Recuperar poder local
Los ayuntamientos no quieren el 25% del gasto del Estado. Lo que proponen, desde hace ocho a?os, es estar en condiciones de gestionar el 25% del gasto p¨²blico neto. Es decir, de la suma de gastos de las tres administraciones p¨²blicas (central, auton¨®mica y local), una vez eliminadas de la suma las duplicaciones por transferencias internas (y excluyendo los intereses de la deuda p¨²blica y las pensiones).El mayor partido pol¨ªtico espa?ol aprob¨® en su congreso de 1988 ese objetivo y ninguno de los dem¨¢s partidos lo ha discutido. Parece l¨®gico admitir como satisfactoria una reducci¨®n del gasto del Estado desde el 80% de hace 12 a?os hasta el 50% que se postula. El resto se repartir¨ªa por mitades entre autonom¨ªas y ayuntamientos y de esta manera los gastos netos por habitante ser¨ªan iguales, lo cual parece tambi¨¦n remarcable si se tiene en cuenta que hace 12 a?os las autonom¨ªas no exist¨ªan presupuestariamente.
Seg¨²n el Congreso del PSOE de 1990 este objetivo de 50 / 25 / 25 (50% Estado, 25% autonom¨ªas y 25% ayuntamientos) es alcanzable dentro de la presente d¨¦cada. La realidad es que, probablemente, las autonom¨ªas ya est¨¢n llegando al objetivo del 25%, mientras que los ayuntamientos, que est¨¢n todav¨ªa en el 16%, pueden quedarse, despu¨¦s de la revisi¨®n bilateral de la financiaci¨®n en un 15%. De ah¨ª la decepci¨®n de unas corporaciones locales que, por otra parte, han sido el subsector m¨¢s din¨¢mico en la inversi¨®n.
Pasar del 15 al 25% antes del a?o 2000 -mediante un traslado anual del 1 %del gasto p¨²blico consolidado hacia las corporaciones locales, adem¨¢s y por encima del crecimiento vegetativo- es hoy m¨¢s dif¨ªcil de lo que parec¨ªan las cosas en 1990, con 10 a?os por delante.
Pero si no se consigue este objetivo, toda la descentralizaci¨®n pol¨ªtica en que consiste el Estado de las autonom¨ªas habr¨¢ tenido algo de irreal: al final, las autonom¨ªas se habr¨¢n creado, al menos parcialmente, desmontando el poder local. Y al poder local no s¨®lo no habr¨¢ ganado peso respecto a 1980 s¨ª no que lo habr¨¢ perdido. Mal negocio.
Mal negocio, sobre todo, si tenemos en cuenta que un poder local mermado y controlado desde m¨¢s cerca tiende a ser sustituido de manera progresiva y casi espont¨¢nea. Esto conlleva una confusi¨®n y una irritaci¨®n crecientes, a la vez que una falta de legitimaci¨®n material y formal frente a problemas de inseguridad, congesti¨®n y alojamiento que el ciudadano reclama, con l¨®gica, del nivel de gobierno inmediato, que es el local.
El error estuvo probablemente en un proceso de transferencias precipitado y apasionado que se olvid¨® de dotar los servicios de car¨¢cter nacional que algunos ayuntamientos estaban ya prestando. Este olvido implic¨® en su momento un ahorro para el Estado y hoy el ahorro es para las autonom¨ªas. Fatalmente, se olvid¨® tambi¨¦n de ligar las nuevas dotaciones financieras auton¨®micas a una redistribuci¨®n de fondos hacia el sector local en el mismo grado en que el Estado aporta a sus fondos de cooperaci¨®n local -progresivamente debilitados en su denominador-, es decir, en recursos no transferibles a las autonom¨ªas.
As¨ª, los ayuntamientos se est¨¢n viendo obligados a contemplar las sucesivas revisiones de la financiaci¨®n auton¨®mica como un debilitamiento de sus fuentes de recursos. Y l¨®gicamente eso aumenta la irritaci¨®n antes mencionada.
Desayuno indigesto
Cuando, finalmente, el alcalde de turno abre el peri¨®dico y comprueba que, despu¨¦s de echar cuentas con el m¨¢ximo rendimiento que los nuevos impuestos le permiten -y el consiguiente coste pol¨ªtico- su presupuesto no crecer¨¢ mucho m¨¢s de un 5%. Y comprueba tambi¨¦n que este crecimiento est¨¢ por debajo del previsto en el presupuesto del Estado (10%), mientras que su propia autonom¨ªa prev¨¦ aumentos del 16,8%, aun sin haber recibido ni contabilizado los beneficios que puedan derivarse de la revisi¨®n financiera en curso, suponiendo que los haya... Entonces a este alcalde se le indigesta el desayuno. Como m¨ªnimo.
No es de extra?ar pues el tono que preside los encuentros municipales ni hay que buscar en ¨¦l muchos m¨®viles ideol¨®gicos o partisanos.
La soluci¨®n razonable est¨¢ al alcance de la mano s¨ª las autonom¨ªas aceptan constituir sus propios fondos de cooperaci¨®n local -algunas ya los tienen- en proporciones progresivamente cercanas a las del Estado sobre sus recursos netos. Si, adem¨¢s, aceptan poner impuestos como las dem¨¢s administraciones p¨²blicas para poder acceder as¨ª a la mayor¨ªa de edad institucional frente al p¨²blico. Si hacen un esfuerzo importante en inversi¨®n para coger el relevo del fuerte impulso municipal habido hasta el presente -utilizando para ello el "saber gastar" de los propios municipios, algo no f¨¢cil de aprender-. Y si, finalmente, Estado y autonom¨ªas militan, francamente en una cierta realimentaci¨®n del poder local, un poder local al que en los ¨²ltimos a?os se le han ido retirando cepos, gr¨²as, cobro efectivo de multas, car¨¢cter judicial de sus polic¨ªas, competencias en seguridad y vivienda, recursos en agua y saneamiento, etc¨¦tera, al mismo ritmo que aumentaban las exigencias de los ciudadanos.
S¨ª el Estado no aprovecha el momento de la revisi¨®n financiera bilateral (Administraci¨®n central-Administraci¨®n auton¨®mica) para plantear las bases de la trilateral (Estado-autonom¨ªas-ayuntamientos), habremos perdido dos a?os como m¨ªnimo.
La calidad de vida de nuestras ciudades no se puede permitir muchas alegr¨ªas de calendario. Un ritmo sostenido de exigencia p¨²blica local de calidad, aun sabiendo que hay problemas que s¨®lo tienen salida a largo plazo, parece una pol¨ªtica prudente que las tres administraciones, deber¨ªan de favorecer.
Es notorio el desfase entre la importancia de los logros obtenidos por todos en los grandes objetivos pol¨ªticos (incluido el de la devoluci¨®n de poder a las nacionalidades y regiones) y los logros en calidad de vida en las ciudades: el contraste entre el Estado de la naci¨®n y el Estado de la ciudad, entendiendo por estado de la ciudad el clima de sus calles y barrios, la fluidez de su circulaci¨®n, la calidad del aire, del agua, los decibelios que hay que soportar, la limpieza... y m¨¢s all¨¢ del urbanismo -que tambi¨¦n ha mejorado-, la urbanidad.
Vamos a ver si logramos entre todos hincar el diente en estos temas, que son hoy los que realmente nos apasionan corno ciudadanos.
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