Jean Genet se queda a cenar
El ambiente intelectual del Par¨ªs de los sesenta, visto por la tata valenciana de Juan Goytisolo
Juan Goytisolo acababa de volver de Yemen, donde ha terminado recientemente el rodaje de una serie para Televisi¨®n Espa?ola sobre varios pa¨ªses ¨¢rabes. Al d¨ªa siguiente ten¨ªa que pronunciar una conferencia en Valencia. Y en esta ciudad se encontr¨® con Vicenta Exp¨®sito, a la que no ve¨ªa desde hac¨ªa d¨¦cadas. La mujer, que sirvi¨® en casa del escritor, en Par¨ªs, a finales de los a?os cincuenta y principios de los sesenta, tiene una particular visi¨®n de intelectuales como Genet, Lacan, L¨¦vi-Strauss o Cort¨¢zar, personajes ilustres cuya evoluci¨®n contempl¨® desde la cocina.
"Hay carne, hay huevos, hay de todo", replicaba invariablemente Vicenta Exp¨®sito cuando los propietarios de la casa donde serv¨ªa en Par¨ªs volv¨ªan imprevistamente con amigos a la hora de cenar. Uno de ellos llegaba siempre hambriento. Era Jean Genet, un autor maldito que en 1947 hab¨ªa escrito -aunque eso Vicenta no lo sab¨ªa- una obra teatral titulada Las criadas, en la que se plasmaba la vitri¨®lica opini¨®n de unas sirvientas sobre sus se?ores.Vicenta tiene ahora, adem¨¢s de un magn¨ªfico humor, casi 77 a?os. El pasado d¨ªa 11 de diciembre, volvi¨® a ver, despu¨¦s de 21 o tal vez 25 a?os -su memoria falla en este punto-, al se?or de aquella casa donde sirvi¨® en la capital francesa entre 1956 y 1964.
Juan Goytisolo deb¨ªa acudir a Valencia a pronunciar una conferencia de vindicaci¨®n de la obra literaria entendida como un texto que persigue y consigue la relectura. Los organizadores, pertenecientes a la obra cultural de Bancaja, le preguntaron si deseaba ver a alguien en particular durante su visita a la ciudad. Y ¨¦l se acord¨¦ de Vicenta, la tata que vivi¨® ocho a?os en Par¨ªs con ¨¦l y con su compa?era Monique, y que cuid¨® de la entonces peque?a hija de ¨¦sta, Carole.
Por Carole pregunt¨® repetidamente Vicenta a lo largo de la cena en la que se reuni¨® con el escritor. Y, en un castellano a duras penas construido sobre la estructura del precioso catal¨¢n de Beniarj¨® (Valencia), desgran¨® algunas divertidas an¨¦cdotas de un mundo, el de los intelectuales del Par¨ªs de finales de la d¨¦cada de los cincuenta y principios de los sesenta, visto desde la cocina por los ojos de una de tantas trabajadoras valencianas de la emigraci¨®n.
"Lleg¨® un momento", coment¨® Goytisolo, "en que nuestra casa parec¨ªa una agencia de contrataci¨®n". El escritor recordaba la llegada constante de chicas de Beniarj¨® en busca de orientaci¨®n para buscar una casa donde servir. "?Es aqu¨ª donde colocan chicas?", cont¨® el novelista que pregunt¨® una de ellas en una ocasi¨®n. La verdad es que Par¨ªs deb¨ªa estar lleno de j¨®venes valencianas en empleos dom¨¦sticos. Una paisana de Vicenta trabajaba para Jacques Lacan. Otra lo hac¨ªa para alguien con la curiosa costumbre de cerrar la nevera con candado mientras estaba fuera. "En la vida me hubiera quedado en una casa as¨ª", afirm¨® Vicenta con rotundidad. El aludido no era otro que el estructuralista Claude L¨¦vi-Strauss.
Letra grande
El escritor ha convertido a Vicenta en personaje de algunos de sus libros. Se?as de identidad y, en mayor medida, Los reinos de taifas dedican algunas p¨¢ginas a esta mujer. Ella explic¨® que Goytisolo le hab¨ªa enviado en su d¨ªa esta segunda obra, pero confes¨® con ingenuidad que s¨®lo lee libros con la letra grande."Su trabajo es para estar quieto y pensar", asegur¨® Vicenta del escritor con una indisimulada admiraci¨®n. Y a?adi¨®: "Mentiras, no dice ni una. Por eso me gusta". La aventura de Par¨ªs la comparti¨® Vicenta con su marido, Antonio, fallecido hace siete a?os. ?l trabajaba de noche en el mercado de Les Halls, y Goytisolo cont¨® que, en la ¨¦poca en que estaba vigente el toque de queda para la poblaci¨®n argelina, toda la casa permanec¨ªa en vilo por si lo deten¨ªa la polic¨ªa al confundirlo con un magreb¨ª, dado su aspecto f¨ªsico.
"Hay que disfrutar de la vida, Juan", le recomendaba Vicenta a Goytisolo, que rememoraba an¨¦cdotas como una paella que la mujer, una magn¨ªfica cocinera, llena de sentido com¨²n, prepar¨® una vez para una reuni¨®n de 27 personas, entre las que se encontraban miembros de una familia llena de intelectuales, as¨ª como algunos personajes de la vida cultural del Par¨ªs de una ¨¦poca en la que la ciudad volv¨ªa a hervir de ideas como en sus mejores tiempos.
Nota media
Muy ligada afectivamente a la peque?a Carole en aquellos a?os, Vicenta explic¨® una curiosa escena. La peque?a estaba un d¨ªa preparando un trabajo de literatura para la escuela cuando se dejaron caer por all¨ª dos amigos m¨¢s o menos habituales de la casa.Medio en broma, medio en serio, decidieron redactarle ellos mismos la tarea. Uno era el escritor Julio Cort¨¢zar y el otro pod¨ªa ser Carlos Fuentes -aunque la memoria de Vicenta volvi¨® a esparcir algunas brumas sobre este recuerdo-. Carole s¨®lo obtuvo por aquel trabajo una "nota media".
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