La noticia m¨¢s esperada

EL A?O 1992, considerado por los jefes de ETA como decisivo para sus expectativas, lo ser¨¢ sin duda para ellos, aunque por motivos bien distintos a los previstos. La detenci¨®n, ayer, en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, de lo que parece ser el ¨®rgano de direcci¨®n de ETA, incluyendo al famoso Artapalo, considerado el jefe m¨¢ximo de esa banda terrorista, responsable ¨²ltimo de decenas -tal vez centenares- de asesinatos, constituye una excelente. noticia para toda persona amante de la paz; pero constituye tambi¨¦n un momento trascendental en la batalla de la sociedad espa?ola contra el principal reducto de intolerancia todav¨ªa actuante en este pa¨ªs.Los detalles recientemente conocidos sobre los modos de operar de los etarras, tan alejados del mito del guerrillero que se mueve entre la poblaci¨®n como pez en el agua, y la difusi¨®n, por otra parte, de documentos internos de la banda que conten¨ªan valoraciones tan espeluznantes como las relativas a los hijos de los polic¨ªas, revelaban la descomposici¨®n en la que hab¨ªa entrado ETA. En el sentido organizativo: pistoleros que deambulan por la calle a la b¨²squeda de v¨ªctimas y son capaces de asesinar a dos polic¨ªas que ven casualmente al pasar ante un establecimiento p¨²blico de Barcelona, seg¨²n se pudo observar en el v¨ªdeo que capt¨® accidentalmente sus movimientos. Pero descomposici¨®n sobre todo moral: la muerte como oficio desesperado, sin otro horizonte que seguir matando en el siglo XXI, como reconoc¨ªa la direcci¨®n de la banda en un reciente comunicado.

Esa descomposici¨®n tratar¨¢ ahora de ser disimulada mediante declaraciones heroicas y tal vez atentados improvisados. Es el momento de que alguien con dos dedos de frente demuestre valor en el entorno del nacionalismo vasco radical. Si es verdad lo que dice Arzalluz de que algo se mueve en Herri Batasuna, es el momento de que alguien d¨¦ un paso al frente para poner fin a esta locura. Una locura que, con causar tanto dolor, no ha hecho avanzar un mil¨ªmetro causa alguna que no sea la de la muerte misma; y que ha embotado hasta l¨ªmites inauditos la sensibilidad de miles de vascos que alg¨²n d¨ªa considerar¨¢n incomprensible haber figurado entre los energ¨²menos que gritaban "ETA, m¨¢talos" y jaleaban a los autores de matanzas como la de Vic y tantas otras.

Artapalo, el Paquito de quien parti¨®, seg¨²n la polic¨ªa, la orden de eliminar a Yoyes, tiene a sus espaldas un impresionante historial de cr¨ªmenes. Si las impresiones transmitidas por el Ministerio del Interior son certeras, era ¨¦l quien daba las ¨®rdenes, por m¨¢s que formalmente existiera un ¨®rgano colegiado de direcci¨®n.

ETA y sus ayudantes reiterar¨¢n ahora que "m¨¢s que nunca" es el momento de la negociaci¨®n pol¨ªtica. Su argumento parte de la presunci¨®n de que existen dos legitimidades comparables, la de las instituciones y la que emana de las armas de los activistas. Pero si la insuficiente legitimaci¨®n de determinados reg¨ªmenes pol¨ªticos pudo dar validez a ese planteamiento en otros pa¨ªses y situaciones, carece de fundamento en la Espa?a actual. Las 15 elecciones celebradas en el Pa¨ªs Vasco con posterioridad a la muerte de Franco, en las que todas las opciones pol¨ªticas, incluyendo las m¨¢s radicales, han podido participar libremente, constituyen la base de legitimidad de las instituciones. ETA, por el contrario, carece de cualquier legitimidad democr¨¢tica.