La voz que resucita
M¨¦xico recupera a Chavela Vargas a sus 72 a?os tras una destructiva crisis alcoh¨®lica
Fue la voz m¨¢s poderosa de Am¨¦rica Latina, pero el alcohol, que durante 35 a?os se apoder¨® de ella, la destruy¨® como persona y como artista, y arras¨® con toda una carrera de ¨¦xitos que hasta la d¨¦cada de los setenta le hab¨ªa llevado a cantar en los escenarios m¨¢s importantes del mundo. Unos la daban por muerta y otros la cre¨ªan perdida en alg¨²n rinc¨®n de M¨¦xico maloliendo a tequila. Pero Chavela Vargas ha vuelto con 72 a?os a entonar su canto m¨¢gico.
M¨¦xico ha comenzado a recuperar, tras un largo par¨¦ntesis de olvido, a Chavela Vargas, aquella gran cantante que se hizo universal a partir de 1952 con La Macorina y que luego fue reivindicada, pese a haber nacido mexicana, por todos los pa¨ªses de habla hispana porque sus canciones parec¨ªan hechas por un mismo patr¨®n desde Tierra del Fuego a El Paso. "Ahora tengo periodistas todos los d¨ªas por mi casa. De Jap¨®n, de Alemania... Tampoco me faltan ofertas de contratos, para Francia, para Espa?a... Es mi resurrecci¨®n. Ya no me llaman borracha sino se?ora de los escenarios".Arruinada y olvidada por quienes anta?o la halagaban, decidi¨® hace casi 12 a?os dejar de beber y pudo superarse a s¨ª misma hasta convencerse de que la vida hab¨ªa nacido de nuevo para ella. Atr¨¢s quedaban muchas noches de ¨¦xito, pero tambi¨¦n de infelicidad y de desastre personal. Sin embargo, borr¨® de su memoria lo malo de su pasado y se empe?¨® en empezar de nuevo. Apoyada por la directora teatral mexicana Jesusa Rodr¨ªguez, hace aproximadamente un a?o regres¨®, con un espect¨¢culo de dos horas, a una peculiar sala de Coyoac¨¢n, llamada El H¨¢bito, en la que act¨²a los viernes de cada semana.
No era su p¨²blico de siempre sino gente de la intelectualidad mexicana, universitarios en suma, que pronto no s¨®lo supieron captar su arte sino comprender al mismo tiempo su esfuerzo por volver a ser, ya en su ancianidad, esa Chavela grandiosa que les regalaba tangos a los argentinos, corridos a los mexicanos, cumbias a los colombianos, boleros a los cubanos y pasodobles a los espa?oles. "Los j¨®venes viajeros los biznietos de mi viejo p¨²blico", relata ella, que quieren o¨ªr de su propia voz esa Macorina que sus madres o abuelas les tarareaban por la noche cuando eran ni?os
El ¨¦xito de Chavela Vargas no s¨®lo se reduce a esa sala de Coyoac¨¢n que llenan cada viernes viejos profesores y j¨®venes alumnos de la Facultad de Filosof¨ªa, artistas, escritores, periodistas o actores, o al inter¨¦s despertado por quienes tratan de rescatarla a tiempo pasado para ese p¨²blico amplio que en su d¨ªa la iz¨® y la baj¨® del pedestal. Hace unos meses el cineasta alem¨¢n Werner Herzog pregunt¨® por aquella voz mexicana que en su adolescencia le recordaba la dulzura y el candor de la Am¨¦rica de habla espa?ola, y mand¨® a buscarla a M¨¦xico. Chavela viv¨ªa perdida junto al monasterio benedictino de Ahuatepec, en las inmediaciones de Cuernavaca, rodeada del cari?o de muy pocos, entre ellos el periodista y escritor espa?ol Francisco Ignacio Taibo, y de la amistad sencilla pero profunda de una peque?a comunidad de indios que nunca dejaron de quererla.
Dif¨ªcil le result¨® al enviado de Herzog encontrar a la vieja Vargas, a quien en el distrito federal incluso la daban por muerta, pero la hall¨®. Estaba sana y fuerte, llena de vitalidad y enloquecida por hacer cosas impropias de su edad, entre ellas subirse a aviones deportivos. M¨¢s que a una anciana, a Herzog le dijeron que en Ahuatepec lo que se hab¨ªan encontrado era una ni?a llena de ilusiones, y unos meses despu¨¦s Chavela Vargas rodaba en la Patagonia el ¨²ltimo filme del director alem¨¢n, Grito de piedra, en un papel estelar de mujer ind¨ªgena que ella misma se?ala, orgullosa de ser recuperada a sus 72 a?os, con la palma extendida de la mano: "La quinta estrella por orden de aparici¨®n".
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