S¨¢hara, la impotencia marroqu¨ª
El autor, militar e historiador, analiza desde el punto de vista de la estrategia militar la incapacidad de Marruecos, a pesar de su enorme superioridad en hombres y armamento, para acabar desde hace 16 a?os con la guerrilla saharaui.
Hace ya 16 a?os que se firmaron, el 14 de noviembre de 1975, los acuerdos de Madrid. Nadie hubiera podido pensar entonces que iban a dar lugar a una guerra interminable. Y todav¨ªa hoy, despu¨¦s de la aceptaci¨®n te¨®rica por Marruecos de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, planean fuertes dudas sobre la determinaci¨®n del rey a aceptar que la consulta se desarrolle de manera verdaderamente imparcial.Pero lo que no ofrece duda alguna, en cambio, es la resistencia de los saharauis a convertirse en s¨²bditos suyos. La monarqu¨ªa alau¨ª podr¨¢ alegar los m¨¢s alambicados argumentos de car¨¢cter supuestamente hist¨®rico -pulverizados por los historiadores y el Tribunal de La Haya- sobre sus derechos en el S¨¢hara, pero no podr¨¢ jactarse de la obediencia de los saharauis libres, ahora llamados "hijos descarriados".
Obstaculizando la celebraci¨®n del refer¨¦ndum, Marruecos s¨®lo ha demostrado lo que ya se hac¨ªa patente antes del abandono espa?ol: su temor a la aut¨¦ntica expresi¨®n de la voluntad popular, que le llev¨® a torpedear en la ONU en 1974, con la ayuda de Occidente, el refer¨¦ndum prometido por Espa?a para 1975.
Lejos de encontrarse, en noviembre de ese a?o, con el entusiasmo de la poblaci¨®n aut¨®ctona que celebraba la liberaci¨®n del colonialismo paternalista espa?ol, las tropas de Hassan II empezaron a sufrir una larga serie de reveses que obligaron a las Fuerzas Armadas a aumentar sus efectivos de 60.000 soldados en 1975 a 100.000 en 1979 y a 170.000 -s¨®lo en lo que se refiere al Ej¨¦rcito de Tierra- en 1988, casi todos desplegados en el S¨¢hara, adem¨¢s de 25.000 hombres de la aviaci¨®n, la gendarmer¨ªa y las fuerzas auxiliares.
A partir del 30 de octubre de 1975, cuando las Fuerzas Armadas marroqu¨ªes invadieron el este del S¨¢hara con una silenciosa ayuda espa?ola, empezaron los ataques de los saharauis contra los convoyes y los destacamentos aislados. Los bombardeos de la aviaci¨®n marroqu¨ª sobre los campamentos s¨®lo sirvieron para ocasionar numerosas v¨ªctimas entre mujeres y ni?os, pues los combatientes estaban diseminados a lo largo del territorio.
En s¨®lo dos meses, las Fuerzas Armadas consiguieron llegar a los puestos alejados de Tifariti, Guelta y Mahbes, en la zona norte, mientras los mauritanos se atascaban en el sur. Pero los ataques contra los destacamentos y convoyes se suced¨ªan constantemente, lo mismo que contra El Aai¨²n y los objetivos econ¨®micos de los fosfatos de Bu Cra y de las instalaciones mineras mauritanas de Zuerat y su ferrocarril. En junio de 1976 era atacada Nuakchot, la capital de Mauritania, operaci¨®n en la que mor¨ªa el dirigente del Frente Polisario, El Ueli Uld Mustaf¨¢.
A pesar de la importante intervenci¨®n directa de Francia con sus aviones Jaguar en la Operaci¨®n Lamantin, la guerra provoc¨® el hundimiento del Gobierno mauritano con un golpe de Estado que derrib¨¦ a Mohtar Uld Dadah en 1978 y que llev¨® a las nuevas autoridades a firmar la paz con el Frente Polisario en 1979, y poco despu¨¦s a reconocer a la rep¨²blica saharaui.
'Ofensiva Huari Bumedian'
Convertido Marruecos en objetivo ¨²nico, a partir de enero de 1979 se desencadena la ofensiva Huari Bumedian, cuyo nombre recuerda al fallecido presidente de Argelia. El frente puso en juego importantes contingentes con armamento moderno, y el 28 de ese mes ocup¨® Tantan, capital de Tarfaya, en el propio Marruecos, liberando a sus prisioneros y destruyendo las instalaciones militares. Esta ofensiva tuvo una honda repercusi¨®n en el reino, donde se tuvo que reconocer que la guerra iba mal.
Sin embargo, la operaci¨®n se volvi¨® a repetir en el mes de junio. El nuevo objetivo fue Assa, una ciudad marroqu¨ª al norte del r¨ªo Dra, a s¨®lo 200 kil¨®metros de Agadir. En agosto, la guarnici¨®n de Leboirat, en el valle del Dra, fue cogida por sorpresa y casi destruida, lo que supuso el procesamiento de numerosos militares marroqu¨ªes. Al propio tiempo, la poblaci¨®n de Saac quedaba cercada. En 1980, el frente segu¨ªa atacando en el propio Marruecos: en enero, Akka; en septiembre, Tata, y en octubre, el oasis de M'Hamid. Estos combates se combinaban con los llevados a cabo al oeste de Tarfaya, en las guarniciones pr¨®ximas a Tantan y al cabo Jubi, as¨ª como en la ruta que lleva hasta El Aai¨²n, que tuvo que ser abastecida por v¨ªa mar¨ªtima.
