Legal y leg¨ªtima
LA DIMISI?N de Chadli Benyedid como presidente de la Rep¨²blica de Argelia es sin duda una tortuosa maniobra destinada a evitar el triunfo del integrismo isl¨¢mico en la segunda vuelta de las elecciones legislativas de ese pa¨ªs, cuya celebraci¨®n estaba prevista para el pr¨®ximo d¨ªa 16. Tortuosa, pero legal: respeta los mecanismos previamente establecidos. Y no s¨®lo legal, sino leg¨ªtima: interrumpe una din¨¢mica cuyo desenlace m¨¢s probable era la liquidaci¨®n de las posibilidades de democratizaci¨®n del pa¨ªs magreb¨ª. Despu¨¦s de la experiencia sangrienta del Ir¨¢n teocr¨¢tico del imam Jomeini, cuyo acceso al poder fue saludado con alborozo por amplios sectores de la intelligentsia y la opini¨®n p¨²blica europeas, ninguna ingenuidad es ya posible. Intentar cerrar el paso, con medios legales y pac¨ªficos, a un r¨¦gimen cuyo fin proclamado es la instauraci¨®n de un sistema que suprime libertades sustanciales del individuo es leg¨ªtimo.El proceso de democratizaci¨®n del r¨¦gimen argelino se inici¨® en 1988, tras las revueltas populares que dieron la medida del descr¨¦dito de un sistema de partido ¨²nico dominado por funcionarios incompetentes y corruptos. Desde entonces, ese proceso ha avanzado a saltos espasm¨®dicos, con paradas y marchas atr¨¢s, como el aplazamiento, en junio del pasado a?o, de las elecciones legislativas. Las locales de 1990, con el triunfo sorprendente de los islamistas, revelaron ya las dificultades del proceso. Se pens¨® que era un fen¨®meno pasajero, de contestaci¨®n juvenil y circunscrito a las zonas rurales.
El plan previsto era compensar esa inclinaci¨®n de las municipales con unos resultados que se esperaban m¨¢s razonables en las legislativas de 1991, dejando para un tercer momento la elecci¨®n del presidente de la Rep¨²blica, que actuar¨ªa, desde su autoridad de jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas, como garante de todo el proceso.
Lo que ahora se hace es modificar el orden de los pasos previstos. De las varias hip¨®tesis de soluci¨®n a la contradicci¨®n objetiva planteada por el triunfo del fundamentalismo en la primera vuelta se ha elegido la que puede considerarse m¨¢s constitucional. No lo hubiera sido un golpe militar que diera marcha atr¨¢s ni una anulaci¨®n por supuesto fraude electoral del suficiente n¨²mero de actas. Por el contrario, la dimisi¨®n del presidente y la consiguiente convocatoria, en el plazo marcado por la ley, de elecciones presidenciales- es algo legalmente previsto, aunque, por supuesto, ser¨ªa objetable desde otros puntos de vista.
En un pa¨ªs plenamente democr¨¢tico, con mecanismos regulares de garant¨ªa y control de los procedimientos, una decisi¨®n de este tipo no revistir¨ªa el dramatismo de la dimisi¨®n de Benyedid. Trat¨¢ndose justamente de crear ese marco de garant¨ªas democr¨¢ticas, el camino elegido parece el menos malo de los posibles.
La iniciativa de Chadli Benyedid ha determinado la suspensi¨®n del proceso de constituci¨®n del nuevo Legislativo con el argumento de que sin presidente de la Rep¨²blica, encargado de sancionar la creaci¨®n del nuevo Parlamento y del Gobierno de ¨¦l emanado, las elecciones del d¨ªa 16 producir¨ªan una situaci¨®n de vac¨ªo de poder. Para evitarla se propugna, como v¨ªa alternativa, el adelanto de la elecci¨®n de un nuevo presidente de la Rep¨²blica, siendo el Concejo Constitucional el encargado de decidir si ello implica o no la anulaci¨®n de la primera vuelta de las legislativas. Tal vez sea ¨¦ste el aspecto m¨¢s dudoso de un asunto en que todo es resbaladizo: ese Consejo Constitucional, por ejemplo, est¨¢ formado por siete miembros, pero tres de ellos son nombrados directamente por el presidente de la Rep¨²blica, por lo que su neutralidad resulta discutible.
En fin, no faltan contradicciones ni riesgos, como suele ocurrir en toda transici¨®n de un r¨¦gimen autoritario a otro democr¨¢tico. Parece, sin embargo, que se presenta dificil el retorno al r¨¦gimen anterior, y que la opci¨®n real es la planteada entre democracia, incluso imperfecta, y teocracia a lo Jomeini. Y ante ese dilema, lo peor hubiera sido quedar paralizados por la duda o la melancol¨ªa. Sentimiento, este ¨²ltimo, que parece inspirar la deficiente pol¨ªtica occidental respecto al Magreb.
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