M¨¢s sobre la ONCE
El d¨ªa 22 de noviembre apareci¨® en esta secci¨®n una extensa carta firmada por el se?or Jos¨¦ Mar¨ªa Arroyo, presidente de la empresa ONCE, saliendo al paso de unas especulaciones sobre la pol¨ªtica inversora de la misma.La necesidad de corregir unos datos supuestamente inexactos sirvi¨® de pretexto al se?or Arroyo para producir un florido ejemplo de prosa apolog¨¦tica, donde no se escatiman recursos para destacar el altruismo sin precedentes de la empresa en cuesti¨®n y se deplora una vez m¨¢s la incomprensi¨®n de que es. objeto. En s¨ªntesis, el mensaje de la carta vendr¨ªa a ser: "No se quejen ustedes, que bastante hacemos ya con ayudar a otros minusv¨¢lidos sin tener por qu¨¦ hacerlo. De modo, que a callar".
Cuando se trata de enmascarar la inoperancia de esta organizaci¨®n en cuanto a lo que deber¨ªa ser su cometido principal e irrenunciable -facilitar al m¨¢ximo la integraci¨®n social d¨¦ los ciegos en su sentido m¨¢s amplio-, sus directivos tienen m¨¢s vista que un lince; se montan la historia de la solidaridad hacia otros colectivos para que la sociedad, enternecida, no les pida cuentas sobre el destino que se da al grueso de sus espectaculares ganancias y comulgue con ruedas de molino.
Pero cuando uno tiene en su familia a un ciego adolescente que no quiere restringir su futuro a la venta del cup¨®n y pretende acceder a una formaci¨®n lo menos discriminatoria posible, sus tragaderas se estrechan considerablemente al descubrir la realidad que se esconde tras una fachada tan despampanante. Porque la realidad es que la ONCE, esta enorme potencia financiera que invierte millones en publicidad y en operaciones como la creaci¨®n de un canal televisivo que no cuenta ni con el sistema dual para ciegos, sigue ofreciendo a sus afiliados unos servicios educativos tan precarios como hace 40 a?os y no s¨®lo no ampl¨ªa la concesi¨®n de becas sino que tiende a reducirlas.-
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