Un paso atr¨¢s
LAS ELECCIONES del domingo en Turqu¨ªa han tenido un significado claro: el repudio de la gran mayor¨ªa hacia el partido que gobierna desde hace ocho a?os, el Partido de la Madre Patria (ANAP), fundado por Turgut Ozal, si bien ¨¦ste -desde que ostenta la jefatura del Estado- ha abandonado formalmente todo cargo de partido. Para el futuro, en cambio, las urnas ofrecen unas indicaciones mucho m¨¢s confusas. El triunfador ha sido, sin duda, Suleim¨¢n Demirel, pol¨ªtico veterano de talante conservador, cuyo Partido de la Recta V¨ªa (DYP) ha obtenido el mayor n¨²mero de sufragios. Pero no la mayor¨ªa absoluta en el Parlamento. A pesar de que el sistema electoral otorga una ventaja enorme a los partidos mayoritarios, Demirel se queda por debajo del 30% de los votos, lo que le deja sin los diputados necesarios para gobernar en solitario. Despu¨¦s de ocho a?os de gobierno de un partido, el de Ozal, Turqu¨ªa entra en una fase en que ser¨¢n indispensables las coaliciones.La derrota del Gobierno se ha debido, probablemente, a la situaci¨®n angustiosa de las capas m¨¢s humildes, a la inflaci¨®n, al hecho de que el desarrollo econ¨®mico ha beneficiado a sectores reducid¨ªsimos y a la corrupci¨®n en los c¨ªrculos del poder, incluso en la familia Ozal. Pero en la batalla electoral contra el Partido de la Madre Patria se han destacado tres tendencias pol¨ªticas muy distintas: Demirel, con su demagogia conservadora; Inonu, con una orientaci¨®n socialdem¨®crata, y Erbakan, con un programa en que fundamentalismo y panturquismo se mezclan con el sue?o de una Gran Turqu¨ªa englobando a las rep¨²blicas sovi¨¦ticas de Asia Central. Entre esas tendencias no hay puntos comunes, por mucho que las tres hayan atacado a Ozal por igual. Turqu¨ªa ha votado mucho m¨¢s contra algo que a favor de algo, y de ah¨ª la complejidad del actual momento pol¨ªtico.
Lo m¨¢s l¨®gico ser¨ªa una coalici¨®n de los dos partidos conservadores, y Demirel -pol¨ªtico de ambici¨®n insaciable, seis veces jefe de Gobierno, pero de escasos principios- no pondr¨ªa dificultades a tal f¨®rmula. Sin embargo, a ra¨ªz de una campa?a dirigida exclusivamente contra el ANAP, aliarse con ¨¦l ahora puede ser dificil. Tampoco parece probable una coalici¨®n con el otro partido de la oposici¨®n, el socialdem¨®crata de Inonu, que adem¨¢s acaba de sufrir un serio rev¨¦s: despu¨¦s de ganar las elecciones municipales, ahora queda relegado al tercer lugar en el Parlamento. Ello confirma lo dificil que es para la izquierda ocupar una posici¨®n importante en la pol¨ªtica turca. En gran parte a causa de su propia divisi¨®n: sumados los votos de los socialdem¨®cratas de Inonu (21%) y de Izquierda Democr¨¢tica, de Ecevit (10%), hubiesen superado el 30% y quedado en primer lugar. Divididos, su representaci¨®n parlamentaria queda muy reducida.
Cabe destacar que Inonu ha hecho gala de clarividencia en el problema kurdo, al dar cabida a candidatos de esa nacionalidad en ciertas zonas para atraer a su electorado potencial. Pol¨ªtica valiente cuando los otros partidos pretenden ignorar la existencia de los kurdos. Esta apertura de los socialdem¨®cratas les ha sido favorable en el sureste del pa¨ªs, donde la poblaci¨®n kurda domina. Pero les ha hecho perder votos en otras regiones.
En el otro extremo, el ascenso de los fundamentalistas, que han doblado sus votos y entran esta vez en el Parlamento, no puede ser una sorpresa, teniendo en cuenta los fen¨®menos que se desarrollan en todo el mundo musulm¨¢n. En ese orden, y si bien el laicismo de la revoluci¨®n kernalista ha sufrido recortes, no parece que la presi¨®n isl¨¢mica pueda alejar a Turqu¨ªa de su evoluci¨®n hacia el modelo europeo. La etapa de Ozal, por graves que hayan sido sus errores, ha contribuido a dar pasos serios en ese sentido. Si bien los resultados de las elecciones permiten diversas f¨®rmulas para el futuro Gobierno, la primera impresi¨®n que produce la victoria de Demirel es la de un paso atr¨¢s.
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