Control internacional
NAGORNI KARABAJ, una zona monta?osa del C¨¢ucaso de 180.000 habitantes, de ellos un 75% de origen armenio, se ha convertido en centro de atenci¨®n de numerosas canciller¨ªas y de las principales organizaciones internacionales, desde la OTAN hasta la Con ferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa (CSCE). Lo que est¨¢ en juego en este caso no es una zona rica en petr¨®leo; se trata m¨¢s bien de defender la vida de unas personas amenazadas y de garantizar el respeto de unos principios sin los cuales el mundo se convertir¨ªa en una cruel jungla. En los ¨²ltimos d¨ªas se han recrudecido los combates entre azer¨ªes y armenios, con un balance de m¨¢s de 2.000 muertos. Ayer, sin embargo, se anunci¨® un alto el fuego, cuando menos temporal, lo que rebaja el peligro de una guerra entre Armenia y Azerbaiy¨¢n y la posibilidad de extenderse a otros pa¨ªses. En Bak¨², el poder ha pasado a manos de sectores m¨¢s duros en el trato a los armenios. En la actual descomposici¨®n del Ej¨¦rcito sovi¨¦tico, la disponibilidad de armas para todas las causas es peligrosamente f¨¢cil.Lo m¨¢s urgente es lograr un cese de los combates, lo cual exige una mediaci¨®n internacional y, probablemente, el env¨ªo de tropas ajenas al conflicto, susceptibles de garantizar un m¨ªnimo de seguridad a la poblaci¨®n civil. No han faltado hasta ahora intentos de mediaci¨®n: Ir¨¢n, Turqu¨ªa, Rusia, Francia, la CSCE y la OTAN han hecho gestiones o propuestas. Pero aqu¨ª no vale la cantidad: una sola gesti¨®n eficaz ser¨ªa m¨¢s ¨²til que decenas de iniciativas sin posibilidades de ¨¦xito.
La idea de Ir¨¢n -que ha manifestado un gran inter¨¦s en el tema- es que la mediaci¨®n debe ser exclusivamente regional. Pero de aceptarse implicar¨ªa el predominio de los Estados musulmanes. Precisamente la ra¨ªz hist¨®rica del problema de Nagorni Karabaj (y en general del destino de los armenios) ha sido el mantenimiento de poblaciones cristianas en unas tierras rodeadas de naciones musulmanas. Hoy hace falta sacar el conflicto de Nagorni Karabaj de ese marco de odios ancestrales y buscar soluciones racionales y pragm¨¢ticas que ayuden a fomentar la cooperaci¨®n entre pa¨ªses ayer enfrentados.
Para ello, el marco europeo es, probablemente, el m¨¢s adecuado. Armenia y Azerbaiy¨¢n son ahora miembros de la CSCE y del Consejo de Cooperaci¨®n de la OTAN; es una raz¨®n poderosa para que la CSCE tome en sus manos el problema. Sin embargo, lo que ha hecho hasta ahora -encargando a Checoslovaquia gestiones de mediaci¨®n en su nombre- es absolutamente insuficiente. La experiencia indica que el ¨¦xito de una mediaci¨®n depende en gran medida de que sus responsables puedan hablar, desde el primer momento, con el m¨¢ximo de autoridad para presionar a las partes. Para que la acci¨®n de la CSCE sea eficaz se precisa el protagonismo de sus miembros m¨¢s influyentes y, al mismo tiempo, estudiar desde ahora el env¨ªo de tropas que puedan realizar una labor pacificadora. Las poblaciones de la zona, de diversas etnias, podr¨¢n volver a vivir juntas, como han hecho durante siglos. Pero en el clima actual es ineludible una etapa con una polic¨ªa internacional que restablezca un m¨ªnimo de tranquilidad.
El examen de las distintas posiciones permite concluir que existen bases objetivas para una soluci¨®n pac¨ªfica. El presidente armenio, Ter-Petrosi¨¢n, preconiza el retorno a una autonom¨ªa de Nagorni Karabaj con garant¨ªas internacionales. Ello permitir¨ªa dar satisfacci¨®n a la demanda azer¨ª de que no se cambien las fronteras. Pero lo que propone Ter-Petrosi¨¢n no agrada a los extremistas armenios. En el clima actual, las posiciones se radicalizan en los dos campos. Si la CSCE y las otras organizaciones europeas no est¨¢n en condiciones -por falta de experiencia y de ¨®rganos adecuados- de asumir una mediaci¨®n con todo lo que ello implica, se impondr¨¢ la necesidad de que la ONU tome tal acci¨®n en sus manos, como ya hizo en Yugoslavia. Pero el tiempo apremia.
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