Una nueva ONU
LA ORGANIZACI?N de las Naciones Unidas, fundada en 1945 para sustituir Ias espadas por los arados" e impedir el estallido de nuevas guerras tan desoladoras o m¨¢s que la que conclu¨ªa entonces, ha tenido 46 a?os de vida desigual. Hoy, desaparecida la bipolaridad de poder (hasta los antiguos antagonistas se sientan en una ¨²nica organizaci¨®n de seguridad, la OTAN), liquidado el colonialismo, encauzada la soluci¨®n de los problemas pol¨ªticos cl¨¢sicos de la ONU, como el de Oriente Pr¨®ximo, hacia otros foros, parece evidente que la Organizaci¨®n debe ser reformada de arriba abajo para responder con eficacia a los nuevos retos de la paz, la justicia, el desarrollo y los derechos humanos.En 1945, la nueva ONU pretend¨ªa plantar cara a los problemas y resolverlos. Pretend¨ªa nada menos que establecer un Gobierno mundial que fuera ejecutivo y capaz de imponer a todas las naciones del planeta el derecho internacional. No lo ha conseguido, evidentemente, pero ha tenido ¨¦xitos indudables en otros campos. En casi 50 a?os, de los 51 fundadores se ha pasado a los m¨¢s de 160 miembros de hoy. Puede que en esta triplicaci¨®n de pa¨ªses se encuentre reflejada la verdadera historia del ¨¦xito de la Organizaci¨®n. Porque, h¨¢blese como se quiera, de su insoportable burocracia, de su lentitud, de su ineficacia, la ONU (no un organismo abstracto con vida propia, sino la suma de la voluntad de todos sus miembros) est¨¢ en la base de muchos de los profundos cambios ocurridos en el mundo desde el t¨¦rmino de la II Guerra Mundial. Ha patrocinado con ¨¦xito toda una pol¨ªtica de descolonizaci¨®n que ha llevado a continentes enteros a la vida independiente, ha producido un torrente de ideas nuevas sobre el desarrollo econ¨®mico y social, sobre el impulso de la tecnolog¨ªa, sobre la conservaci¨®n del medio ambiente y sobre el mantenimiento de la paz global.
Es cierto que la ONU no fue capaz de impedir las guerras desde que, apenas cinco a?os despu¨¦s de su fundaci¨®n, empezara la de Corea. Pero la temida III Guerra Mundial nunca estall¨®. De hecho, la Organizaci¨®n fue perfecta como intermediario entre irreconciliables enemigos durante las d¨¦cadas de guerra fr¨ªa.
La indispensable reforma de la ONU debe empezar por su ¨²nico ¨®rgano verdaderamente ejecutivo, el Consejo de Seguridad, que fue escenario desde 1946 de las m¨¢s duras batallas dial¨¦cticas, libradas con el arma del veto. Aunque ser¨¢ bueno preguntarse un d¨ªa si el veto, especialmente de los pa¨ªses occidentales, no resolvi¨® m¨¢s problemas que los que cre¨® y no impidi¨® m¨¢s locuras, especialmente del Tercer Mundo, que las que patrocin¨®, ello no quita que ahora aparezca la estructura del Consejo como escasamente realista.
De sus 15 miembros, cinco son permanentes y disponen del derecho de veto. Son los vencedores de la II Guerra Mundial: Estados Unidos, la URSS (hoy desaparecida y sustituida, para mayor comodidad, por Rusia), China (Taiwan hasta 1971), Francia y Reino Unido. ?Qu¨¦ queda de aquellos guerrerros? ?Son todos aquellos pa¨ªses las superpotencias de hoy? Evidentemente, no.
?Es suficiente para justificar su condici¨®n de miembros permanentes que los cinco sean potencias nucleares? De ning¨²n modo, puesto que otros (Israel, Ucrania, Kazajst¨¢n, entre ellos) tambi¨¦n poseen armamento at¨®mico. ?Son ellos los pa¨ªses m¨¢s influyentes de la comunidad internacional? Por supuesto que no. Entre la potencia pol¨ªtica y econ¨®mica del Reino Unido y Francia, por ejemplo, y la de Alemania existe un abismo, por no hablar de Jap¨®n. ?Son los cinco los que m¨¢s contribuyen al presupuesto de la ONU? No, puesto que Alemania, Jap¨®n, Italia y Canad¨¢ pagan m¨¢s que el Reino Unido, y los dos primeros, m¨¢s que Francia. Espa?a contribuye m¨¢s que China.
Lo m¨¢s razonable ser¨ªa que la CE representara a Europa en el Consejo de Seguridad. ?No ser¨ªa el mejor m¨¦todo de asegurarse que nuestro continente habla con la voz y la fuerza que le corresponden? No otra cosa pretende, al fin y al cabo, el Tratado de Uni¨®n Europea aprobado hace d¨ªas en Maastricht. Y, aunque ¨¦ste sea un sue?o irrealizable de momento, acaso pudiera empezarse por patrocinar el ingreso de Alemania, Jap¨®n y Canad¨¢ como miembros permanentes. As¨ª, el Consejo estar¨ªa compuesto por 10 miembros temporales y ocho permanentes. Estos ¨²ltimos, los m¨¢s ricos, los m¨¢s desarrollados, los m¨¢s democr¨¢ticos y libres. ?Y con qu¨¦ razones se explicar¨ªa la exclusi¨®n de los m¨¢s pobres, de los que mayores problemas tienen, de los m¨¢s desheredados? ?Es realmente deseable?
?sas son las preguntas que se debe hacer el nuevo secretario general, Butros Ghali. Duro trabajo el que le espera.
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