Vuelta al redil
LA ASAMBLEA anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) celebrada la semana pasada en Bangkok (Tailandia) ha servido este a?o para dar la bienvenida a la Uni¨®n Sovi¨¦tica al sistema de econom¨ªa de mercado y recordarle que tendr¨¢ que asistir en Mosc¨² al cursillo de recuperaci¨®n que le impartir¨¢n el FMI y el Grupo de los Siete (una misi¨®n del G-7 llegar¨¢ a la capital sovi¨¦tica a principios de noviembre), adem¨¢s de rellenar -con buena letra- un voluminoso paquete de deberes.El regocijo del mundo occidental por la conversi¨®n sovi¨¦tica no implica, sin embargo, que los grandes pa¨ªses industrializados se hallen dispuestos a otorgar una ayuda financiera cuya utilidad, en el actual estado de marasmo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, es m¨¢s que problem¨¢tica. Del lado sovi¨¦tico, la firma, el pasado viernes, de un tratado econ¨®mico por parte de ocho rep¨²blicas constituye el primer paso para salir de este marasmo. De una parte, este tratado constituye un soporte indispensable sobre el que asentar futuras integraciones de otras rep¨²blicas de la antigua URSS. De otra, puede dar credibilidad al proceso de reformas econ¨®micas puesto en marcha en Bangkok. Sin el control previo de las tendencias disgregadoras en el terreno econ¨®mico y sin una m¨ªnima convergencia en los grandes objetivos pol¨ªticos, es obvio que la Uni¨®n Sovi¨¦tica carecer¨ªa de cualquier capacidad de respuesta al programa de salvaci¨®n nacional que le brinda el gran sanedr¨ªn del capitalismo.
Esta iniciativa era obligada antes de empezar el duro camino que tiene por delante y que Grigori Yavlinski, el joven y brillante responsable de la econom¨ªa sovi¨¦tica tras el fracaso del golpe del 19 de agosto, ha manifestado hallarse dispuesto a transitar con ideas y planes propios, convergentes con el fondo de los propuestos por el FMI, pero moderadores de su forma en cuanto a periodos de cumplimiento y a la velocidad de los ajustes.
La conversi¨®n sovi¨¦tica a la econom¨ªa de mercado es en s¨ª misma un acontecimiento hist¨®rico. Pero, al haber puesto fin a la guerra fr¨ªa abriendo la posibilidad de liberar ingentes recursos dedicados a la carrera de armamentos, su repercusi¨®n sobre el desarrollo de la econom¨ªa mundial, por no hablar de otros ¨¢mbitos, puede ser tambi¨¦n hist¨®rica. De ah¨ª que el Fondo Monetario haya hecho una insistente llamada a la reducci¨®n de los gastos de defensa, que fue muy bien recibida por los pa¨ªses ricos y no tanto por algunos en desarrollo, que destinan a este tipo de gastos el doble de presupuesto que a educaci¨®n, vivienda y salud. Ese recorte de gastos es imprescindible, ha asegurado el Fondo, para hacer frente a la escasez de ahorro mundial, que se agravar¨¢ a partir de ahora por la nueva demanda de recursos por parte de la URSS y de los pa¨ªses de Europa del Este. Junto al gasto militar, el FMI ha criticado con extrema dureza las subvenciones a la agricultura, pues, adem¨¢s de empeorar los d¨¦ficit p¨²blicos, son el principal escollo para que la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) concluya de una vez por todas.
La liberalizaci¨®n del comercio internacional que propugna la Ronda Uruguay ha sido tambi¨¦n un tema estrella en Bangkok. Aunque nadie se ha comprometido a una fecha fija, s¨ª se ha alcanzado el consenso de los pa¨ªses m¨¢s ricos para intentar convocar una reuni¨®n de ministros de Comercio en noviembre que desbloquee la Ronda antes de fin de a?o. Aunque la defensa del libre comercio cobra m¨¢s fuerza por el cambio sovi¨¦tico, todo se ci?e por el momento a una calurosa acogida y a poco m¨¢s que palabras. Los avances ulteriores, si se producen, tienen, en la primera cuesti¨®n cita fija en Mosc¨², y en lo que respecta a la Ronda Uruguay, un inconcreto compromiso de reuni¨®n en noviembre.
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