Las ciudades afganas se entregan a los 'muyahidin'
JUAN JES?S AZN?REZ ENVIADO ESPECIAL" Cada d¨ªa son m¨¢s numerosas las ciudades y acuartelamientos gubernamentales afganos que caen, se entregan sin presentar batalla o negocian su rendici¨®n a los muyahidin. Ayer fue Gardez, la ancestral tierra natal del derrocado presidente Mohamed Najibul¨¢ y capital de la oriental provincia de Paktia. Dirigidos por el comandante Jalaludin Haqani, miles de muyahidin entraron por la ma?ana en Gardez. Hab¨ªan negociado la rendici¨®n durante tres d¨ªas y al no alcanzar ning¨²n acuerdo, Haqani orden¨® el avance de sus hombres. "Todo cay¨® en nuestras manos r¨¢pidamente, sin necesidad de entrar en combate", se?ala el mensaje enviado por los vencedores a su cuartel de Peshawar (Pakist¨¢n).
Haqani, el hombre que el a?o pasado logr¨¦ arrancarle al Gobierno de Najibul¨¢ la sure?a ciudad de Jost, orden¨® a sus guerrilleros que dejaran una guardia en Gardez y el resto se dirigiera con ¨¦l a Kabul.Las negociaciones entre los distintos frentes muyahidin para lograr un acuerdo que evite el asalto final a la capital afgana continuaban ayer en medio de un profundo pesimismo hacia la habilidad de los pol¨ªticos para encontrar una soluci¨®n y el triunfalismo de los estrategas de reconquistar Afganist¨¢n para la fe isl¨¢mica.
La tenaza muyahidin se cierra sobre Kabul por los cuatro puntos cardinales y amenaza por momentos con ahogar la capital, en la que se ha concentrado, a lo largo de estos 14 a?os de guerra, casi un quinto de la poblaci¨®n afgana que asciende a 15 millones de habitantes. Pero ni los principales comandantes de las fuerzas irregulares que se acercan a Kabul, ni los l¨ªderes de sus partidos pol¨ªticos parecen dispuestos a superar las profundas diferencias que los separan y que impiden la formaci¨®n de un consejo neutral capaz de gobernar Afganist¨¢n hasta la elecci¨®n de un Gobierno de transici¨®n, lo suficientemente fuerte como para convocar y llevar a cabo unas elecciones generales libres.
Los defensores de Kabul, perdidos los puestos militares que proteg¨ªan los accesos a la capital, ofrecen generosamente el traspaso de mando a los guerrilleros isl¨¢micos, en un gesto que m¨¢s pretende salvar su propia piel que la ciudad.
En teor¨ªa todos quieren que el traspaso del r¨¦gimen de Najibul¨¢ al muyahidin sea pac¨ªfico y han optado, de momento, por retrasar el ataque definitivo sobre la capital, ya agotada por a?os de asedio, al resultado de las negociaciones que se celebran en esta ciudad paquistan¨ª de Peshawar, cercana a la frontera sur de Afganist¨¢n y centro del propio teatro de operaciones.
No asisten a las reuniones ni el comandante Ahmed Sha Masud, ni el l¨ªder de Hezbi Islami, Gulbudin Hekmatiar. Este ¨²ltimo volvi¨® ayer a lanzar un ultim¨¢tum al Gobierno de Kabul para que entregue la ciudad. Hace dos d¨ªas su oferta era m¨¢s generosa, hab¨ªa dado de plazo hasta el domingo, pero ayer lo redujo hasta ¨²ltima hora del viernes.
La intransigencia de Hekmatiar ha colocado en una dificil situaci¨®n a sus antiguos mentores de Estados Unidos, Arabia Saud¨ª y Pakist¨¢n. El primer ministro paquistan¨ª, Nawaz Sharif, acort¨¦ ayer su visita oficial a Viena para regresar al pa¨ªs y entrevistarse "lo m¨¢s pronto posible" con los dirigentes de la guerrilla afgana. Tras las veladas advertencias paquistan¨ªes a Hekmatiar de esa semana, nadie duda de que Sharif tratar¨¢ de hacer comprender a este integrista que ha llegado el momento de ceder.
Los delegados de Hezbi Islami sostienen que son la principal fuerza guerrillera y presionan para hacerse con la mayor representaci¨®n posible en el consejo isl¨¢mico que debe de sustituir al Gobierno del actual presidente en funciones, Abdul Rahim Hatif. El miedo a que acabe una guerra y se desencadene otra entre los vencedores es patente.
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