Un concierto necesario

La soledad del cantautor, de por s¨ª grande, parece aumentar de forma proporcional a la aspereza de su idioma. Ruper Ordorika canta todo su repertorio en euskera y, adem¨¢s, mantiene un duro pulso con las tradiciones musicales de su pa¨ªs. Seguramente por eso, s¨®lo doscientas personas asistieron al primero de sus dos conciertos en Madrid, la tard¨ªa presentaci¨®n en vivo Ez da posible, su cuarto elep¨¦.Y es que un m¨²sico que despide su actuaci¨®n diciendo que "lo que no es tradici¨®n es plagio", tiene que tenerlo necesariamente dif¨ªcil en los tiempos actuales. As¨ª, Ordorika se ha convertido en un cantante y compositor fronterizo plagado de contradicciones. Fronterizo por vivir en los lindes de que reniega en sus canciones, y dubitativo por seguir fiel a un estilo inclasificable donde electricidad y poes¨ªa se conjugan de modo natural.

Artista abierto a todo tipo de influencias, Ordorika se ha convertido en uno de los letristas m¨¢s l¨²cidos y personales del pop-rock espa?ol. Due?o de una voz recia y c¨¢lida, es autor de unas letras densas que merecen ser comprendidas, y de unas m¨²sicas que admiten de mal grado escuchas precipitadas.

A sus 36 a?os, el m¨²sico de O?ate (Guip¨²zcoa), acompa?ado en escena por los Mugalaris, ofreci¨® un concierto at¨ªpico y necesario, al que sus cuatro m¨²sicos se acoplaron perfectamente. Ruper Ordorika y Mugalaris son la alternativa que nunca debe faltar. La opci¨®n a la que aferrarse cuando los sonidos comerciales saturan y el o¨ªdo pide, por compasi¨®n, algo de profundidad y reflexi¨®n.