La incitaci¨®n universitaria al pensamiento y al compromiso
Pas¨® la tarde de la v¨ªspera de su muerte corrigiendo ex¨¢menes parciales de sus alumnos de quinto curso de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Hab¨ªa sido en ella catedr¨¢tico y decano, luego profesor em¨¦rito y, finalmente, profesor asociado. Mariano Aguilar Navarro tuvo as¨ª el privilegio de morir como hab¨ªa vivido: trabajando.Por la complejidad de su pensamiento, sus conocimientos profundos y extensos y la elevaci¨®n intelectual de sus explicaciones, sus alumnos (yo lo fui en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla en los cursos 1953-1954 y 1955-1956, y desde entonces, y mientras viva, he sido y ser¨¦ su disc¨ªpulo) no siempre le entendimos.
Pero siempre quedamos fascinados e incitados: primero, porque vimos en ¨¦l -como en Manuel Gim¨¦nez Fern¨¢ndez o en Alfonso de Coss¨ªo, entre otros- un testimonio de reflexi¨®n y de coherencia, un testimonio intelectual; segundo, porque siempre trat¨® de incitamos a pensar libremente, por nuestra propia cuenta, as¨ª como al compromiso c¨ªvico, ya que el saber jur¨ªdico no es abstracto ni neutro porque el derecho est¨¢ al servicio de la justicia y de la libertad. Por esto creo que Mariano Aguilar Navarro quedar¨¢ inscrito en la historia viva de la Universidad espa?ola como un profesor, un maestro, de incitaci¨®n al pensamiento y al compromiso.
Europe¨ªsta de convicci¨®n, estimulaba en la Sevilla de los a?os cincuenta a reflexionar y comprometerse con los valores del patrimonio com¨²n de los pueblos europeos expresados en el Consejo de Europa y en las dimensiones pol¨ªticas de las Comunidades Europeas: el imperio del derecho, el pluralismo pol¨ªtico y los derechos humanos, y como no era un mero experto en derecho internacional, la incitaci¨®n continua a leer Le Monde (cuando la censura lo permit¨ªa), a estudiar en la revista Esprit el pensamiento personalista de Mounier o la filosof¨ªa de Paul Ricoeur, etc¨¦tera.
Mariano Aguilar necesitaba el aula, esto es, la comunicaci¨®n y el di¨¢logo con los j¨®venes, para vivir. Esa fue su vida y ¨¦ste es su legado. Sin imponer un dogma ni exigir adhesiones, como prueba el pluralismo y diversidad de pensamiento y compromisos de sus disc¨ªpulos. Y siempre insatisfecho, siempre en actitud de b¨²squeda, siempre inconformista, nunca instalado.
No responde al azar, sino a la necesidad, que hasta el final corrigiera ex¨¢menes, pues jam¨¢s rehus¨® las tareas m¨¢s humildes y aparentemente m¨¢s duras del trabajo universitario, ya que Mariano Aguilar nunca pretendi¨® la gloria o el triunfo.
Descanse, querido maestro, en la paz del Se?or en quien crey¨® y esper¨®.
es catedr¨¢tico de Derecho Internacional P¨²blico de la Universidad de Sevilla.
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