El drama pol¨ªtico de John Major
El equilibrismo del Primer ministro brit¨¢nico ante la atracci¨®n de Europa
Uni¨®n econ¨®mica, s¨ª; uni¨®n pol¨ªtica, no. As¨ª de sencilla es la posici¨®n del Gobierno brit¨¢nico ante la cumbre de Maastricht. El problema radica en que nadie le acepta al primer ministro, John Major, ese s¨ª y no. Sus socios de la Comunidad Europea (CE) le piden un s¨ª y s¨ª; un importante sector de su partido, encabezado por Margaret Thatcher, le exige un no y no. Y Major, a quien le gusta estar a bien con todo el mundo, tiene que hacer malabarismos para no aislarse en el extranjero y que no se le rompa el partido en casa.
El s¨ª a la uni¨®n econ¨®mica y monetaria es, desde el punto de vista brit¨¢nico, muy razonable. Los analistas de la City y los expertos gubernamentales han comprobado que el tan temido ingreso de la libra en el Sistema Monetario Europeo no ha causado problemas. Al contrario, ha reforzado la disciplina antiinflacionaria. Una convergencia progresiva hacia una moneda ¨²nica y fuerte, anclada en la estabilidad del marco y en un banco central europeo, no encuentra grandes objeciones desde el punto de vista pr¨¢ctico.La uni¨®n monetaria es bien vista por el com¨²n de los ciudadanos, como lo demuestra el inesperado entusiasmo europe¨ªsta demostrado ¨²ltimamente por los laboristas. El partido de Neil Kinnock se declara a favor de la convergencia econ¨®mica.
El no de Major a la uni¨®n pol¨ªtica se comprende mejor si se tiene en cuenta que Alemania cae muy lejos de Londres. Las propuestas para acelerar la federaci¨®n de los pa¨ªses comunitarios surgieron con la unificaci¨®n alemana: los vecinos del nuevo gigante europeo, especialmente Francia, creyeron necesario integrarlo en una estructura supranacional antes de que se les escapara de las manos.
Para Londres, estas consideraciones son secundarias. Major y su ministro de Exteriores, Douglas Hurd, insisten en que no puede acometerse algo tan importante como la uni¨®n pol¨ªtica sin sopesar pros y contras.
Hay puntos, sin embargo, en los que el Gobierno de Londres podr¨ªa estar dispuesto a ceder en Maastricht para no quedar aislado. En lo relativo a la defensa, Major podr¨ªa aceptar un compromiso con alemanes y franceses para reforzar la Uni¨®n Europea Occidental y proyectar un futuro Ej¨¦rcito europeo, siempre que el paraguas de la OTAN, la organizaci¨®n preferida por el Reino Unido, siguiera consider¨¢ndose esencial. Major opina que la pol¨ªtica exterior com¨²n, a la que no se opone, deber¨ªa establecerse por consenso, como hasta ahora, y no por votaci¨®n mayoritaria.
La coordinaci¨®n comunitaria en la lucha contra el terrorismo y el narcotr¨¢fico es igualmente susceptible de un pacto. Europarlamento, inmigraci¨®n y legislaci¨®n sociolaboral son, por el contrario, los puntos duros de la posici¨®n brit¨¢nica.
Los puntos duros
1. Europarlamento. El incremento de los poderes del Parlamento Europeo exigido por Alemania es visto como una innecesaria cesi¨®n de soberan¨ªa.
2. Inmigraci¨®n. El Reino Unido tiene ya una poblaci¨®n multirracial y la inmigraci¨®n va en aumento (50.000 personas este a?o), lo cual genera fuertes tensiones sociales.
3. Ley sociolaboral. El Gobierno de John Major procura desprenderse de las herencias m¨¢s pesadas del thatcherismo, pero la legislaci¨®n antisindical no est¨¢ entre ellas.
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