Popper, Espa?a y la consolaci¨®n por la filosof¨ªa
Asist¨ª a la investidura de Karl Popper como doctor honoris causa por la Universidad Complutense. Le hab¨ªa visto hace poco, en Santander, durante el curso que Pedro Schwartz, antiguo alumno suyo y ahora padrino del nuevo doctor, organiz¨® el verano pasado en la Universidad Internacionel Men¨¦ndez Pelayo. Me pareci¨® que hab¨ªa encogido a¨²n m¨¢s; a sus 89 a?os ya casi se asemeja a un gnomo de grandes orejas. Pero mientras que la fragilidad de su cuerpo se acent¨²a, la intensidad de su mirada ha aumentado. Sus ojos son como dos peque?as antorchas, resguardadas por pobladas cejas, que m¨¢s que emitir vomitan una admirable pasi¨®n por conocer y comprender.Como se?al¨® su laudatio Pedro Schwartz, Popper est¨¢ ¨²ltimamente de moda en Espa?a. En realidad, hace ya bastante tiempo que es apreciado por estas tierras, pero es cierto que en los ¨²ltimos tiempos se observa una cierta popperman¨ªa en algunos c¨ªrculos. El fen¨®meno es tan llamativo que merece la pena identificar algunas de sus caracter¨ªsticas m¨¢s acusadas.
La mayor¨ªa de los que le ocupan en la actualidad de la figura de Karl Popper hacen hincapi¨¦, pura y exclusivamente, cuando no se limitan, a los aspectos m¨¢s sociopol¨ªticos de su obra. Recientemente, en el primer n¨²mero de un nuevo semanario, se analizaba, con una presentaci¨®n deformada, el inter¨¦s de los nuevos mandarines de la sociedad espa?ola por la filosof¨ªa pol¨ªtica popperiana. En su conferencia de Santander, Mario Vargas Llosa parec¨ªa m¨¢s interesado en justificar su reciente experiencia pol¨ªtica al aspirar a la presidencia peruana, utilizando a Popper si era posible, que en cualquier otra cosa.
Aire angelical
Fue magn¨ªfico ver c¨®mo el viejo fil¨®sofo, a cuya cara los a?os han revestido de un cierto aire angelical, sin hacerle perder, no obstante, su desafiante y en ocasiones brusca sinceridad, se?alaba que el escritor hab¨ªa dicho "cosas exageradas e inciertas sobre m¨ª... Se dice, por ejemplo, que soy defensor de la redistribuci¨®n de la riqueza, cuando yo nunca he utilizado este t¨¦rmino en mis escritos". En la sesi¨®n de investidura en el viejo Paraninfo de la calle de San Bernardo, -el rector de la Complutense- Gustavo Villapalos, cerraba el acto con un discurso en el que no falt¨® el intento de asociar la defensa popperiana de la libertad con la recuperaci¨®n de las libertades por la sociedad espa?ola.
S¨ª que faltaron, no obstante, referencias a otras muchas contribuciones de sir Karl al conocimiento, contribuciones por las que el mundo universitario le cuenta entre sus maestros. Pedro Schwartz no pudo resistir la tentaci¨®n -de arrimar el ascua a la sardina de sus propias ideas cuando finalizaba su intervenci¨®n, se?alando que "este popperiano que les habla considera que la distancia entre el Popper de hoy y el Hayek de siempre es mucho menor que anta?o; o que la socialdemocracia de hoy se parece cada vez m¨¢s al capitalismo de siempre".
Hay que reconocer, sin embargo, que el catedr¨¢tico de Historia de las Ideas Econ¨®micas de Ia Complutense ha venido diciendo lo mismo, con claridad y consistencia, desde hace mucho tiempo. Hubiera sido dificil que en semejante ocasi¨®n, y con el apoyo de los ¨²ltimos acontecimientos internacionales, hubiera olvidado tales manifestaciones.
Como se puede apreciar de los anteriores ejemplos (que podr¨ªan incluir, remont¨¢ndose al pasado, al c¨¦lebre Simposio de Burgos de 1968), cuando se repasa el aprecio qu¨¦ se tiene a Popper en Espa?a, uno se encuentra con que el ¨¢mbito de la filosof¨ªa pol¨ªtica ha sido el que m¨¢s atenci¨®n -informada o no- ha atra¨ªdo. Naturalmente, exageraciones y oportunistas aparte, no hay nada que objetar; si acaso, agradecer la labor de esos con frecuencia buenos int¨¦rpretes que han contribuido a diseminar las importantes tesis popperianas de racionalismo cr¨ªtico.
Fil¨®sofo de la ciencia
La cuesti¨®n, sin embargo, se puede contemplar desde otra perspectiva. Aunque importante, la filosof¨ªa de Popper no se limita, ni mucho menos, al ¨¢mbito sociopol¨ªtico. Por el contrario, tal vez sea a la filosof¨ªa de la ciencia a la que m¨¢s energ¨ªas haya. dedicado. No hace mucho, aprovechaba la oportunidad que le brindaba una conferencia que pronunci¨® durante el World Congress of Philosophy celebrado en Brighton, para afirmar una vez m¨¢s su "inquebrantable convicci¨®n de que, junto a la m¨²sica y al arte, la ciencia es el m¨¢s grande, m¨¢s bello y aleccionador logro del esp¨ªritu humano... Los cient¨ªficos han realizado avances casi imposibles en sus osados intentos. He tenido la buena fortuna de presenciar, a lo largo de mi vida, algunos de estos intentos; algunos a distancia, otros incluso desde cerca; y a veces hasta he participado en la aventura, en los campos de la f¨ªsica cu¨¢ntica y biol¨®gica".
