Cautivos y desarmados
El libelo del sedicente liberal Pedro Schwartz, titulado ?De rodillas, infelices!, parece m¨¢s un mal culebr¨®n que una reflexi¨®n democr¨¢tica sobre la historia.El repertorio de horrores que, con desd¨¦n de la memoria del lector, despliega, pidiendo clerical arrepentimiento, es, cuando menos, irresponsable. Olvida los debates y procesos que la izquierda europea, y concretamente la espa?ola, emprendieron ya desde los a?os cincuenta. Debates y procesos muchas veces dolorosos porque no se quedaban en la oratoria ni hu¨ªan hacia el descompromiso en nombre del viento de la historia. Bien se sab¨ªa, y se sigue sabiendo, que no sopla a favor de quienes pierden.
Se pregunta el impoluto liberal "c¨®mo pudieron hacerse esclavos de tan monstruosa filosof¨ªa". Olvida, porque quiere, la situaci¨®n paup¨¦rrima de sectores mayoritarios, que encontraron en el ideal comunista una esperanza de cambiar la vida y no s¨®lo las ideas. Yendo con ello m¨¢s all¨¢ de la alternativa maniquea de hacerse o c¨®mplices del genocidio o lacayos de una dictadura organizada por la escuela econ¨®mica de Chicago.
Cuando se tiene a Reagan por certero diagnosticador, es decir, por ide¨®logo, se incurre en el fundamentalismo. Por mucho que uno se adorne con las plumas de Popper o visite la mojama incorrupta de Bentham en el cen¨¢culo de los utilitaristas.
No se niega el genocidio. Es un lujo peligroso que no puede permitirse nadie. Tampoco compete la amnesia hist¨®rica. Mantener las profundas desigualda des que condenan a grandes masas de la poblaci¨®n mundial a situaciones de desigualdad progresiva, en nombre de la libertad de mercado, tiene m¨¢s de propiciar la muerte lenta que la emancipaci¨®n.
?Se siente el autor implicado en esta situaci¨®n? Si es as¨ª, no se entiende el tono de ignara arro gancia condenatoria. Si conside ra que no lo est¨¢, qu¨¦dese en el cielo incontaminado de los nue vos ide¨®logos. Alg¨²n antidem¨® crata se lo pagar¨¢.
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