El tercer hombre
La prensa norteamericana ha publicado recientemente que Brian Adams, apoy¨¢ndose en su reciente ¨¦xito como autor de la banda sonora de la pel¨ªcula Robin Hood, se ha convertido en el m¨²sico m¨¢s importante de su pa¨ªs. Bas¨¢ndose en cifras de ventas y de asistencia a conciertos jubilan, seguramente de forma anticipada, a Neil Young y a Leonard Cohen. Los n¨²meros mienten: Brian Adams demostr¨® con su actuaci¨®n en Madrid que sigue siendo el tercer hombre del pop-rock canadiense.Le sobra fuerza, voz y sentido comercial. Y tiene detr¨¢s una gran banda. El puzzle encaja a la perfecci¨®n pero, por simple, acaba saturando. Le faltan alternativas r¨ªtmicas. Nunca matiza tanto como en sus grabaciones, en las que tampoco se muestra como un maestro de la sutileza, y en algunos instantes parece carecer de canciones. Pecado mortal para un cantautor, aunque sea el¨¦ctrico.
Bryan Adams
Brian Adams (voz, guitarra), Keith Scott (guitarra), David Taylor (bajo), Michael Curry (bater¨ªa), Thomas Mandel (teclados). 4.000 personas. Precio: 2.800 pesetas. Pabell¨®n de Deportes del Real Madrid. Madrid, 10 de diciembre.
Los temas r¨¢pidos tienen una estructura similar a los cl¨¢sicos del heavy-metal. Riff pesados como columna vertebral, con una majestuosa bater¨ªa y un par de guitarras en primer plano. Entra la voz, arrastr¨¢ndose, y serpentea hasta encontrar el estribillo. Es el gran momento. Las palmas hechan humo y las gargantas parece que van a explotar. As¨ª canci¨®n tras canci¨®n, de forma casi mec¨¢nica. La excepci¨®n hay que buscarla en las baladas.
En los temas lentos se produce una jugosa variaci¨®n: la melod¨ªa modelo parece compuesta bajo una sobredosis de miel, en un delirium tremens con visiones de Kevin Costner vestido de verde, con un arco en su mano derecha. La magn¨ªfica voz de Adams y algunos detalles de guitarra eclipsan en parte esta sensaci¨®n, y evitan un empacho que parece inevitable.
T¨¦cnicamente el concierto fue impecable. El remozado Pabell¨®n del Real Madrid son¨® como nunca, el p¨²blico se divirti¨®, y los m¨²sicos que actuaron junto a Adams hicieron buena una vieja teor¨ªa de este ¨²ltimo: hacerse acompa?ar por los mejores instrumentistas. Dicen que es el ¨²ltimo gran cantautor el¨¦ctrico. En ese caso su puesta en escena resulta perfecta para apreciar y valorar en su justa medida virtudes ajenas, como la intensidad de Neil Young, las canciones de Bruce Springsteen, la sensibilidad de Tom Petty, el carisma de John Mellencamp...
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