El definitivo comienzo de Pilar Mir¨®
Despu¨¦s de un lustro en el que ha sido arrastrada a convertirse en protagonista a su pesar -pues no tiene esta mujer vocaci¨®n de v¨ªctima ni de chivo expiatorio de malas y estomagantes pel¨ªculas de la vida real escritas y orquestadas por algunas de esas, en palabras de Antonio Machado, "malas gentes que apestan la tierra", Pilar Mir¨® ha vuelto a su sitio, a sentarse detr¨¢s de una c¨¢mara de cine con unos centenares de cuartillas en las manos. El resultado est¨¢ ah¨ª, se titula Beltenebros y contiene algunas lecciones de c¨®mo hay que hacer hoy en Espa?a cine, cine que, por discutible que sea para algunos, funciona, mantiene al espectador quieto en la butaca, aceptando o rechazando -las dos opciones son leg¨ªtimas y legitiman a un filme cuando surgen simult¨¢neamente en la sala- lo que ve en la pantalla.A la salida de una proyecci¨®n de Beltenebros en un cine de la Gran V¨ªa madrile?a un espectador coment¨®: "No est¨¢ mal esta pel¨ªcula: no parece espa?ola". Sin duda es ¨¦ste un silogismo coloquial expeditivo y arbitrario, pero la verdad es que, sin propon¨¦rselo, tiene actualmente en Espa?a una grave carga de verdad, verdad que a su vez es una -quiz¨¢ la principal- de esas lecciones a las que antes nos referimos: la pel¨ªcula est¨¢ tan bien hecha, su factura es tan solvente y su elaboraci¨®n tan meticulosa que rompe la baraja cotidiana del cine espa?ol, donde la norma es la producci¨®n-chapuza.
Beltenebros
De Pilar Mir¨®, basada en la novela de Antonio Mu?oz Molina. Int¨¦rpretes: Terence Stamp, Patsy Kensit, Jos¨¦ Luis G¨®mez, Jorge de Juan, John McEnery, Sim¨®n Andreu y Geraldine James. Gui¨®n: Pilar Mir¨®, Mario Camus y Juan Antonio Porto. Fotograf¨ªa: Javier Aguirresarobe. M¨²sica: Jos¨¦ Nieto. Espa?a, 1991. Estreno en Madrid: cines Gran V¨ªa, Renoir Cuatro Caminos (V. 0.), Proyecciones, Vaguada y Multicines Ideal.
Frente a esta regla, Beltenebros es una (y por suerte no ¨²nica) excepci¨®n, pues es obra de una producci¨®n casi primorosa, en la que cada eslab¨®n del engranaje es el adecuado, est¨¢ en su justo sitio y se mueve perfectamente engarzado con los otros: historia, gui¨®n, fotograf¨ªa, m¨²sica, decorados, objetos, ambientes, reparto, direcci¨®n y montaje, componen un todo, un conjunto no troceable.
De ah¨ª su car¨¢cter metaf¨®rico de pel¨ªcula "no espa?ola", ya que en nuestra producci¨®n convencional la norma es la desorganizaci¨®n, el desorden, o como mucho el acierto de algo o de alguien caminando codo con codo junto al error de algo o de alguien: una desarmon¨ªa en la elaboraci¨®n de las pel¨ªculas que no existe en Beltenebros, que es un trabajo cinematogr¨¢fico de equipo bien conjuntado, sin ca¨ªdas, sin desfallecimientos, bien escrito, bien interpretado y mejor realizado.
Solvente factura
Por su solvente factura es Beltenebros una pel¨ªcula que sin duda tendr¨¢ abierta la puerta de cualquier pantalla de cualquier pa¨ªs del mundo. All¨ª se ver¨¢ bien: no desentonar¨¢ cotejada con lo m¨¢s solvente de la producci¨®n convencional sin fronteras: divierte, mantiene en tensi¨®n, intriga, inquieta y obedece a un ajuste muy notable entre lo que mediante ella buscan sus autores y lo que en ella encuentran sus receptores.Es una verdadera pel¨ªcula en un pa¨ªs donde se hacen pocas pel¨ªculas, y muy pocas de verdad. Diez o 20 obras cada a?o como Beltenebros y Espa?a podr¨ªa ponerse en la cabeza de las cinematograf¨ªas europeas.
Tiene ciertamente el filme algunos errores de concepci¨®n y ejecuci¨®n -por ejemplo, las tres escenas er¨®ticas no acaban, a nuestro juicio, de ser enteramente convincentes, y hay, por otra parte, alg¨²n inoportuno brote de sobreactuaci¨®n en la crucial escena del incendio, casi al final-, pero ¨¦stos quedan compensados y borrados de la memoria por la abundancia de los aciertos, por la fluidez y rigor de los encadenados de los planos o de la sucesi¨®n de escenas, y por la enjundia de algunas de ¨¦stas, que por acumulaci¨®n dan densidad progresivamente a la aventura -eso es el filme: una intensa aventura, una complicada intriga policiaca, es decir, una excelente pel¨ªcula de g¨¦nero, en la que las adherencias pol¨ªticas y las reflexiones morales est¨¢n subordinadas y diluidas en la acci¨®n, en el hilo que engrosa la intrincada madeja de los sucesos que componen un enigma arquet¨ªpico del buen cine negro- y que la conducen a un final que es al mismo tiempo principio, un final, por tanto, abierto, generoso y de mucha dificultad y riesgo. Un riesgo y una dificultad que el filme sortea con soltura, y es por ah¨ª por donde deben medirse los m¨¦ritos de Beltenebros: es una pel¨ªcula que est¨¢ siempre en el borde de lo inveros¨ªmil y, sin embargo, es cre¨ªble; se coloca muchas veces en la misma frontera del rid¨ªculo y, sin embargo, jam¨¢s incurre en ¨¦l.
Por el contrario, crea seriedad, entretiene, sostiene la atenci¨®n y, de paso -junto a aquellas imprecisiones antes citadas-, ofrece algunos alardes de alta precisi¨®n, como es el caso del empleo simult¨¢neo -sin hacer incurrir en despistes al espectador, debido a la exactitud con que los saltos cronol¨®gicos se apoyan en objetos distintivos y en otros recursos estrictamente visuales- de tres y hasta cuatro tiempos paralelos en el armaz¨®n del relato, lo que es una aut¨¦ntica prueba de fuerza, un ejercicio de innegable buen oficio -es decir, de talento- tanto en los guionistas y el fot¨®grafo como en la directora.
Se ve mejor que bien Beltenebros. Sus casi dos horas de duraci¨®n se hacen un tiempo coherente, organizado, ligero y sin apenas respiros. Posee un buen sentido de la graduaci¨®n: empezando muy alto, con una secuencia inicial que crea muchas expectativas, no obstante crece, no desalienta en la b¨²squeda en la pantalla de emoci¨®n y de enigma, lo que hace tensa y confortable su proyecci¨®n.
Puede y debe uno hacer suyo -o cuando menos ser c¨®mplice de ¨¦l- este retorno, tras su exilio interior, de Pilar Mir¨® a su lugar en la tierra. Tiene por ello Beltenebros algo tan dif¨ªcil de definir como el favor de un comienzo, un nuevo comienzo, probablemente el definitivo comienzo de una cineasta genuina.
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