La pol¨ªtica como arte de la tolerancia
Todav¨ªa hoy, amigos y compa?eros de P¨ªo Cabanillas, estamos asombrados y consternados por su desaparici¨®n. Lo s¨²bito sorprende, la muerte s¨²bita anonada. De alguna manera, recordar aqu¨ª, en Estrasburgo, entre colegas europeos y espa?oles, una personalidad pol¨ªtica tan excepcional -por su talante, por su inteligencia, por su entendimiento razonable de la pol¨ªtica- no es un acto convencional ni ritual: es, sobre todo, un homenaje a la tolerancia.Graci¨¢n, nuestro cl¨¢sico barroco, al que le¨ªa P¨ªo Cabanillas, dice en su Or¨¢culo manual y arte de prudencia: "Doblar los requisitos de la vida es doblar de vivir. No ha de ser nunca la dependencia, ni se ha de estrechar una sola cosa, aunque singular: todo ha de ser doblado, y m¨¢s las causas del provecho, del favor, del gustci". P¨ªo Cabanillas, l¨²cido barroco gallego, sagaz pol¨ªtico, jurista penetrante, lector incansable, entendi¨®, en efecto, la pol¨ªtica y la vida en este sentido de tolerancia prudente, como un tertuliano liberal con s¨®lidas convicciones humanistas. Todo arqueo, todo doblamiento, que no doblez, significa precisamente la oblicuidad que soslaya y no se asienta en dogmas.
Nuestra sociedad pol¨ªtica espa?ola contempor¨¢nea -desde el franquismo hasta la democracia- no ha producido muchas personalidades tan variadas y ricas en matices como P¨ªo Cabanillas. En la cultura pol¨ªtica del franquismo, las polarizaciones b¨¦licas exclu¨ªan la tolerancia y el ingenio hab¨ªa que encubrirlo cr¨ªpticamente: s¨®lo la tertulia furtiva permit¨ªa la evasi¨®n o la denuncia. En ciertos ¨¢mbitos de la actual cultura pol¨ªtica, la unidimensionalidad tecnocr¨¢tica tambi¨¦n reduce o enaniza. P¨ªo Cabanillas, hombre de transici¨®n, cre¨® su propio sistema: el doblamiento graciano como independencia ir¨®nica o dependencia d¨¦ soslayo. Nunca, as¨ª, fue entusiasta de imperios ret¨®ricos, ni amante de cruzadas sagradas, ni devoto de lealtades pol¨ªticas irracionales. Prudencia y conciliaci¨®n, contraste y liberalidad, con un fondo heraclitiano de insinuante confusi¨®n l¨²dica, y, en fin, de iron¨ªa sin causticidad ( ... ).
Muchos aspectos pueden se?alarse de su buen hacer pol¨ªtico: su papel positivo en nuestra transici¨®n democr¨¢tica, sus actividades pol¨ªticas ministeriales y parlamentarias, sus posiciones armonizadoras partidistas (... ).
Pero yo quisiera resaltar, como amigo personal y paisano ( ... ) En primer lugar, su deuda con un gran poeta gallego, don Ram¨®n Cabanillas. Como P¨ªo, fue tambi¨¦n un hombre de transici¨®n y de doblamiento cultural: combinar, literaria y pol¨ªticamente, arcanidad y modernidad, y buscar consensos. Hombre de mar, hombre libre. Don Ram¨®n ejercer¨¢ una influencia permanente, modelando ¨¦l su talante humanista, afirmando la virtud del di¨¢logo. En segundo lugar, como jurista, P¨ªo Cabanillas es deudor de uno de los grandes fundadores del ya lejano derecho p¨²blico moderno (del ius Pubblicum Europeum) de Juan Bodino, de los politiques franceses, obligados a inventar un Estado y un sistema pol¨ªtico que reconciliase y estableciese la paz civil. Entre un poeta y un jurista, P¨ªo Cabanillas establecer¨¢ su norte de actuaci¨®n constante: ayudar, como ayud¨® siempre, a establecer la tolerancia y la convivencia, como presupuestos para reorganizar nuestra paz civil espa?ola. El arte de la pol¨ªtica se convirti¨®, as¨ª, en nuestro buen amigo P¨ªo, en arte de la libertad.
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