Barbara lee un cuento
A la misma hora en que Pat Buchanan acaba su almuerzo, muy americano, por supuesto, en un modesto restaurante de carretera cerca de Concord, Barbara Bush llega a la biblioteca p¨²blica de Manchester a leer un cuento para un peque?o grupo de ni?os sentados a sus pies.Mientras que Buchanan tiene que librarse de un grupo de jud¨ªos que le acosan por sus supuestas ideas antisemitas, la primera dama encuentra su camino perfectamente despejado por el aparato de seguridad. El t¨ªtulo del cuento es Arthur ve al presidente, y viene muy a prop¨®sito para destacar una vez m¨¢s las virtudes del hombre que duerme a su lado cada noche.
A 30 kil¨®metros de all¨ª, Paul Tsongas se re¨²ne con una asociaci¨®n dedicada a los problemas de la sanidad. A su entrada le rodean m¨¢s c¨¢maras de televisi¨®n de las que nunca ha podido so?ar. Un periodista le pregunta hasta cu¨¢ndo va a durar el flash de New Hampshire. "?Flash? Me gusta esa palabra, pero va a durar, va a durar. Ya somos segundos en Colorado".
?Pero qu¨¦ les puede gustar a los norteamericanos de este hombre, que lleva la derrota en su rostro? "Lo que me gusta es que es aut¨¦ntico, que es sincero", dice una mujer de ropa elegante que se abraza enseguida con la se?ora Tsongas, con mucha m¨¢s pinta de primera dama que su marido de presidente.
La noche comienza a caer, y el centro de Manchester es un trasiego de hombres-pancarta, grupos reducidos, pac¨ªficos, pero voluntariosos en sus prop¨®sitos propagandistas. "?El acto de Clinton? No, pero puedo decirle d¨®nde est¨¢ Kerrey", informa un transe¨²nte. El grupo de aquella esquina tampoco es de Clinton. Es de Brown y est¨¢ protestando por la energ¨ªa nuclear. Esos que reparten pasquines tampoco saben nade de Clinton: est¨¢n proponiendo la legalizaci¨®n del consumo de marihuana.
Clinton est¨¢ un poco m¨¢s all¨¢, en la cancha de baloncesto de un colegio de Manchester, en medio de un acto con todo el lujo del final de campaf¨ªa, con globos rojos y azules y abundancia de banderas nacionales. Est¨¢ de la mano de su esposa, Hillary, de la que no se separa ni un minuto desde que comenzaron los comentarios sobre su pasada promiscuidad.
El fr¨ªo espanta, finalmente, a todos los grupos. Los de Bush y los de Buchanan se van juntos, con las pancartas ca¨ªdas y una charla animada sobre el partido entre los Celtics de Boston y los Jazz de Utah.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.