Piezas de cristal
Diez a?os hace que Philip Glass (Baltimore, 1937) se present¨® por vez primera en Madrid. Algunas cosas han cambiado desde entonces: la m¨¢s importante que su obra ha crecido considerablemente; la segunda, que ha aumentado de forma significativa el n¨²mero de personas que conocen y aprecian lo que hace. Y ¨¦sa es una buena noticia porque el norteamericano es, sin duda, uno de los grandes compositores de la segunda mitad del siglo XX. Si alguien quisiera guardar dentro de un cofre, para generaciones venideras, algo de la m¨²sica m¨¢s significativa de esta ¨¦poca, tendr¨ªa por fuerza que incluir alguno de sus discos.
Hoy d¨ªa, Glass sigue gozando de un privilegio que anta?o no era tal en el ¨¢mbito de la m¨²sica erudita: el del compositor que toca su propia m¨²sica en concierto aunque, como en este caso, tan solo sea un elemento m¨¢s de la formaci¨®n. Incluso podr¨ªa ser sustituido por otro buen instrumentista sin mayores problemas. Al que no podr¨ªa reemplazarse de ning¨²n modo ser¨ªa al Glass compositor.
Philip Glass Ensemble
Philip Glass (teclados), Michael Riesman (director, teclados), Lisa Bielawa (voz y teclados), Martin Goldray (teclados), Jon Gibson, (saxosoprano y flauta) Richard Peck (flauta, saxosoprano y saxo tenor) y Andrew Sterman (flauta, piccolo y saxosoprano).Precio. 2.000 a 2.500 pesetas. Teatro Monumental. Madrid, 27 de abril.
En el cerebro de Phllip Glass ha nacido todo lo que pudo escucharse el lunes: fragmentos de Glass works (1981) -m¨²sica de c¨¢mara de uno de sus ¨¢lbumes m¨¢s vendidos-, Thephotographer (1984) -¨®pera basada en la vida de un fot¨®grafo del siglo XIX-, Akhnaten (1984) -¨®pera inspirada por la historia del fara¨®n al que se atribuye la implantaci¨®n del primer culto monoteista-, Koyaanisqatsi (1982) -banda sonora de una pel¨ªcula sin di¨¢logos ni estructura narrativa- o la ¨®pera que -Caus¨® revuelo en 1976: Einstein on the beach.
Las ¨®peras ocuparon as¨ª la mayor parte de la actuaci¨®n como lo han hecho con el tiempo de Glass en los ¨²ltimos a?os .(ahora mismo tiene otras tres entre manos).
Impecable e implacable
El Ensemble, que basa su sonido en teclados electr¨®nicos, saxos y la voz humana, se mostr¨® impecable e implacable en su precisi¨®n. La m¨²sica de Glass flu¨ªa como un r¨ªo caudaloso. Es densa, de un rigor casi matem¨¢tico en su repetici¨®n de estructuras, pero con una riqueza de variaciones que la hacen siempre inesperada. Para enfrentarse a ella hay que dejar los prejuicios a la entrada. Como premio, al que consigue penetrar en ese juego de infinitas combinaciones temporales le aguarda todo un mundo de sensaciones. Pero el juego requiere atenci¨®n constante. Al menos, la necesaria para dos partes de 40 minutos y un doble bis, con un total de nueve composiciones. Nueve piezas del mejor cristal.
Babelia
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