Castro y los legados de la Revolucion
Ir m¨¢s all¨¢ de la especulaci¨®n, por comprensible e inteligente que pudiera ser, en tomo al futuro inmediato de Cuba es, quiz¨¢, la tarea m¨¢s ardua que cualquier visitante a la isla debe asumir. Periodistas y diplom¨¢ticos, los que apuestan y los que fijan las apuestas, discuten de manera interminable sobre cu¨¢nto durar¨¢n Fidel, el petr¨®leo, el pan y la paciencia del pueblo cubano. Pero estas no son necesariamente las ¨²nicas cuestiones, o las mas importantes que plantea una revoluci¨®n que ya rebas¨® los 30 anos de edad. Desde una perspectiva hist¨®rica y hemisf¨¦rica, el aspecto central de la Cuba de hoy es si los indiscutibles logros de la Revoluci¨®n -educaci¨®n, salud, erradicaci¨®n de la pobreza extrema, el sentido de dignidad devuelto al pueblo cubano, la relativa homogeneidad e inclusi¨®n social, que constrastan con la exclusi¨®n de amplios sectores de la poblaci¨®n a lo largo de Am¨¦rica Latina- sobrevivir¨¢n al socialismo, a la revoluci¨®n y a Fidel.El experimento que comenz¨® el primero de enero de 1959 enfrenta actualmente la crisis econ¨®mica, pol¨ªtica e idel¨®gica m¨¢s seria desde su nacimiento. La crisis econ¨®mica es la m¨¢s obvia: se puede observar y sentir en las calles y en los hogares de La Habana. Cuatro factores la originaron. El primero es el fin del subsidio sovi¨¦tico, que fue, probablemente, m¨¢s amplio y decisivo de lo que cualquier persona, incluidos los cubanos, hubiera sospechado. En segunda instancia, la p¨¦rdida del subsidio se vio agudizada a partir de este a?o por los dram¨¢ticos incumplimientos de los compromisos sovi¨¦ticos hacia Cuba. De acuerdo, con el discurso de apertura de Fidel Castro en el IV Congreso ' del Partido Comunista Cubano, el 31 de septiembre, Mosc¨² hab¨ªa entregado s¨®lo el 38% de los productos que se hab¨ªa comprometido a enviar, y que Cuba hab¨ªa pagado. En tercer lugar, la econom¨ªa de la isla est¨¢ su friendo un colapso total -con la excepci¨®n de algunos sectores especializados, como la biotecnolog¨ªa, turismo y c¨ªtricos- en la motivaci¨®n laboral, la productividad y los mecanismos econ¨®micos, al desvanecerse la m¨ªstica revolucionaria a trav¨¦s de los a?os y sin que los incentivos materiales y el mercado la hayan sustituido. Por ¨²ltimo, but not least, Cuba se hunde debido al mantepinfiento y fortalecimiento del bloqueo estadounidense, cuyas consecuencias, conforme se suspendieron paulatinamente las triang¨²laciones v¨ªa Panarn¨¢ y Nicaragua y la sonda sovi¨¦tica de subsidios, se han vuelto m¨¢s severas que nunca.
Parte de todo esto es autoinfringido: ineficiencia, corrupci¨®n y acatamiento dogm¨¢tico a principios err¨®neos explican en gran medida la debacle, as¨ª como la incapacidad de la Revoluci¨®n de aprovechar tres d¨¦cadas de subsidios, sovi¨¦ticos para ser autosuficiente. Pero otra parte se origin¨® externamente: pocas econom¨ªas sobrevivir¨ªan a una completa y abrupta suspensi¨®n del comercio.y financiamiento con sus principales socios, as¨ª como un embargo econ¨®mico de parte de su vecino m¨¢s cercano sin desplomarse. Cuba se desploma.
Programa coherente
La pol¨ªtica econ¨®mica trazada para salir de este atolladero es, parad¨®jidamente, sensata. Por primera vez Castro tiene un programa econ¨®mico coherente: concentrarse en las ventajas comparativas de Cuba -su belleza natural, fertilidad y clima y los millares de cient¨ªficos, ingenieros, doctores y profesionales altamente cualificados que fu¨¦ron formados despu¨¦s de la Revoluci¨®n y obtener lo dem¨¢s mediante el comercio. Agricultura, turismo, medicina y biotecnolog¨ªa, con el respaldo de la inversi¨®n extranjera y la reorientaci¨®n del comercio hacia Latinoam¨¦rica, as¨ª como el env¨ªo de divisas por cubanos en el exterior, deber¨ªan, en teor¨ªa, brindarle a la isla una mejor oportunidad para la supervivencia econ¨®mica y la prosperidad que sus vecinos caribe?os e incluso que la mayor¨ªa de las naciones latinoamericanas. El problema es, desde luego, que los logros de semejante reestructuraci¨®n llevar¨¢n varios a?os, y Fidel Castro est¨¢ corriendo contra el reloj. Se queda sin tiempo en un mundo donde el socialismo ha ca¨ªdo por la borda, y donde cualquier forma de confrontaci¨®n, e incluso desacuerdo con Estados Unidos, es visto como algo. quijotesco, torpe e innecesario.
