En la muerte de Alejandro Obreg¨®n
Nacido en Barcelona el 4 de julio de 1920, de padre colombiano y madre espa?ola, Alejandro Obreg¨®n es, junto a Fernando Botero, el m¨¢s internacionalmente c¨¦lebre pintor de Colombia, un pa¨ªs verdaderamente prol¨ªfico en talentos art¨ªsticos y literarios, quiz¨¢ -se dice- por su accidentada y ex¨®tica geograf¨ªa y tambi¨¦n por su cruenta y tr¨¢gica historia, porque lo que pone en riesgo la vida asimismo estimula a vivirla con intensidad, apur¨¢ndola hasta el fondo.Sean o no ciertas estas razones legendarias, que, sin embargo, tambi¨¦n cuadran al arte, el caso es que la trayectoria personal, el talante e incluso las trazas de Obreg¨®n acentuaban esta dimensi¨®n m¨ªtica y carism¨¢tica de pintor rom¨¢ntico, mitad aventurero, mitad brujo. Desde luego que Alejandro Obreg¨®n apur¨® la vida hasta el fondo, pero no menos que la pintura, a la que se entreg¨® con apasionamiento y estudios constantes. De hecho, su formaci¨®n t¨¦cnica fue esmerada, y le llev¨® a estudiar en EE UU, Reino Unido, Francia y Espa?a, lo que enriqueci¨® su experiencia y le permiti¨® adem¨¢s, posteriormente, ense?ar arte, llegando a ser nombrado decano de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Bogot¨¢ en 1949 y de la de Barranquilla en 1962.
En los a?os cincuenta, su obra ya hab¨ªa alcanzado un reconocimiento internacional muy notable, como se constata en la importante sucesi¨®n de premios que obtuvo. Los primeros premios de la Bienal Hispanoamericana de Madrid (1950-1958), del Guggenheim International de Nueva York (1959) o el del Sal¨®n Interamericano de Barranquilla (1960).
Conocedor en directo de las vanguardias, el estilo de Obreg¨®n se centr¨® sobre todo en una interpretaci¨®n personal del paisaje colombiano, cruzado por tres cordilleras, con volcanes en erupci¨®n, vapores t¨®rridos a orillas del mar y toda suerte de accidentes crueles imprevisibles. As¨ª, con el cubismo asimilado y una peculiar paleta vistosa y salvaje, Obreg¨®n, dotado asimismo de un extraordinario refinamiento, lleg¨® a ser, seg¨²n Marta Traba, el mejor paisajista latinoamericano, incluyendo en su visi¨®n de la naturaleza formas, colores y figuras, realidades y leyendas, visiones y sue?os, todo ello mezclado como coci¨¦ndose bajo el volc¨¢n que ¨¦l mismo ha sido hasta su muerte, que en su caso es m¨¢s un fondo que un final.
Residente desde 1968 en Cartagena de Indias, sus ¨²ltimas importantes exposiciones en Espa?a fueron su participaci¨®n en la colectiva titulada Pintado en Colombia (1984), de la Fundaci¨®n Banco Exterior de Espa?a, y la individual de 1986 en las salas del Banco de Bilbao de Madrid.
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