El viento de la historia

Est¨¢ visto: a los actos musicales del Madrid Cultural le sientan bien los lugares no habituales. En la catedral, en enero, Luis de Pablo estren¨® una espl¨¦ndida Anticua fe; en La Vaguada, ahora, se recupera una zarzuela barroca del siglo XVIII llena de encanto y frescura. M¨²sicas espa?olas, de hoy y de ayer, se convierten as¨ª en sorpresas del 92. Bienvenida sea. El coraz¨®n de que se haya podido ver representada una obra que figura en los libros de historia musical y que dorm¨ªa un largo sue?o en los archivos de la Biblioteca Municipal es la music¨®loga Alicia L¨¢zaro, reincidente en este tipo de empe?os aparentemente imposibles. L¨¢zaro figura discretamente en un rengl¨®n de las fichas t¨¦cnicas y art¨ªsticas de los programas, pero a ella se debe la labor de investigaci¨®n, transcripci¨®n, selecci¨®n de cantantes y grupos instrumentales, gesti¨®n y otras menudencias.La m¨²sica se erige en la gran triunfadora de este descubrimiento. Los aires espa?oles se perciben desde la obertura. El fandango anuncia al Padre Soler, disc¨ªpulo de Nebra; las seguidillas salpimentan momentos de una obra en que la sencillez posibilita ese car¨¢cter popular de uni¨®n de m¨²sica con teatro y literatura. Los vientos de la historia nos traen la dicha de apreciar' una partitura excelentemente defendida por Coin, al frente de. la orquesta barroca de Limoges y el estupendo coro Capilla Pe?aflorida de Vitoria.

Quiz¨¢ la direcci¨®n esc¨¦nica no acabe de conseguir ese toque de espontaneidad que la m¨²sica posee. El movimiento en las escenas de grupos no alcanza el ritmo y la chispa precisos, y la articulaci¨®n de los textos es deficiente en algunos cantantes. El argumento, enrevesado si no se ha le¨ªdo antes, no se entiende.

Los cantantes y actores (muy en su sitio Vicente Parra) respondieron con suficiencia,, homogeneidad y adecuaci¨®n. Elegante l¨ªnea musical en ?ngeles Tey; presencia esc¨¦nica con alguna tendencia a la desafinaci¨®n en Gloria Fabuel; correcci¨®n con oscuridades en la pronunciaci¨®n de las arias en Lola Arenas; estupenda prestaci¨®n de Pilar Jurado, con inclinaci¨®n al exceso teatral. En conjunto, fue un bello espect¨¢culo. Tal vez la obra no quede f¨¢cilmente en el repertorio, pero ah¨ª est¨¢ para goce de quienes la' quieran apreciar. El esfuerzo ha valido la pena.