Bajo estas circunstancias, es delicado pedirle al pueblo cubano que soporte la privaci¨®n que no hab¨ªa sufrido desde los principios de la d¨¦cada de los sesenta sin ning¨²n alivio a corto plazo. La motivaci¨®n socialista, ideol¨®gica y ut¨®pica ya no existe, y mientras el nacionalismo y el orgullo contin¨²an promoviendo la perseverancia, la sensaci¨®n de aislamiento es poderosa. La Revoluci¨®n est¨¢ cerca de perder la batalla que siempre hab¨ªa ganado: la del esp¨ªritu y del coraz¨®n del pueblo cubano.
La m¨¢s importante de las tres crisis es la pol¨ªtica. Fidel Castr¨® ha establecido las alternativas que enfrenta su pa¨ªs en t¨¦rminos altamente favorables para s¨ª mismo: Fidel o Miami, implicando una restauraci¨®n del statu quo previo a 1959. Al observar los conocimientos en Europa del Este y Am¨¦rica Latina, un n¨²mero de cubanos puede interpretar -en cierto grado acertadamente- que tienen mucho que perder si cae el r¨¦gimen. Los l¨ªderes de La Habana han tenido ¨¦xito parcial en construir una base social segmentada para su permanencia en el poder, convenciendo .a algunos sectores de la sociedad de que las cosas podr¨ªan ser peores. Est¨¢n recibiendo un mensaje poco subliminal: en caso de que regresen los exiliados de, Miami, puede significar el fin de su posici¨®n social, nivel de vida y orgullo.
La clase media, compuesta por profesionales altamente capacitados -m¨¦dicos, ingenieros, t¨¦cnicos-, los militares, los ancianos, algunos j¨®venes, y en cierto grado la poblaci¨®n de raza negra. Sus representantes fueron designados en el Politbur¨® (Roberto Rovaina, de las Juventudes Comunistas, y Abel Priata, de la Uni¨®n de Escritores, Artistas y Compositores), y Fidel quiz¨¢ pueda conservar satisfactoriamente parte de su apoyo. Esto no beneficiar¨¢ en igual medida a aquellos que fueron los m¨¢s afectados por las dificultades actuales, o para los que a trav¨¦s de los a?os no han obtenido grandes beneficios de la Revoluci¨®n. Pero para muchos, como el periodista de Juventud Rebelde con el que habl¨¦ en La Habana, el temor es real: "Yo no quiero volver a barrer pisos".
La renovaci¨®n de estas condiciones puede salvar al r¨¦gimen. Pero pueden tambi¨¦n condenar las con quistas de la Revoluci¨®n, si estos sectores, llevados por la desesperaci¨®n, hacen lo mismo que la poblaci¨®n de Europa del Este: tirar al beb¨¦ junto con el agua del ba?o. Los avances en materia de educaci¨®n, salud y la dignidad del pueblo cubano est¨¢n por la escasez economica, la busqueda humillante de divisas duras, las necesidades de todos los d¨ªas, as¨ª como la creciente marginalizaci¨®n de ciertos sectores de la sociedad cubana.
Mientras la democracia pol¨ªtica no parece ser importante dentro de la agenda del pueblo cubanoj¨¢ carencia total de mecanismos democr¨¢ticos para elegir opciones conflictivas y resolver desacuerdos c¨¦ntrales hacen que la.crisis econ¨®mica sea la m¨¢s dif¨ªcil de sobrellevar. A diferencia de Europa del Este, un clamor por la democratizaci¨®n no har¨¢ caer al r¨¦gimen. Pero podr¨ªa transformar los apremios econ¨®micos en catalizador de una crisis pol¨ªtica.
Fidel Castro puede tener raz¨®n: la asociaci¨®n entre la Revoluci¨®n, de la cual fue l¨ªder hace 30 a?os, y su propia persona pueden ser tan fuerte que la opci¨®n de Fidel o Miami pudiera no constituir una amenaza tan seria. Pero tambi¨¦n es posible que Castro est¨¦ equivocado. Si los logros de la Revoluci¨®n no pueden sobrevivir al desplazamiento de Fidel en la escena, entonces nada podr¨¢ ser salvado cuando ¨¦l desplazamiento ocurra (si ser¨¢ tarde o temprano es una apreciaci¨®n para altr¨®logos). Si su retiro del poder puede preservar los avances aditirables de la Revoluci¨®n, conservarlos ser¨¢ m¨¢s importante que salvar a Fidel Castro.Cada vez es m¨¢s evidente que el momento hist¨®rico que Fidel inici¨® en la Sierra Maestra ahora exige su paso a la historia, si Cuba quiere salvar los legados de la Revoluci¨®n.
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