El tiempo existe y fastidia
Hubo un tiempo, hacia los a?os treinta, en que los narradores estaban preocupados por el tiempo y sus posibles veleidades y por la elasticidad del espacio. Einstein hab¨ªa levantado algo que no comprend¨ªan muy bien, y que parec¨ªa sustituir las fantas¨ªas de lo esot¨¦rico, que a algunos les molestaban, por la raz¨®n f¨ªsica. Se hac¨ªan muchas comedias, donde la tristeza principal estaba en que el gal¨¢n viv¨ªa un tiempo, la dama otro: y el amor, una vez m¨¢s, se hac¨ªa imposible, como se requiere para el nudo dram¨¢tico. Baste con citar a Priestley.Sanchis Sinisterra parece que ha encontrado un pasillo espacio-temporal y se ha encontrado en esa ¨¦poca, aunque pueda colocar un lenguajillo m¨¢s moderno, el de la cu¨¢ntica. Ah¨ª est¨¢, tambi¨¦n, el amor posible-imposible.
Perdida en los Apalaches
De Jos¨¦ Sanchis Sinisterra.Int¨¦rpretes: Manuel Carlos Lillo, Anabel Moreno, Camilo Rodr¨ªguez. Escenograf¨ªa y vestuario: Joaquim Roy y Hom. Direcci¨®n: Ram¨®n Simo y Jos¨¦ Sanchis Sinisterra. El Teatro Fronterizo, en la Sala Olimpia, 21 de noviembre.
Pero no puede evitar este excelente autor (el de ?Ay, Carmela!, por recordar su ¨¦xito m¨¢s reciente y m¨¢s internacional) que todo le d¨¦ un poco de risa. Entre la profesora perdida en los Apalaches y el peque?o comerciante metido en Praga, y sin embargo simult¨¢neos por un rato, hay una relaci¨®n tierna y desesperada. Y c¨®mica, por el entorno.
Personaje excelente
Ha hecho, en realidad, dos comedias, muy diferenciadas: la de un acto cultural en una provincita, donde la conferenciante cient¨ªfica es interrumpida continuamente por el vicesecretario del centro, con sus problemas de campanario, sus celos y sus ambiciones -es un personaje excelente-, con chistes y condiciones de sainete, y esta otra de los perdidos en, digamos, la mec¨¢nica cu¨¢ntica; con un peque?o nexo entre las dos obras tambi¨¦n simultaneadas, como ejemplo de lo que puede haber de magia en lo cotidiano (supone ¨¦l).Experto en dramaturgia, h¨¢bil en el di¨¢logo, suave en la cr¨ªtica, tierno en todos los momentos, hace re¨ªr con facilidad; y hace pensar al buen p¨²blico en ese viejo juego de la nostalgia del tiempo.
Los tres actores que intervienen en la obra cumplen muy bien su cometido; el mayor peso recae en Manuel Carlos Lillo, que demuestra una muy buena calidad teatral y una sensibilidad especial para transmitir lo c¨®mico dentro de un personaje cotidiano.
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