Juego de intereses y tensiones monetarias
POR RAZONES bien distintas, Alemania y Estados Unidos han decidido a lo largo de la semana sendos movimientos en sus tipos de inter¨¦s de signo contrario. Con ello han alterado significativamente la relativa tranquilidad que caracteriza la actividad de los mercados financieros en estas fechas navide?as, coincidentes con las del final del ejercicio econ¨®mico.La elevaci¨®n el jueves por el Bundesbank de sus tipos de referencia -la tasa lombard y la tasa de descuento, desde el 7,5% al 8%, el m¨¢s elevado desde el final de la Segunda Guerra Mundial- trata de contener las tensiones inflacionistas presentes en aquella econom¨ªa desde el inicio de la reunificaci¨®n de las dos Alemanias.
Ese aumento en la remuneraci¨®n de los activos financieros denominados en marcos alemanes determin¨® la apreciaci¨®n del tipo de cambio frente a las dem¨¢s monedas, y oblig¨® a buen n¨²mero de bancos centrales europeos a seguir al alem¨¢n en ese encarecimiento del dinero, con el fin de mantener la disciplina de flotaci¨®n conjunta del Sistema Monetario Europeo (SME).
Un d¨ªa despu¨¦s, la Reserva Federal Estadounidense (FED) volv¨ªa a sorprender a los mercados financieros con el descenso en su tasa de descuento -el tipo de inter¨¦s al que ese banco central presta a los bancos y al resto de las entidades financieras en un punto porcentual, hasta dejarlo en el 3,5%, el m¨¢s bajo desde noviembre de 1964, con el fin de estimular el crecimiento de una econom¨ªa aparentemente m¨¢s pr¨®xima a una reca¨ªda en el cuadro recesivo que la ha caracterizado en los ¨²ltimos 18 meses que a la esperada recuperaci¨®n.
Una decisi¨®n sorprendente no tanto por el momento en que ha sido adoptada como por la magnitud -la reducci¨®n m¨¢s pronunciada en los ¨²ltimos 10 a?os- que cabe interpretar como una forma de disuasi¨®n de la Reserva Federal ante las reducciones de impuestos que pudieran ser decididas por el presidente Bush, de adversos efectos sobre el d¨¦ficit presupuestario.
A pesar de ello, no puede descartarse una disminuci¨®n de los grav¨¢menes fiscales si, como anticipan no pocos analistas, la reacci¨®n de la econom¨ªa de EE UU a la terapia monetaria sigue siendo insuficiente y, en consecuencia, aumenta la insatisfacci¨®n de los ciudadanos estadounidenses en v¨ªsperas de la campa?a electoral para la presidencia.
La debilidad con que reaccion¨® el d¨®lar a esa ampliaci¨®n de las diferencias en tipos de inter¨¦s hasta niveles hist¨®ricamente excepcionales ha renovado la fortaleza de la moneda alemana, y con ella la necesidad de que la pr¨¢ctica generalidad de los pa¨ªses europeos descarte cualquier posibilidad de reducci¨®n a corto plazo de sus tipos de inter¨¦s, con el fin de evitar depreciaciones de sus monedas.
No es el caso ¨²nicamente de la econom¨ªa brit¨¢nica, aquejada de un cuadro recesivo, sino del conjunto de las europeas, que procuran garantizar la recuperaci¨®n de sus d¨¦biles ritmos de crecimiento.
En nuestro pa¨ªs, la desaceleraci¨®n del crecimiento econ¨®mico experimentada desde finales del primer trimestre no ha estado acompa?ada, como es el caso de EE UU y las principales econom¨ªas europeas -excepci¨®n hecha de la alemana-, de menores tasas de variaci¨®n de los precios.
El mantenimiento de los m¨¢s elevados tipos de inter¨¦s de los pa¨ªses del SME en Espa?a ha mantenido la fortaleza relativa de la peseta, pero apenas ha contribuido a reducir la inflaci¨®n, vinculada de forma estructural al comportamiento de los servicios.
La necesidad de que el Banco de Espa?a acompa?e con movimientos alcistas en el precio del dinero a sus colegas comunitarios es menos vinculante, dada la c¨®moda holgura de que dispone la peseta en el mecanismo cambiario del Sistema Monetario Europeo, pero en absoluto descartable, como hemos tenido ocasi¨®n de apreciar el pasado lunes, en que elev¨® su tipo de intervenci¨®n.
Tensiones adicionales en los tipos de inter¨¦s alemanes podr¨ªan llegar a hacer imposible el mantenimiento de esa disciplina cambiaria por algunas monedas del Sistema Monetario Europeo a los actuales tipos de cambio centrales y provocar un reajuste de los mismos, inalterados desde 1987.
A la trascendencia de un escenario tal no s¨®lo no parece ser sensible el Bundesbank, sino que entrar¨ªa en los desenlaces posibles a los que puede dar lugar ese juego de intereses, pocas veces m¨¢s expl¨ªcitamente particulares que en los movimientos monetarios habidos en esta ¨²ltima semana.
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