La prueba saharaui
EL PROCESO de paz para el S¨¢hara constituye una prueba in¨¦dita para la ONU. Por primera vez, la organizaci¨®n internacional se erige como ¨²nica responsable de un plan de consulta que debe decidir el futuro de un territorio. En un momento en el que la organizaci¨®n se perfila como el ¨¢rbitro del nuevo orden internacional el conflicto del S¨¢hara constituye una gran prueba para demostrar su eficacia y neutralidad.La cuesti¨®n es comprobar hasta qu¨¦ punto el af¨¢n por lograr la eficacia puede lesionar la neutralidad.
Desde septiembre pasado era un secreto a voces que el refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n para el S¨¢hara no se iba a celebrar en enero de 1992, como estaba previsto. Sin embargo, el secretario saliente, Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar, eludi¨® oficializar el estancamiento del proceso hasta los ¨²ltimos momentos de su mandato. El silencio impuesto por P¨¦rez de Cu¨¦llar bajo el lema "lo importante es que el plan de paz siga adelante" tambi¨¦n habr¨ªa impedido a los pa¨ªses involucrados en el proceso pronunciarse oficialmente en relaci¨®n a las denuncias del Frente Polisario sobre las violaciones del mismo por parte de Marruecos. Hace dos semanas, el viceministro de Exteriores suizo, Yacobi, rompi¨® el fuego al declarar p¨²blicamente que el refer¨¦ndum "no se va a celebrar por los impedimentos interpuestos por Marruecos", opini¨®n ratificada por el portavoz de Exteriores de su Gobierno al declarar que era. una informaci¨®n procedente de informes de los efectivos suizos, en la unidad de cascos azules enviada por la ONU al S¨¢hara.
Es comprensible que Marruecos obstaculice el despliegue de banderas e insignias de la ONU en El Aai¨²n, pues ello equivale a poner en entredicho la marroquinidad del territorio defendida hasta hoy por el rey Hassan II. No tiene, en cambio, justificaci¨®n el silencio del ¨¢rbitro. Porque a medida que pasa el tiempo, este silencio se convierte en una nueva concesi¨®n a Marruecos, que lo utiliza como prueba de que su actuaci¨®n es correcta y, parad¨®jicamente, como un est¨ªmulo a lanzar acusaciones en contra de la propia ONU, a la que culpa del retraso de la consulta por la falta de medios y presupuesto.
Con ello queda neutralizada la ¨²nica fuerza con que cuenta una poblaci¨®n amedrentada por las habituales violaciones en Marruecos de los derechos humanos: la confianza absoluta en la protecci¨®n de la ONU para depositar su voto sin temor a represalias. Ser¨¢ dif¨ªcil conocer los motivos que empujaron a P¨¦rez de Cu¨¦llar a cambiar de un plumazo la anterior postura de la ONU e introducir un pol¨¦mico anexo denunciado por el Polisario como un improcedente cambio al plan de paz original. Pero de haber sido aprobado por el Consejo de Seguridad, los nuevos criterios para la identificaci¨®n de los votantes recogidos por el anexo hubiesen abierto la puerta a la hinchaz¨®n, favorable a Marruecos, del censo espa?ol adoptado como base de la consulta.
Para muchos observadores, la concesi¨®n realizada a Marruecos era la ¨²nica v¨ªa para evitar un fracaso que empa?ar¨ªa la salida de P¨¦rez de Cu¨¦llar. La ¨²nica v¨ªa si -como ha ocurrido hasta ahora- el Consejo de Seguridad no opta por la adopci¨®n de medidas en¨¦rgicas para lograr el cumplimiento de sus resoluciones y enderezar un proceso manipulado por la invasi¨®n de ciudadanos marroqu¨ªes en el territorio saharaui, admitida por el propio P¨¦rez de Cu¨¦llar.
Con la no aprobaci¨®n de su informe, el Consejo de Seguridad ha salvaguardado el prestigio de la ONU, sobre todo ante los pa¨ªses d¨¦biles. Pero el encargo al nuevo secretario general de preparar, en un plazo de dos meses, un nuevo informe para desbloquear la preparaci¨®n del refer¨¦ndum puede conducir a un aplazamiento indefinido: justo lo que desea Marruecos.
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