Venidos de Oriente
Una vez m¨¢s, debo confesarlo, Lorena me sorprendi¨® ayer. Durante toda la tarde la vi pensativa, a veces como ida. Por fin, al llegar la noche y acostarla, conoc¨ª el motivo de su preocupaci¨®n. Me pregunt¨®, as¨ª, de sopet¨®n, si este a?o tambi¨¦n iban a venir los Reyes Magos. Yo, inocentemente, contest¨¦ que s¨ª. Su respuesta no se hizo esperar: "Rub¨¦n nos ha dicho que, como son de, otro pa¨ªs, no les van a dejar entrar".Intent¨¦ explicarle que, como son magos, podr¨ªan disimular el acento y no habr¨ªa m¨¢s problemas. ?Y a Baltasar, le enharinamos la cara? me dijo. Quise pensar que tal vez Santa Claus o Pap¨¢ Noel, al venir de pa¨ªses ricos y avanzados, tuvieran menos problemas para llevar a cabo su misi¨®n. Le dije que no se preocupara,. que seguro que a Sus Majestades se les ocurrir¨ªa la soluci¨®n f¨¢cilmente y con su magia conseguir¨ªan su prop¨®sito.
Al salir de su cuarto, el preocupado era yo. C¨®mo explicarle lo que es una visa, un permiso de trabajo o un contrato laboral. C¨®mo entender que alguien pueda decir qui¨¦n tiene derecho a vivir aqu¨ª o no, c¨®mo discriminar en funci¨®n del color, la raza, la religi¨®n o ideolog¨ªa pol¨ªtica.
El mundo es uno, y todos estamos en ¨¦l. Intent¨¦ buscar motivos para afianzarme en mi creencia en que la ley de extranjer¨ªa es injusta, y me parecieron tan evidentes que casi las abandono por triviales y sin fundamento. ?Acaso no somos iguales y aspiramos a una vida digna, tranquila, satisfactoria? La respuesta debe ser rotunda: no a leyes como ¨¦sta.
Levant¨¦ la cabeza y mir¨¦ a mi alrededor. ?Qu¨¦ pensar¨¢ Lorena cuando aprenda a leer Chile en todos los rincones de la casa y sepa que es una realidad tan distante de aqu¨ª?-
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