La ley
Comienza el a?o y surge ya la primera duda: ?y, una vez que uno ense?a el DNI al agente, qu¨¦ pasa? Porque sospechar que quien va a delinquir se deja el carn¨¦ en casa por aquello del anonimato es una tonter¨ªa. Yo me lo dejo casi todos los d¨ªas porque salgo dormido, y no voy con el prop¨®sito de cometer fechor¨ªas. No hace falta un DNI para impedir a un camello que venda droga adulterada; hace falta estar all¨ª.Adem¨¢s de los derechos y obligaciones que existen hace siglos (y que se basan en la noci¨®n de que es preferible que anden sueltos diez delincuentes a que est¨¦ en chirona un inocente), el ministro Corcuera, que es un fino constitucionalista, est¨¢ empe?ado en inventar otros nuevos: quiere explicamos que el ciudadano es servidor y no titular de la sociedad. Como las ordenanzas de Carlos III: todo ciudadano, por el mero hecho de serlo, ser¨¢ severamente castigado. O, cu¨¢ndo menos, ser¨¢ sospechoso.
Si la correcci¨®n del crimen y la mejora, de la seguridad en las calles (y, como le dejen, en las casas, que ya est¨¢ uno harto de o¨ªr a los del tercero discutiendo a gritos todas las noches) dependieran de una cosa tan sencilla como la represi¨®n, otros pa¨ªses con m¨¢s medios ya habr¨ªan acabado con la delincuencia hace d¨¦cadas. El se?or ministro olvida que los problemas del crimen tienen profundas y complejas ra¨ªces sociales, y no se acaban a palos.
Por lo dem¨¢s, eso de que los que interpretan la ley lo hacen restrictivamente es una broma: las leyes est¨¢n para que sus s¨²bditos utilicen hasta el ¨²ltimo resquicio en su provecho. Y yo de la polic¨ªa me f¨ªo como de mi padre... a menos que se trate del se?or Amedo, de los que interrogaron al Nani o de los que ten¨ªan montada una eficaz organizaci¨®n para la venta de joyas robadas. Me preocupar¨ªa much¨ªsimo que cualquiera de ellos me pidiera el carn¨¦ y luego me retuviera.
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