El problema es Gaddafi
Un enviado de Butros Gali busca en Tr¨ªpoli una salida airosa al 'caso Lockerbie'
Tr¨ªpoli, la capital de Libia, ha sido durante esta semana visitada por numerosos dirigentes pol¨ªticos y econ¨®micos, especialmente del llamado Tercer Mundo. Entre los ilustres visitantes destaca Vasily Sa fronchuk, enviado especial del secretario general de Naciones Unidas, Butros Gali. Su presencia apenas ha sido reflejada por los medios de comunicaci¨®n libios, aunque probablemente es la que ma yor trascendencia tiene para los dirigentes de la Gran Yamahiria Su misi¨®n consiste nada menos que en la b¨²squeda de una salida airosa para todas las partes implicadas en el llamado caso Lockerbie, la ciudad escocesa en la que un avi¨®n de la Pan Am se estrell¨® el 21 de diciembre de 1988, con el resultado de 281 muertos.
Las sirenas de los imponentes Mercedes de color negro del servicio libio de protocolo se escuchan a cualquier hora por todo Tr¨ªpoli. En su interior puede viajar el presidente de Guinea-Bissau, de Uganda, la ministra de Industria de la Rep¨²blica Popular China o el vicepresidente de Cuba, o alg¨²n alto dirigente del Banco Isl¨¢mico de Desarrollo, que acaba de celebrar su junta anual de gobernadores en la ciudad. Cualquiera de ellos ha recibido mucha m¨¢s atenci¨®n de la prensa libia que Safronchuk, a pesar de que ¨¦ste se desplazara tambi¨¦n en uno de los caracter¨ªsticos Mercedes negros de protocolo con la bandera de la ONU. El enviado de Gali intentaba desenredar la madeja del caso Lockerbie.Durante los ¨²ltimos tres a?os, las investigaciones de los servicios de espionaje del Reino Unido y de Estados Unidos aseguraron que el accidente fue en realidad un atentado terrorista, tras el que se escond¨ªan distintas manos: iran¨ªes, sirlas, palestinas del grupo FPLP-Comando General de Ahmed Jibril y liblas. A partir de cierto momento el resultado de los mismos investigadores se centr¨® ¨²nicamente en un objetivo: Libia.
Abdelbaset Al¨ª Megrahi y Am¨ªn Jalifa Fiman, empleados en la Ubyan Arab Airlines, fueron acusados de pertenecer a los servicios secretos libios y de ser los autores materiales de la colocaci¨®n de un avanzado explosivo en una bolsa de viaje en el BoeIng 747 de la Pan Am. Londres y Washington pidieron la entrega de los dos acusados, hasta llevar el caso ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que el pasado 21 de enero aprob¨® la resoluci¨®n 731, que exige su extradici¨®n.
Amenaza de sanciones
Ante la reiterada negativa de las autoridades de Tr¨ªpoli a entregar alos dos acusados por ir en contra de las leyes libias, que no contemplan en ning¨²n caso la extradici¨®n, desde Washington se han sucedido las amenazas de sanciones econ¨®micas sin descartar una acci¨®n militar contra Libia. El m¨¢ximo dirigente libio, coronel Muarni?ar el Gaddafi, ha insistido en p¨²blico en que la legislaci¨®n de su pa¨ªs no permite la entrega de los dos acusados, pero se ha mostrado dispuesto a juzgarles en Libia, siempre y cuando Washington y Londres le aporten las pruebas de sus acusaciones.
Gaddafi, adem¨¢s, ha moderado considerabiemente su tono al referirse a Washington en sus discursos m¨¢s recientes. "Nosotros no odiamos a Estados Unidos ni a los norteamericanos. Estamos en contra de las amenazas y el colonialismo en la forma que sea. Por ello, debemos cooperar en el desarrollo de los bancos y el comercio, lejos del lenguaje de ataques militares, embargo econ¨®mico y acusaciones contra Libia", dijo Gaddafi en una cena ofrecida a los participantes en los trabajos del Consejo del Banco Isl¨¢mico de Desarrollo.
La moderaci¨®n del l¨ªder libio se ha traducido en el ofrecimiento efectuado en secreto al enviado especial de Naciones Unidas de poner bajo custodia del secretario general de la organizaci¨®n a los dos libios acusados del atentado de Lockerbie, dejando claro que no podr¨ªan ser entregados en ning¨²n caso ni al Reino Unido ni a Estados Unidos.