Por supuesto, no se desconoce entre nosotros ese aspecto de la obra de Popper (ya en 1962 Enrique Tierno Galv¨¢n incluy¨® en la colecci¨®n Estructura y Funci¨®n, que dirig¨ªa en Tecnos, la traducci¨®n de La l¨®gica de la investigaci¨®n cient¨ªfica), ni se olvida mencionarlo. Pero cuando se compara el tipo, calidad y cantidad de comentarios que ha recibido entre nosotros a lo largo de los a?os, y especialmente ¨²ltimamente, la filosof¨ªa de Popper, se encuentra una alarmante desproporci¨®n entre la filosof¨ªa pol¨ªtica y la filosof¨ªa de la ciencia, de la f¨ªsica en particular. (La filosof¨ªa de la biolog¨ªa, y en concreto la teor¨ªa de la evoluci¨®n darwiniana; a la que Popper tambi¨¦n se ha acercado, ha recibido m¨¢s atenci¨®n, pero perm¨ªtaseme indicar que la dificultad t¨¦cnica de esta disciplina, o al menos de su idea central, es mucho menor que la de la f¨ªsica; no en vano la Espa?a de la segunda mitad del siglo XIX pudo cobijar un intenso debate sobre las tesis darwinianas a pesar de su dram¨¢tico retraso cient¨ªfico).
Indudablemente, la Espa?a actual es una sociedad mucho m¨¢s libre y moderna de lo que era no hace mucho. Consecuentemente, no le es dif¨ªcil dedicar parte de sus energ¨ªas a honrar a pensadores que pod¨ªan ser, por su talante antitotalitarista, mal vistos en el pasado. Pero estos actos no hacen, por s¨ª solos, ni moderna ni m¨¢s libre a una sociedad. La modernidad y libertad no se logran en una sociedad mutilada intelectualmente, que s¨®lo ve una dimensi¨®n de la realidad, una sociedad en la que uno de sus hemisferios, el pol¨ªtico, est¨¢ m¨¢s desarrollado -o es m¨¢s notorio- que el otro, el cient¨ªfico; mucho menos, por supuesto, deformando o cercenando, aunque sea involuntariamente, el pensamiento, ni intentando relacionarlo obsesivamente con la historia y estructuras sociopol¨ªticas. Se ganan, por el contrario, dando muestras de que esa sociedad es lo suficientemente plural y diversificada como para cubrir los diversos aspectos del pensamiento. M¨¢s a¨²n en un caso como el que nos ocupa.
No conozco, en efecto, ning¨²n fil¨®sofo de este siglo (Bertrand Russell incluido) con una filosof¨ªa tan ambiciosa, tan comprehensiva y consistente como Karl Popper. F¨ªsica, matem¨¢tica, qu¨ªmica, biolog¨ªa, cosmolog¨ªa, teor¨ªa pol¨ªtica, ¨¦tica, historia, son algunas de las disciplinas que sir Karl ha intentado abarcar en una visi¨®n de la naturaleza filos¨®ficamente comprehensiva, y en la que los objetivos perseguidos son claramente comprensibles. Es una pena que la sociedad espa?ola (sus cada vez m¨¢s numerosos y capaces cient¨ªficos incluidos) no d¨¦ demasiadas muestras de ser capaz de responder, de contribuir, al reto lanzado por este fil¨®sofo que con tanto ah¨ªnco celebra.
Fr¨¢gil e indefensa
No creo que en la filosofla se encuentren las soluciones a los muy variados problemas que aquejan a los seres humanos, ya sea a nivel individual o colectivo; es demasiado fr¨¢gil e indefensa ante modos de conocimiento m¨¢s poderosos y en cuya g¨¦nesis ella misma particip¨® (el ejemplo de los diversos cambios en la postura de Popper ante la teor¨ªa cu¨¢ntica, especialmente a ra¨ªz de los experimentos de Aspect, es un buen ejemplo en este sentido). Si hubiera que optar, mi postura no se alejar¨ªa demasiado de la que hace ya bastantes a?os defendi¨® Manuel Sacrist¨¢n cuando cuestion¨¢ba la autonom¨ªa de las facultades de Filosof¨ªa. No obstante, respeto profundamente la filosof¨ªa cuando es practicada al estilo de Popper. En tiempos de furiosa especializaci¨®n, visiones filos¨®ficas como la de sir Karl ofrecen un bienvenido consuelo. Entra dentro de lo posible que la filosof¨ªa con ambiciones globalizantes no sea m¨¢s que una ilusi¨®n, pero si es as¨ª ser¨¢ una hermosa, permanente, renovada y consoladora ilusi¨®n. Y ya lo dijo Boecio: "De consolatione philosophiae" ("Sobre la consolaci¨®n por la filosofia").
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