Fallece Jos¨¦ Guerrero, el m¨¢s neoyorquino de los pintores espa?oles
A primeras horas de la tarde de ayer falleci¨® en Barcelona, a los 77 a?os; de edad, el pintor Jos¨¦ Guerrero, uno de los m¨¢s notables artistas espa?oles de vanguardia de la segunda mitad del siglo XX y, junto a Esteban Vicente, el ¨²nico entre nuestros compatriotas que vivi¨® en directo el desarrollo de la m¨ªtica Escuela de Nueva York, a algunos de cuyos m¨¢s c¨¦lebres integrantes trat¨® amistosamente durante a?os, como Franz Kline, Robert Motherweil o Rothko.
Jos¨¦ Guerrero hab¨ªa nacido en Granada el 29 de octubre de 1914, siendo el tercer hijo var¨®n de una modesta familia local. En 1935 conoci¨® a Federico Garc¨ªa Lorca, que le aconsej¨® instalarse en Madrid, pero la instrucci¨®n militar en Ceuta y luego la guerra civil retras¨® el proyecto hasta 1940. Permaneci¨® desde este a?o hasta 1945 en la capital de Espa?a realizando estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde qued¨® particularmente impresionado con las clases de Lafuente Ferrari y las de V¨¢zquez D¨ªaz, quien premonitoriamente le indic¨® que el futuro art¨ªstico estaba en Nueva York y no en Par¨ªs.
Mundo adelante
En 1945 el Gobierno franc¨¦s1e concede una beca de estudios en Par¨ªs, primera etapa de un ya incansable periplo internacional que le llev¨® de Francia a Suiza y luego a Italia, donde conoci¨® a la que se convertir¨ªa en su mujer en 1949, la periodista norteamericana Roxane Whitter Pollock. Este matrimonio franque¨® las ¨²ltimas dificultades para que Guerrero pudiese dar el salto a Nueva York, donde arriba y se instala tras una temporada en Londres, en 1950, permaneciendo all¨ª ininterrumpidamente, con algunos peque?os par¨¦ntesis, hasta 1965, a?o a partir del cual comenz¨® a alternar sus estancias entre Norteam¨¦rica y Espa?a.Se hab¨ªa nacionalizado norteamericano el a?o 1953, pero, a pesar de que fue muy bien acogido en Espa?a cuando decidi¨® regresar ya de una forma regular, no quiso nunca prescindir de la fuerte tensi¨®n activadora del siempre duro y exigente panorama neoyorquino, como ¨¦l mismo lo explic¨® en cierta ocasi¨®n: "En Am¨¦rica es muy duro. Aqu¨ª llega un momento en que nos dan demasiado nombre y nos creemos importantes; luego llega uno a Am¨¦rica y es un cero a la izquierda. Lo bueno que tiene aquel pa¨ªs es que hay que empezar siempre de nuevo. La lucha me gusta, estar alerta ... ".
Respetado en Estados Unidos, la verdad es, sin embargo, como tambi¨¦n el propio Guerrero lleg¨® a reconocer, que la cr¨ªtica de aquel pa¨ªs no lo consideraba un pintor de all¨ª, no por cuestiones nacionalistas, sino porque su estilo estaba cargado de una luz y un color que consideraban espa?oles, en todo caso, mediterr¨¢neos. Esto ¨²ltimo parece, evidente, pero si Guerrero no pudo ni quiso erradicar esa paleta ardiente y vistosa que delataba estruendosamente sus or¨ªgenes, eso no signific¨®, por otra parte, que no fuera sensible frente a la tremenda energ¨ªa, la libertad y la t¨¦cnica autom¨¢tica del expresionismo abstracto americano. En realidad, su pintura es una brillante s¨ªntesis entre estas dos culturas, consiguiendo en toda supureza lo mejor de ambas, lo que le permiti¨® siempre escapar a las f¨®rmulas acad¨¦micas acartonadas.
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