A la espera de la respuesta de estos dos pa¨ªses, la opini¨®n m¨¢s generalizada en Tr¨ªpoli, no s¨®lo en las esferas del poder, sino tambi¨¦n en buena parte de las canciller¨ªas extranjeras, es que la Administraci¨®n norteamericana no pretende simplemente la entrega de los dos supuestos agentes libios, sino que tiene un objetivo de m¨¢s largo alcance que se llama Muammar el Gaddafi.
Presi¨®n contraproducente
"La resoluci¨®n 731 del Consejo de Seguridad tiene un aspecto positivo, ya que ha obligado a Gaddafi a comprender que la correlaci¨®n de fuerzas intemacional ha cambiado. Pero, si seguimos presionando con nuevas resoluciones, puede ser contraproducente y corremos el riesgo de empujar a Libia hacia posiciones mucho mas radicales", sostiene el embajador ruso en Tr¨ªpoli, Veniamin Popov.
"Estados Unidos tiene en esta crisis tres objetivos pol¨ªticos que nada tienen que ver con el atentado de Lockerbie", a?ade el diplom¨¢tico ruso, "derrocar a Gaddafi, controlar la producci¨®n petrolera en Oriente Pr¨®ximo tras haber neutralizado a Irak y frenar la mejora de las relaciones econ¨®micas de Europa con Libia".
El primer paquete de sanciones contra Libia que est¨¢ sobre la mesa del Consejo de Seguridad contempla la suspensi¨®n del transporte por v¨ªa a¨¦rea y del suministro de material militar, y la reducci¨®n de las representaciones diplom¨¢ticas acreditadas en Tr¨ªpoli. Un segundo paquete de sanciones podr¨ªa incluir el embargo comercial y petrolero. En una tercera fase de la escalada de presi¨®n contra Gaddafi, la Administraci¨®n de Bush ha reconocido p¨²blicamente que no descarta ninguna opci¨®n, incluida la militar.
Tanto desde un punto de vista geoestrat¨¦gico como econ¨®mico los intereses de Estados Unidos en la zona difieren notablemente, cuando no son antag¨®nicos, de los de la Comunidad Europea (CE), especialmente los de los pa¨ªses del flanco sur: Espa?a, Francia e Italia. El ascenso del integrismo isl¨¢mico, sea a trav¨¦s de las urnas o con su arraigo en amplias capas de la sociedad en Argelia, T¨²nez, Egipto y Sud¨¢n, es motivo de seria preocupaci¨®n en Madrid, Par¨ªs y Roma.
A ello hay que a?adir la incierta evoluci¨®n de las rep¨²blicas musulmanas de la ex Uni¨®n Sovi¨¦tica y el nuevo protagonismo en este sentido de Ir¨¢n y Turqu¨ªa, lo que podr¨ªa desembocar en un amplio cintur¨®n de inestabilidad al otro lado del Mediterr¨¢neo.
Bajo el r¨¦gimen de Gaddafi, Libia mantiene estrictamente controlados, a base de la represi¨®n, a los grupos integristas. La eliminaci¨®n de la figura del actual l¨ªder libio abrir¨ªa un gran interrogante y crear¨ªa un peligroso vac¨ªo que podr¨ªa rellenar por el fanatismo religioso.
Equilibrio tribal
Un aspecto de gran importancia en la sociedad libla es su divisi¨®n tribal. Gaddafi ha sabido mantener el equilibrio entre las distintas tribus, otorg¨¢ndoles cuotas de poder en funci¨®n de su influencia. Uno de los dos acusados por el atentado de Lockerbie, Abdelbaset Al¨ª al Megrahi, es precisamente de la tribu Magarha, la m¨¢s importante del pa¨ªs y a la que pertenece el n¨²mero dos del r¨¦gimen, Abdelsalam Yalud. Su entrega al Reino Unido o a Estados Unidos podr¨ªa desestabilizar el mencionado equilibrio, con el consiguiente peligro para el propio dirigente de la revoluci¨®n libia.
Desde un punto de vista econ¨®mico, se da la paradoja de que entre los tres principales socios comerciales europeos de Libia se encuentran dos pa¨ªses considerados duros hacia el r¨¦gimen de Gaddafi, como el Reino Unido y Alemania. La colonia brit¨¢nica en Libia supera las 7.000 personas, que trabajan en su mayor¨ªa en la industria petrolera, a pesar de que hace a?os que no existen relaciones diplom¨¢ticas entre ambos pa¨ªses.
"El negocio es el negocio", ironiza Allan Brown, responsable de la secci¨®n de intereses brit¨¢nica en Tr¨ªpoli y ¨²nico representante del Foreign Office. Lo cierto es que el Reino Unido ocupa el tercer lugar en cuanto a intercambios comerciales con Libia se refiere.
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