El presidente de Georgia sigue resistiendo, a pesar de la desorganizaci¨®n de sus leales
ENVIADO ESPECIALUna manifestaci¨®n convocada en apoyo del presidente georgiano, Zviad Gamsajurdia, que contin¨²a resistiendo en la asediada Casa de Gobierno, fue un fracaso total. Los partidarios de Gamsajurdia apenas consiguieron reunir a unas 200 personas. Los organizadores atribuyeron el escaso eco de la convocatoria al miedo de la gente despu¨¦s de las muertes ocurridas en el acto del viernes; para otros, se debi¨® a que se trat¨® de una manifestaci¨®n totalmente espont¨¢nea. Mientras tanto, el Consejo Militar, que declara tener todo el poder en sus manos, disolvi¨® ayer las prefecturas, nombr¨® a sus propios representantes en las provincias y design¨® a su ministro del Interior.
Mientras la convocatoria transcurri¨® sin incidentes, los combates continuaban en el centro de Tbilisi entre los opositores y los leales al presidente Gamsajurdia, que resiste atrincherado en el Parlamento de Georgia."Gamsajurdia es como un dios: es la persona m¨¢s bondadosa y m¨¢s inteligente, todo lo que dice es correcto y verdadero", declar¨® una se?ora que integraba el reducido grupo de leales al presidente que se hab¨ªan congregado en la avenida Tsereteli, junto a la boca del metro del mismo nombre, a escasa distancia de donde ocurrieron los tr¨¢gicos hechos del viernes [en que, durante una manifestaci¨®n en favor del asediado Gamsajurdia, dos personas murieron por disparos depistoleros enmascarados y uno de los agresores fue posteriormente linchado por la multitud]. Seg¨²n la se?ora, Gamsajurdia es un l¨ªder adorado por las mujeres, "como lo era John Kennedy", y esto es lo que "despierta la envidia" de los otros pol¨ªticos.
La desorganizaci¨®n de los partidarios de Gamsajurdia saltaba a la vista: en algunas estaciones de metro hab¨ªa anuncios escritos a m¨¢quina que llamaban a una manifestaci¨®n junto al hotel Meteji, donde se aloja la gran mayor¨ªa de los periodistas que han acudido a cubrir el conflicto georgiano. Pero aqu¨ª s¨®lo una treintena de personas, entre las que se encontraba el prefecto del distrito de Isani, Tenur Danieli. "Ellos aterrorizan al pueblo", dijo Danieli, refiri¨¦ndose a las fuerzas de la oposici¨®n, "pero el pueblo no se deja aterrorizar tan f¨¢cilmente". "Debemos defender a cualquier precio a nuestro presidente, que fue elegido por el pueblo", agreg¨®.
Danieli tiene raz¨®n: en mayo del a?o pasado, durante las primeras elecciones presidenciales libres y democr¨¢ticas celebradas en territorio del ex imperio sovi¨¦tico, Gamsajurdia obtuvo el 87% de los votos y el 13% fue repartido entre sus cinco contricantes. Pero tambi¨¦n es cierto que la popularidad de este ex disidente, que estuvo preso en la ¨¦poca del estancamiento de Leonid Br¨¦znev, ha ido cayendo notoriamente tras el fallido golpe de Estado. En agosto, Gamsajurdia no se apresur¨® a condenar la intentona golpista y, m¨¢s a¨²n, no resulta infundado pensar que pact¨® con Mosc¨². Por lo menos, cedi¨® a la presi¨®n de los militares y orden¨® la disoluci¨®n de la Guardia Nacional, el embri¨®n del Ej¨¦rcito georgiano a que se aspiraba, creada medio a?o antes.
El comandante de la Guardia, y hasta entonces ¨ªntimo amigo suyo, Tenguiz Kitovani, se rebel¨® y se fue con sus hombres al desfiladero de Rkoni. Luego, la represi¨®n de un mitin de la oposici¨®n tradicional, que dej¨® varios heridos de bala, provoc¨® una ola de protestas y contribuy¨® a unir a los antiguos enemigos de Gamsajurdia con sus ex correligionarios, entre los que estaba, adem¨¢s de Kitovani, Tenguiz Sigua, que poco antes del golpe hab¨ªa dimitido de su puesto de primer ministro.
Zviad, 'el soberbio'
La Guardia Nacional no se atrevi¨® a atacar en septiembre, y s¨®lo se decidi¨® a hacerlo hace 15 d¨ªas, sin haber logrado hasta el momento hacer capitular a Gamsajurdia. Este est¨¢ justificando plenamente su nombre de pila, Zviad, que traducido al espa?ol significa el soberbio. En su b¨²nker -en los s¨®tanos del S¨®viet Supremo [Parlamento], uno de los edificios del complejo de la Casa de Gobierno de Georgia- los periodistas le han visto comportarse con soberbia, tranquilo, risue?o y decidido a resistir hasta el final.
Las muertes provocadas el viernes por combatientes de la oposici¨®n, que cumpliendo ¨®rdenes del Consejo Militar - creado el jueves e integrado por Kitovani y Dzaba loseliani, el jefe del grupo armado Mejdrioni- intentaron dispersar el mitin de apoyo a Gamsajurdia, estuvieron ayer en el centro de las conversaciones de los l¨ªderes pol¨ªticos.
"Propondremos al Consejo Militar que derogue el punto que prohibe las manifestaciones, puesto que no saben hacerlo, en este punto debemos capitular.
"Es una lucha de idiotas"
Georgia no vive una guerra civil. Es verdad que en la capital se dispara, y que ayer las partes continuaban intercambiando disparos y de cuando en cuando se o¨ªan las explosiones de morteros. Pero el resto del pa¨ªs no est¨¢ en guerra. Este corresponsal, que para llegar a la capital georgiana tuvo que volar a Sochi, en la Federaci¨®n Rusa -el aeropuerto de Tbilisi permanece cerrado-, y luego continuar en autom¨®vil y tren por gran parte de Georgia, pudo comprobarlo.En los balnearios de la costa del mar Negro, como Gagra o Pitsunda, no hay ning¨²n signo de que en parte alguna de la rep¨²blica se est¨¦ llevando a cabo una guerra. Y lo mismo puede decirse de las ciudades m¨¢s al interior y, por supuesto, de las que est¨¢n en Megrelia, la zona de donde procede la familia del presidente Zviad Gamsajurdia.
En Tbilisi mismo, los combates se circunscriben al centro de la ciudad, especialmente a la avenida Rustaveli, donde se encuentra la Casa de Gobierno y las sedes de una serie de partidos pol¨ªticos. Muchos edificios de esta antigua calle est¨¢n hoy quemados. Entre ellos figura el hotel Tbilisi, donde hace unos d¨ªas los rebeldes instalaron su cuartel general; el teatro Rustaveli, la Casa de los Oficiales y el Ministerio de Comercio.
Llegar ayer a la Casa de Gobierno era imposible. Por la avenida Rustaveli nadie se atreve a aventurarse, pues disparan tanto las fuerzas rebeldes, como las leales a Gamsajurdia. Por detr¨¢s del complejo que da refugio al presidente uno puede acercarse algunas manzanas, pero, luego, los francotiradores, que defienden desde edificios contiguos los accesos a la Casa de Gobierno, impiden con sus disparos el paso de la gente.
"Es una lucha de idiotas", dice un ch¨®fer. "Es una lucha entre personajes, no una lucha pol¨ªtica", opina Gu¨ªa, un ex oficial del Ej¨¦rcito sovi¨¦tico que luego sirvi¨® bajo el mando del presidente, y que ahora prefiere no disparar: "En ambos bandos tengo amigos".
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