Juan Eduardo Z¨²?iga publica 'Misterios de las noches y los d¨ªas'
"No soy un combatiente en c¨ªrculos de literatos", dice el escritor
Si a¨²n quedan escritores raros, uno es el madrile?o Juan Eduardo Z¨²?iga, de quien Alfaguara publica ahora el libro de cuentos Misterios de las noches y los di¨¢s y reedita El anillo de Pushk¨ªn, ensayos personales sobre literatura rusa. Pertenece a la estirpe de los raros porque nunca se le ve en saraos, y mucho menos en dislocado escorzo por salir en la foto. Autor de pocas obras, pero suculentas para el lector -ah¨ª est¨¢n Largo noviembre de Madrid y La tierra ser¨¢ un paraiso-, Z¨²?iga es Premio Nacional de Traducci¨®n 1987 y acaso el m¨¢s versado en lenguas y culturas esl¨¢vas.
"Misterios de las noches y los d¨ªas son cuentos en los que el elemento fant¨¢stico es clave", dice Juan Eduardo Z¨²?iga, `pero tampoco son tan diferentes a los de Largo noviembre de Madrid. All¨ª, al tratarse de relatos ambientados en una situaci¨®n l¨ªmite como la guerra civil, muchos personajes quedaban entrevistos, enigm¨¢ticos. No veo mucha diferencia entre la imaginaci¨®n y la vida real, porque la fantas¨ªa tambi¨¦n se nutre de los datos que llamamos comprobados". Z¨²?iga, por su conocimiento de la cultura eslava, es hoy testigo privilegiado de las sacudidas sociol¨®gicas de esa zona. 'La cultura necesita una atm¨®sfera ben¨¦fica. El hombre se dedic¨® a ser culto cuando tuvo reservas de alimentos", se?ala. 'La situaci¨®n actual en el este de Europa y en Rusia es muy dura, pero creo que habr¨¢ minor¨ªas sacrificadas que mantendr¨¢n la cultura. Siempre ha sido as¨ª, pese a las cat¨¢strofes hist¨®ricas sufridas por esos pa¨ªses".
En Misterios de las noches y los d¨ªas y en El anillo de Pushkin, hay abundantes referencias a la existencia sin trabas de los gitanos. "M¨¢s bien yo he compartido con los rusos una pasi¨®n por los z¨ªngaros" dice Z¨²?iga. "En la posguerra recuerdo una tribu que acampaba por el barrio madrile?o de Tetu¨¢n de las Victorias,
-Y c¨®mo un amigo y yo los visit¨¢bamos fascinados. En Rusia, los z¨ªngaros, su m¨²sica y su danza, siempre simbolizaron la libertad, y sus mujeres eran acaso menos severas que las gitanas espa?olas y, por supuesto, que las mujeres integradas en la sociedad. De ah¨ª viene mi deseo de homenajearlas literariamente".
Respetarse
Z¨²?iga lleva toda la vida ejerciendo el menosprecio de corte y de cen¨¢culos. Se trata de una postura, asumida desde la absoluta modestia. "El apartamiento de esos brillos es mi exigencia. No se lo aconsejo a nadie, pero es la forma como yo funciono", dice. "Tengo, por supuesto, mis afectos, mi visi¨®n del pa¨ªs, sigo con intensidad lo que pasa en el mundo. Pero no soy un combatiente en esos c¨ªrculos de literatos. Ya en la posguerra descubr¨ª la enorme falta de respeto social que sufr¨ªan los escritores, y c¨®mo muchos d¨¦ ellos no se respetaban a s¨ª mismos. Esa situaci¨®n, pese a las apariencias, no ha mejorado intr¨ªnsecamente. Creo que, para ser respetado, uno debe respetarse, mantener la dignidad. Y echo de menos las voces de intelectuales que se alzan para decir algo, a favor o en contra, pero decir alg6".Autor de cuentos, no descarta fajarse alguna vez con una novela. "Del cuento valoro ese atractivo que tiene de tiro parab¨®lico", explica. "Por la misma brevedad, se vuelve muy intenso".
No todo el mundo tiene los reda?os de empezar un cuento as¨ª, con una voz, de tan propia, opuesta a los gustos de las modas: 'Llevadas por el viento, no entendi¨® la noticia, y el viejo amigo, tan viejo como ¨¦l, que le par¨® en la calle, tuvo que repetirla y entonces comprendi¨® que ella hab¨ªa muerto y el saberlo rompi¨® la claridad del d¨ªa y de las grandes nubes, y se percat¨® de lo que era aquella noticia y en su mente se abri¨® el panorama de la lejana Juventud y vio ante ¨¦l ..."
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