La antigua Biblioteca Lenin trata de salvar de la crisis sus gigantescos fondos
2.000 empleados y 37 millones de libros sobreviven en un ambiente de penosa escasez
La Biblioteca Lenin, que se levanta imponente a s¨®lo 500 metros del Kremlin moscovita, ha cambiado de nombre y de director. Pero eso no es todo: tambi¨¦n va a tener que cambiar el concepto de su actividad. Este centro bibliotecario -el mayor del planeta junto con la Biblioteca del Congreso norteamericano- no se ha salvado de la profunda crisis que vive el pa¨ªs, y sus directivos se ven obligados a emprender actividades comerciales para poder sobrevivir. "La escasa financiaci¨®n estatal nos empuja a buscar nuevas fuentes de ingresos", afirma Igor Fil¨ªppov, el reci¨¦n nombrado director de la ahora denominada Biblioteca Estatal de Rusia.
Este emporio del libro, en el que hoy trabajan m¨¢s de 2.000 personas, fue fundado en 1862 con el nombre de Museo Rumiantseff. En ¨¦l, la riqueza que le proporcionan sus 37 millones de libros y ediciones peri¨®dicas contrasta con sus penosos d¨¦ficit: sufre de una escasez casi absoluta de ordenadores, equipos de reproducci¨®n y otros medios t¨¦cnicos; le faltan divisas para adquirir nuevos libros en el extranjero; precisa modernizar los sistemas de acondicionamiento y seguridad en los dep¨®sitos, y adem¨¢s no puede pagar a tiempo los sueldos -ya de por s¨ª ¨ªnfimos- del personal.La biblioteca de la URSS recib¨ªa hasta ahora gratis tres ejemplares de cada libro, pero no est¨¢ claro que en la CEI vaya suceder.
Igor Fil¨ªppov se propone de pender directamente del Go bierno, lo cual le permitir¨¢ ob tener con m¨¢s facilidad los re cursos necesarios. A cambio espera poder ofrecer a los ¨®rganos gubernamentales valiosos servicios informativos y de peritaje especializado. El nuevo administrador confiesa: "Queremos cooperar tambi¨¦n con los militares [el Estado Mayor se encuentra en edificios vecinos y financia el departamento de temas militares de la biblioteca], con el Ministerio de Asuntos Exteriores y con los servicios secretos", dice Fil¨ªppov.
"Pensamos fomentar", explica, "la actividad comercial, colaborar con casas editoriales, alquilar locales a firmas extranjeras, crear empresas de servicios pagados que realizar¨¢n traducciones, res¨²menes, rese?as, redacci¨®n de textos... Pero la principal mercanc¨ªa ser¨¢ la informaci¨®n procesada sobre temas econ¨®micos, cient¨ªficot¨¦cnicos y culturales. En esta labor conf¨ªo mucho en los empleados j¨®venes de la biblioteca, llenos de ¨ªmpetu y esp¨ªritu emprendedor".
Otra fuente de ingresos puede ser la venta de algunos libros del fondo de reserva (ejemplares dobles o triples) al extranjero, o incluso su intercambio directo por equipos t¨¦cnicos que necesitan. La biblioteca mantiene v¨ªnculos de cooperaci¨®n con m¨¢s de cien pa¨ªses, incluida Espa?a, donde espera estrechar lazos con las bibliotecas, editoriales y sociedades culturales e hist¨®ricas.
El gran sue?o del flamante director es atraer a intelectuales capaces y fundar unidades cient¨ªficas adjuntas a la biblioteca que procesen el inmenso torrente de informaci¨®n. Para evitar la fuga de cerebros que ya empieza a afectar seriamente al pa¨ªs, fue creada hace un a?o, en colaboraci¨®n con relevantes figuras acad¨¦micas, la fundaci¨®n de apoyo informativo a la ciencia.
La biblioteca se ha enfrentado ¨²ltimamente a la reclamaci¨®n de algunos fondos por los jasidines, jud¨ªos de Lub¨¢vichi residentes en Estados Unidos, que exigen que se les devuelvan unos 3.000 libros y 250 manuscritos de la colecci¨®n del rabino Sneerson, incorporados a la biblioteca despu¨¦s de la revoluci¨®n rusa de 1917. La historia de esta lucha por recuperar los libros jud¨ªos ya ha provocado bastantes esc¨¢ndalos y le roba mucho tiempo al director Fil¨ªppov. "Para encontrar la colecci¨®n se necesitar¨¢n varios meses de trabajo de una comisi¨®n especial que mand¨¦ crear", explica. Esta semana se han registrado peleas a pu?etazos a la puerta de la biblioteca entre jasidines y piquetes de patriotas rusos; la prensa mencion¨® que los jasidines intentaron golpear a un polic¨ªa. El mi¨¦rcoles, el Parlamento ruso decidi¨® no entregar los libros jud¨ªos, aunque s¨ª prestar m¨¢s atenci¨®n a la biblioteca.
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