Serbia busca su identidad
La oposici¨®n pide la dimisi¨®n de Milosevic mientras el reconocimiento de Croacia y Eslovenia 'descoloca' a la principal rep¨²blica yugoslava
Las armas callaron, pero los problemas quedaron y se multiplicaron. Serbia viv¨ªa durante meses en funci¨®n de la guerra en Croacia, enviando o escondiendo a sus j¨®venes: los movilizados y los desertores. Firmado el alto el fuego el 2 de enero, reconocidas Croacia y Eslovenia por m¨¢s de 40 pa¨ªses, Belgrado y Serbia permanecieron aislados. "Yugoslavia no existe, Serbia no existe", dice el carism¨¢tico l¨ªder opositor serbio Vuk Draskovic, uno de los primeros en incendiar las pasiones nacionalistas y el primero en denunciar el horror de la guerra, tras la ca¨ªda de Vukovar. En la guerra, precisa Draskovic, "todos fuimos derrotados..., pero nadie es tan derrotado como la parte serbia y la causa nacional serbia".
Draskovic y su Partido del Renacimiento Serbio convocaron una manifestaci¨®n " con velas y flores" para el 9 de marzo, con motivo de la conmemoraci¨®n de las grandes marchas antiguberna, mentales del a?o pasado, cuando las fuerzas de seguridad aplastaron a unos 50.000 manifestantes y los tanques salieron a la calle. Dos personas murieron entonces.La oposici¨®n no supo aprovechar el ¨ªmpetu del momento, y la guerra comenz¨® pocos meses despu¨¦s. Draskovic exige ahora la dimisi¨®n del presidente Slobodan Milosevic y la independencia de Serbia dentro de sus confines actuales.
Otro grupo opositor, el Partido Democr¨¢tico, comenz¨® a recoger firmas para pedir la dimisi¨®n de Milosevic y la convocatoria del Parlamento para elaborar una nueva Constituci¨®n. En menos de una semana recogieron, a pesar de m¨²ltiples problemas, m¨¢s de 200.000 firmas.
El Partido Socialista Serbio, con mayor¨ªa parlamentaria y el control f¨¦rreo de la televisi¨®n y algunos medios de c`omunicaci¨®n, se puso nervioso: eludiendo el di¨¢logo con la oposici¨®n, transmite los comentarios de descalificaci¨®n en el tono digno de la mejor ¨¦poca totalitaria. C¨ªnicamente, se acusa a la oposici¨®n de instigar el conflicto y el derramamiento de sangre.
Fue Milosevic quien llev¨® a Serbia a la guerra, sin haberla declarado y sin haber especificado sus objetivos. Actualmente busca cualquier forma de conservar su poder y asegurar la continuidad internacional de una Yugoslavia ficticia basada en la uni¨®n entre Serbia (con nueve millones de habitantes) y Montenegro (con .650.000 habitantes).
Todas las iniciativas de la pol¨ªtica oficial de Belgrado fracasaron: Yugoslavia no se conserv¨®, la gran Serbia no se pudo crear. Instigaron la rebeli¨®n serbia en contra de la autoridad en Croacia, cuando la situaci¨®n de los serbios en esta rep¨²blica se pod¨ªa debatir; ahora los serbios en Croacia tienen grandes problemas.
M¨¢s de 100.000 refugiados de las zonas de conflicto en Serbia no saben qu¨¦ esperar: los croatas no les dan la bienvenida, y para los anfitriones crean demasiados problemas.
Falta de explicaciones
Los ciudadanos de Serbia tienen sus propios problemas: sus cuentas bancarias en divisas desaparecieron para siempre. Algunos ahorradores perdieron m¨¢s de medio mill¨®n de pesetas. No hubo explicaci¨®n alguna de por qu¨¦ murieron miles de serbios ni qu¨¦ fin tendr¨¢n miles de inv¨¢lidos.
Tampoco se precisa qui¨¦n financiar¨¢ al Ej¨¦rcito federal, cuyos efectivos, junto con las familias, acostumbrados a los privilegios de la ¨¦poca comunista, se concentran en Serbia en espera de continuar la vida c¨®moda. La inflaci¨®n galopante, el paro, los salarios y las pensiones no pagadas, las f¨¢bricas sin insumos a producir, la desaparici¨®n de los productos debido a la guerra y el cierre de los contactos con Eslovenia y Croacia preocupan al ciudadano medio.
Los serbios en las zonas donde llegar¨¢n los cascos azules constituyen un estorbo. No se les puede abandonar, pero tampoco el serbio com¨²n siente gran solidaridad con ellos: sobre todo cuando ve los flamantes Mercedes y los BMW con matr¨ªculas de Eslavonia por las calles de Belgrado. Los refugiados pobres se concentran ante las oficinas del Gobierno en espera de la ayuda mensual, de unas 1.000 pesetas.
Milosevic busca la alianza con Montenegro en lugar de entablar di¨¢logo en su propia casa: con dos millones de albaneses en Kosovo y los 370.000 h¨²ngaros en Voivodina, siempre m¨¢s descontentos con el nacionalismo y el centralismo serbio.
La oposici¨®n comienza a despertar, abandonando su ret¨®rica hist¨®rica v se?alando los fracasos de la pol¨ªtica oficial. Sin embargo, no est¨¢ unida: m¨¢s por los recelos personales que por las diferencias de sus programas.
El nerviosismo del poder ante las manifestaciones anunciadas demuestra la fragilidad de su base de apoyo, en el momento en que Milosevic ha agotado el abanico de los enemigos externos del pueblo serbio y tiene que recurrir otra vez a buscar a los enemigos internos.
Serbia est¨¢ cansada, aislada y perdida.
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