Washington pone bajo su ¨®rbita una devaluada operaci¨®n rescate de la CEI

Si los pa¨ªses de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica esperaban obtener de la conferencia de Washington dinero contante y sonante, se deben sentir frustrados. Si alguien esperaba encontrar aqu¨ª la receta m¨¢gica para resolver la crisis que afecta a esas naciones, tambi¨¦n habr¨¢ visto sus deseos incumplidos. ?nicamente aquellos que s¨®lo aspirasen a poner en marcha un mecanismo de mayor involucraci¨®n internacional en el problema pueden estar satisfechos con los resultados de una reuni¨®n con la que, a trancas y barrancas, Estados Unidos consigue poner bajo su ¨®rbita la operaci¨®n rescate de los nuevos Estados.
La conferencia fue clausurada ayer en el mismo tono de apat¨ªa y desconfianza con el fue inaugurada el pasado mi¨¦rcoles. Muy pocos resultados concretos -aunque el secretario de Estado norteamericano, James Baker, anunci¨® ayer que a partir del 10 de febrero aviones norteamericanos llevar¨¢n alimentos y medicinas a las zonas m¨¢s necesitadas de la antigua URSS- pueden mencionarse, pero Washington ha conseguido, al menos, recuperar un cierto liderazgo sobre Europa y Jap¨®n que en esta cuesti¨®n hab¨ªa, perdido en meses pasados.La reuni¨®n estuvo precedida de cr¨ªticas por parte de la Comunidad Europea (CE), que le exige a Estados Unidos que, si quiere tener liderazgo, pague por ¨¦l. Pero, a la hora de la verdad, todos vinieron a Washington, todos estuvieron de acuerdo a volver a reunirse antes de finales de junio en Lisboa, todos dieron su visto bueno, en definitiva, a un proceso que puede convertirse en el paraguas pol¨ªtico de la ayuda a la Uni¨®n Sovi¨¦tica en el futuro.
Estados Unidos tiene y capitanea, por tanto, su nueva coalici¨®n internacional. Y lo consigue por el m¨®dico precio de los 645 millones de d¨®lares (m¨¢s de 64.000 millones de pesetas) que el presidente George Bush anunci¨® en su discurso de apertura,
Esto no quiere decir que las tensiones hayan desaparecido. Pero lo importante para Washington es que Jap¨®n y Alemania parecen dispuestos a canalizar su ayuda -o parte de ella- a trav¨¦s de este nuevo mecanismo, por lo que poco importa ya que el resto de los pa¨ªses de la CE se quejen en los pasillos de la manipulaci¨®n pol¨ªtica que pretenden los norteamericanos.
Estados Unidos ha tenido que vencer muchas resistencias. En cada grupo de trabajo, los representantes norteamericanos han polemizado con los europeos sobre la forma de manejar y distribuir la ayuda. En el grupo de sanidad, por ejemplo, los estadounidenses ped¨ªan que la infraestructura de la asistencia corriese a cargo de la OTAN -controlada por Washington-, mientras que la Comunidad Europea prefer¨ªa a la Organizaci¨®n Mundial de la Salud -controlada por los europeos-.
Perplejidad japonesa
En t¨¦rminos generales, Washington es favorable a una destacada participaci¨®n de la OTAN en todas las misiones de ayuda, pero para ello tiene que vencer, incluso, las resistencias de los japoneses, que encuentran inaceptable tener que entregarle dinero a la OTAN para que esta organizaci¨®n ayude a la antigua URSS. Un representante japon¨¦s dec¨ªa en una reuni¨®n: "Si yo decido enviar granos a Mosc¨² en un avi¨®n de la OTAN, ?tengo yo que pagar los granos y el vuelo?". La respuesta que le dieron fue afirmativa.
Algunas otras sugerencias concretas de ayuda se han presentado en esta conferencia. El ministro de Exteriores alem¨¢n, Hans Dietrich Gensher, por ejemplo, dijo que para su pa¨ªs la prioridad es recuperar la producci¨®n de petr¨®leo de las nuevas naciones, con la seguridad de que despu¨¦s podr¨¢n pagar por la ayuda que reciban.
Otros pa¨ªses hicieron propuestas m¨¢s modestas -como Espa?a, que, como experto en el trato del problema de los ciegos, se ofreci¨® a colaborar con los cient¨ªficos rusos en ese ¨¢rea- o m¨¢s sorprendentes -como Argentina, que invit¨® a 100.000 ciudadanos de los nuevos Estados a fijar su residencia en las tierras de la pampa-.
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