esos quistes inflacionistas renuentes al rigor monetario. Tambi¨¦n hace escasos d¨ªas se ha conocido el significativo crecimiento de las magnitudes monetarias y crediticias experimentado en septiembre; una evoluci¨®n que no hace sino respaldar el mantenimiento de las cautelas que el Banco de Espa?a ha mostrado ante las hoy ya m¨¢s debilitadas expectativas de relajaci¨®n de su pol¨ªtica monetaria y consiguiente depreciaci¨®n de la peseta.
En definitiva, un conjunto de indicadores que, contando con su limitada significaci¨®n temporal, apuntan un perfil de nuestra econom¨ªa que dista en su vitalidad del comportamiento mantenido en los ¨²ltimos cinco a?os.
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