Mirando al futuro
Los abogados del Colegio de Madrid, reunidos en torno a mi candidatura, conscientes del valor emblem¨¢tico de esta corporaci¨®n, que aglutina a un tercio de todos los letrados de Espa?a, queremos romper la inercia perniciosa que ha hecho que durante los dos ¨²ltimos a?os esa voz se haya mostrado especialmente af¨®nica.Es preciso llevar a t¨¦rmino el compromiso real adquirido en las ¨²ltimas elecciones de realizar despu¨¦s de dos a?os una transici¨®n sin rupturas cuya necesidad es indiscutible y que ya fue votada masivamente. La congregaci¨®n, que hace 400 a?os dio origen al Colegio de Abogados de Madrid, no es sino un grupo de hombres y mujeres esforzados, que queremos que la justicia sea un espejo de la convivencia y un camino para la soluci¨®n de los conflictos en una sociedad aceleradamente cambiante.
La relaci¨®n entre Administraci¨®n y administrados carece de un idioma com¨²n. El ciudadano est¨¢ inerme frente al Estado. Y no s¨®lo se encuentra indefenso, sino que no puede comprender el engranaje que utiliza el poder. Ni siquiera conoce las reglas del juego cada vez m¨¢s complejas. El entendimiento de los textos legales o judiciales se revela muchas veces imposible. Se utilizan expresiones y palabras ininteligibles para el com¨²n de los mortales. Y, sin embargo, un Estado de derecho se caracteriza por la eficaz transmisi¨®n a los ciudadanos del conocimiento de sus leyes. Sin ella es imposible la exigencia del principio de que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento.
La abogac¨ªa tiene un papel cada vez m¨¢s relevante como instrumento divulgador de la ley. Pero al propio tiempo, como la voz de los que no tienen voz ante el poder. Por esta raz¨®n, cualquier r¨¦gimen autocr¨¢tico cuida de amordazar a los abogados como medio eficaz de imponerse sobre un pueblo sin defensa. Por este motivo, las constituciones democr¨¢ticas incorporan con reiteraci¨®n el derecho de la persona a ser defendido por abogado, tenga o no medios econ¨®micos para retribuir sus servicios.
La voz del abogado es garant¨ªa del Estado de derecho. Encauza la discusi¨®n entre litigantes. Argumenta con disciplina la posici¨®n de su defendido. Alza la palabra frente al abuso del poder. Defiende el respeto a los derechos del hombre. Sin independencia no hay defensa. Sin libertad no hay independencia.
Pero esa voz cobra su fuerza mayor si se articula en un concierto
de expresiones. Para hacerla independiente y libre, es necesario que la estructura colegial se acomede a las exigencias de una sociedad democr¨¢tica. Mientras los estatutos sigan se?alando que la mujer podr¨¢ ser abogado (art¨ªculo 1?) o regulen los tribunales de honor, prohibidos por la Constituci¨®n, poca credibilidad puede ofrecer la entidad.
Es preciso que la voluntad mayoritaria pueda ser f¨¢cilmente
expresada, regulando el voto por correo. Hay que crear una asamblea de compromisarios, de participaci¨®n proporcional, como ¨®rgano intermedio entre la Junta General, con 30.000 colegiados, y la Junta de Gobierno. La estructura del colegio debe adaptarse al ¨¢mbito comunitario, modernizando su organizaci¨®n y servicios.
En suma, el colegio de abogados debe realizar la transici¨®n que su historia y su funci¨®n social demandan. S¨®lo as¨ª podr¨¢ ser el "bozero" -como se nos llamaba en el Fuero Juzgo, "porque con boces e con palabras usa de su oficio"que la sociedad requiere. Por eso presento mi candidatura: la "transici¨®n" es inaplazable.
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