Mesa revuelta en homenaje al Rey

El a?o pasado el Ayuntamiento madrile?o inici¨® algo que pretende convertir en tradici¨®n: un concierto -o como quiera llam¨¢rsele- del que, durante el primer lustro, se encarga Pl¨¢cido Domingo en su doble calidad de orientador art¨ªstico y director presunto. El espect¨¢culo quiere ser una tarjeta de felicitaci¨®n sonora dedicada al rey Juan Carlos, que esta vez no pudo estar presente en el Auditorio, aunque s¨ª asisti¨® la real familia en pleno.La cosa consisti¨® en lo siguiente: obertura de Los esclavos felices, m¨¢s lo primero que lo segundo;. diversos trozos zarzuel¨ªsticos interpretados por Milagros Mart¨ªn, ?ngeles Blancas Gul¨ªn, Carlos ?lvarez y, en alg¨²n caso, Jos¨¦ Carreras. Domingo luci¨® otra vez, en solitario, su arte de dirigir con una Torre del Oro audiblemente devaluada.

Nicanor Zabaleta lidi¨® el muy dificil Concierto-serenata de Joaqu¨ªn Rodrigo, defendiendo su categor¨ªa aun en medio de una compa?¨ªa orquestal en la que resultaba imposible reconocer a la sinf¨®nica de otras jornadas. Alicia de la Rocha, otra grande, hizo lo m¨¢s importante de la velada en Noches en losJardines de Espa?a; tuvimos dos canciones populares de Falla y una de Mompou, en la voz de Carreras y el piano de Alicia. Y, adem¨¢s, dos breves parlamentos de Domingo, una cancioncilla de felicitaci¨®n a don Juan Carlos, por el Coro de la Zarzuela, que., en uni¨®n del de la Universidad Polit¨¦cnica, puso fin al acto con el Amigos siempre amigos, de Los gavilanes, de Guerrero. Aqu¨ª no s¨®lo hubo m¨²sica, sino tambi¨¦n la caracter¨ªstica aportaci¨®n de Jos¨¦ Tamayo, esto es, trajes de las diversas regiones, banderas nacionales y de las distintas autonom¨ªas, petici¨®n al p¨²blico para que corease y batiese palmas r¨ªtmicas y dem¨¢s parafernalia.

No me parece ocasi¨®n para una cr¨ªtica detallada de lo que cada cual hizo, aunque puede anotarse que Carreras se llev¨® las m¨¢s largas ovaciones, si hacemos excepci¨®n de la algazara final. En conjunto, esta alegr¨ªa organizada, que alternaba cierto olor a churros con los aromas y el rumor de las aguas de la Alhambra, este totum revolutum en el que cabe la Espa?a trascendente de Falla y el corear m¨¢s populista de Los gavilanes, pasando por las sutilezas del marqu¨¦s de los Jardines de Aranjuez, me pareci¨® un tanto triste y m¨¢s a¨²n cuando Madrid blasona de capital europea de la cultura.El resultado fue un "concierto del siglo", que al igual que las bodas, suelen menudear cada a?o, un tanto tocados por el s¨ªndrome del con cierto de A?o Nuevo en Viena. Pero aquello es otra cosa: est¨¢ la Filarm¨®nica, dirigida por un Carlos Kleiberg, y hay una de finici¨®n estil¨ªstica impuesta por la familia Strauss. No se trata de acontecimientos dedicados a las m¨¢s altas instancias del Estado, sino del mantenimiento de un popularismo, vivo y muy entra?ado en los vieneses. La reina Sof¨ªa es una constante patrocinadora de la m¨²sica m¨¢s alta, y en el Ayuntamiento hay sensibilidades de probada cultura musical. ?Por qu¨¦ y para qu¨¦, entonces, tanta concesi¨®n, tanta mesa revuelta y tanta simpat¨ªa jaranera?