Un hombre fiel a s¨ª mismo
Fuimos vecinos en la casa de Serrano esquina a Marqu¨¦s de Villamejor, donde vivimos ambos de peque?os. No ¨¦ramos entonces propiamente amigos, entre otras cosas, porque ¨¦l era algo mayor que yo, y en la infancia esas diferencias cuentan hasta que se van anulando con la edad. Luego, cuando prepar¨¢bamos este peri¨®dico, a principios de los a?os setenta, esa amistad se hizo real y firme, y tuvimos reuniones en su casa para que se fuera conociendo nuestro prop¨®sito de crear un ¨®rgano de prensa confluyente que contribuyera a que la inevitable transici¨®n que estaba en el horizonte no fuera sangrienta. Mon¨¢rquico de toda la vida, estuvo en las filas nacionalistas y luch¨® con ellas en el Puerto de los Leones. Consultando siempre a don Juan de Borb¨®n, a quien prest¨® admirable fidelidad, fue uno de los primeros en comprender que la reinstauraci¨®n de la Monarqu¨ªa era la ¨²nica salida para Espa?a, y estuvo en cuantas reuniones hubo de lo que iba a constituir la amplia y coloreada oposici¨®n al r¨¦gimen de Franco. Por participar en la reuni¨®n de M¨²nich, lo deportaron a Fuerteventura, entonces isla aislada sin ning¨²n recurso tur¨ªstico y casi un penal, donde le precedi¨® en tiempos el ilustre don Miguel de Unamuno. Volvi¨® de all¨ª con el prestigio de un hombre sereno, irrenunciable a sus ideas y dispuesto a seguir luchando por ellas. Por eso, cuando se present¨® como candidato de UCD para senador por Madrid, en las primeras elecciones de la transici¨®n, obtuvo la mayor votaci¨®n que ha obtenido nunca nadie en la capital de Espa?a.Fue adem¨¢s notable deportista, y a ¨¦l se debe la creaci¨®n del Club de Campo, en tiempos de la Rep¨²blica, centro de deportes para la clase media madrile?a, cuyos equipos en vanas regiones del deporte han obtenido numerosos trofeos. Su amigo don Enrique Tierno Galv¨¢n, alcalde de Madrid, lo municipaliz¨® sin hacer demasiado caso de las razones que Satr¨²stegui le expon¨ªa para no hacerlo. Imagino que ahora las dos grandes personalidades sabr¨¢n bien qui¨¦n de ellas ten¨ªa raz¨®n.
?Cu¨¢nto siento que no haya en nuestra pol¨ªtica m¨¢s figuras de la talla moral y de la continuidad de ideas como Joaqu¨ªn Satr¨²stegui! A su esposa, creadora de una organizaci¨®n cultural privada muy estimable, y a sus hijos, les acompa?o en este d¨ªa tan triste para ellos y tan triste para todos los que fuimos amigos de este hombre ejemplar.
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