Como ya ocurri¨® en la guerra contra Espa?a de 1957-1958, qued¨® claro que era imposible mantener tantas posici ones aisladas, y Marruecos tuvo que abandonar sus puestos avanzados al este de Smara entre abril de 1977 y octubre de 1979, limit¨¢ndose a ocupar el tri¨¢ngulo ¨²til de Bu Cra-Smara-El Aai¨²n, as¨ª como los poblados de Guelta, Bir Nzar¨¢n y Dajala.
Al propio tiempo, Marruecos pon¨ªa en marcha, con una supuesta finalidad antiguerrillera, unas importantes columnas con amplios medios. La primera, llamada Uhud, contando con 6.000 hombres, sal¨ªa de Marraquech en septiembre y llegaba a Dahala en diciembre de 1979, para confirmar el dominio sobre la zona abandonada por Mauritan¨ªa. En enero de 1980 sal¨ªa de Benguerir la columna Zalaca, dirigi¨¦ndose hacia el este del Dra para liberar Saac, que segu¨ªa sitiada por los saharauis desde meses atr¨¢s.
Hostigada por ¨¦stos, la columna tuvo que retirarse a Assa y hasta mayo no pudo poner fin al sitio de Saac, despu¨¦s de dominar el paso de Trc¨ªg Negueb, sobre el Dra. Otra columna, Larak, operaba en el oeste de Tarfaya, en el Yebel Zini y Yebel Rich, para impedir los ataques del frente contra Ta?tan y la ruta de El Aai¨²n. Sin embargo, los resultados obtenidos no respond¨ªan a los medios empleados, porque los saharauis s¨®lo combat¨ªan donde cre¨ªan obtener m¨¢s ventajas, disemin¨¢ndose en el resto del territorio.
Defensa est¨¢tica
A mediados de 1980, Marruecos comenz¨® a planear una defensiva est¨¢tica a base de construir un sistema de grandes fortificaciones. El primer muro se elev¨® desde el Dra a Saac y a continuaci¨®n se levant¨® otro desde Ras el Janfra, en la frontera, hasta Smara, desde donde se dirig¨ªa hacia el suroeste, alcanzando Bu Cra en mayo de 1981. En 1982, este primer muro se prolong¨® hasta el Atl¨¢ntico, incluyendo el poblado de Bojador.
Al finalizar 1981, Marruecos apenas dominaba una sexta parte del S¨¢hara, al tiempo que aumentaba a 120.000 hombres sus efectivos en filas. En el resto, es decir, 200.000 kil¨®metros cuadrados, dominaba el Frente Polisario.
En diciembre de 1983, al amparo de una columna, marroqu¨ª de 30.000 hombres, se levant¨® otro muro que rodeaba Arrigala y llegaba al este de Smara, enlazando con el anterior. Entre abril y mayo de 1984 se elev¨® una nueva fortificaci¨®n entre Amgala y Saac, englobando una nueva porci¨®n de territorio y estableciendo una l¨ªnea defensiva de m¨¢s de 1.000 kil¨®metros de Saac a Bejador.
En 1985, otra muralla, a¨²n m¨¢s avanzada, part¨ªa de Saac hasta pasar a escasos kil¨®metros de la frontera argelina, lo que elev¨® la tensi¨®n entre los dos pa¨ªses. Esta nueva muralla enlazaba en Arngala con las fortificaciones anteriores. De mayo a septiembre, los muros defensivos se extendieron desde Arngala hacia el sur, incluyendo Guelta y llegando al golfo de Cintra. Y entre febrero y abril de 1987 se construy¨® la ¨²ltima fortificaci¨®n, que part¨ªa de Bir Nzar¨¢n hacia el sur y giraba luego hacia el oeste, terminando al norte de La G¨¹era, una ciudad administrada por los mauritanos.
La decisi¨®n que hab¨ªa tomado Marruecos supon¨ªa encerrarse tras una enorme l¨ªnea de fortificaciones, defensa y cerco propio a la vez, elevadas y mantenidas con gastos fabulosos, sin poder llegar a una victoria militar, faltos de iniciativa y de libertad de acci¨®n. El esp¨ªritu ofensivo permanec¨ªa en manos de los saharauis, quienes atacaban, las fortificaciones en innumerables ocasiones, consiguiendo causar a Marruecos elevadas p¨¦rdidas. Los gastos militares marroqu¨ªes ascend¨ªan en 1989 a 1.216 millones de d¨®lares; la deuda exterior, a 19.500 millones, mientras las importaciones de armas superaban los 500 millones de d¨®lares en 1979 y los 300 por a?o en los sucesivos.
A pesar de la ¨ªmportant¨ªsima ayuda occidental, con cr¨¦ditos y ventas de armas de EE UU, Francia, Espa?a y otros pa¨ªses, y de las entregas generosas de miles de millones de d¨®lares procedentes de Arabia Saud¨ª y de los Emiratos ?rabes Unidos, Marruecos no pod¨ªa ganar una guerra contra un Ej¨¦rcito saharaui que no sobrepasaba los 15.000 hombres, seg¨²n el Instituto de Estudios Estrat¨¦gicos de Londres.
S¨®lo la soluci¨®n pol¨ªtica, con un refer¨¦ndum imparcial, se convert¨ªa en la salida posible para el conflicto del S¨¢hara, pero a ello se opuso durante a?os Hassan II, buscando primero fortalecer su inestable posici¨®n. Sus acciones de esta ¨²ltima ¨¦poca as¨ª lo prueban. S¨®lo falta por dilucidar si la ONU tendr¨¢ la suficiente energ¨ªa y determinaci¨®n para imponer una consulta de la poblaci¨®n, libre de coacciones militares o policiales, que abra el camino hacia una independencia por la que los saharauis han luchado, durante tantos a?os. Creemos con firmeza que, finalmente, la histori¨¢ siempre hace justicia a los pueblos.
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