Corcuereces
La ley Corcuera-Mohedano es una pinochetez, respaldada, seg¨²n la ya inseparable pareja, por la teolog¨ªa de la seguridad europea. Curiosa nuestra relaci¨®n provinciana con Europa, de la que importamos teolog¨ªas a cambio de que nos respeten la e?e y la fiesta de los toros. ?Ser¨¢n la e?e y la fiesta de los toros lo ¨²nico que nos quede como hechos diferenciales? Si esa pinochetez, adornada por todas las corcuereces de rigor, se nos impone en nombre de la homologaci¨®n, ?por qu¨¦ no asumir la desaparici¨®n de la efie y reducir todas las ganader¨ªas bravas a bonsais de toro, y el ?co?o! dejarlo en un ?conyo!, y pasemos de una vez por todas a ser espanyoles, una vez superado el amargo complejo canovista de que es espanyol aquel que no puede ser otra cosa?Una de las corcuereces con las que el se?or Corcuera ha defendido su pinochetez es la de que los imp¨²gnadores de su ley vivimos en la creencia -y, por tanto, en el error- de suponer que la polic¨ªa espa?ola sigue siendo la del franquismo. Es evidente que la polic¨ªa espa?ola se ha sucedido a si misma, pero que se beneficia de una pluralidad por la que han luchado algunos de sus miembros, frente al recelo, cuando no la persecuci¨®n, de los sucesivos ministros del Interior. Lo peligroso de estas leyes no es el franquismo que haya podido quedar como esp¨ªritu Policiaco, sino ministros corno Corcuera, que son intelectuales org¨¢nicos de la represi¨®n o, si se quiere, te¨®logos de la seguridad.
La polic¨ªa europea o espa?ola no es franquista ni antifranquista, sino todo lo contrario. La polic¨ªa es la polic¨ªa, y suele convertirse en un instrumento t¨¦cnico del orden, y dentro de la abstracci¨®n orden est¨¢ el peligro, porque el poder es impune y se mueve seg¨²n una l¨®gica de poder que tambi¨¦n se sucede a s¨ª misma. Ojo. Si derriban la puerta de su casa, no espere usted que lo haga el lechero. Lo har¨¢ Corcuera.
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