Un futuro para el campo
La reforma de la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n persigue, a juicio del autor, dar una soluci¨®n adecuada a los problemas de excedentes agrarios y a los fuertes gastos financieros, as¨ª como mejorar la renta de los agricultores europeos.
El sector agrario est¨¢ viviendo momentos de desasosiego que se han reflejado recientemente en unas movilizaciones extendidas por casi todo el pa¨ªs. A esta situaci¨®n contribuyen problemas m¨¢s o menos coyunturales y algunos otros de m¨¢s largo alcance, aunque ni los unos ni los otros afectan por igual, a todos los sectores agrarios o a las distintas agriculturas espa?olas.En lo coyuntural, el factor m¨¢s decisivo lo plantea el dilatado periodo de tiempo que est¨¢n consumiento los debates sobre la Reforma de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n. Aunque ¨¦sta s¨®lo afecta a unos productos (cereales, vacuno, leche, ovino, caprino y tabaco), dejando como est¨¢n a otros de gran importancia en Espa?a (aceite de oliva, frutas y hortalizas...), el hecho cierto es que los sectores afectados por la reforma tienen claro que los actuales mecanismos de la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n no van a seguir funcionando en el futuro inmediato, pero todav¨ªa no lo est¨¢ cu¨¢l va a ser el marco de referencia en que muchos de nuestros agricultores van a tener que desarrollar su actividad.
La propuesta de reforma intenta dar una soluci¨®n a los problemas de excedentes crecientes y fuertes gastos financieros derivados de la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n. En los ¨²ltimos a?os se han venido aplicando pol¨ªticas restrictivas de precios, estableciendo un tope al crecimiento del gasto agr¨ªcola comunitario y fijando l¨ªmites a la producci¨®n por encima de los cuales se penalizaba al agricultor. Estas medidas, adem¨¢s de insuficientes, perjudican a los agricultores menos eficientes de la comunidad y favorecen a las grandes explotaciones de los pa¨ªses m¨¢s avanzados.
La reforma prev¨¦ para los sectores afectados por la misma un descenso controlado y gradual de precios y un control obligatorio de la producci¨®n, pero con una compensaci¨®n asegurada de rentas a los agricultores, que tiende a proteger a la explotaci¨®n familiar que es la inmensa mayor¨ªa en nuestro pa¨ªs. Se pasar¨ªa as¨ª de un apoyo al producto v¨ªa precios, a un apoyo al productor v¨ªa rentas, fijado de tal manera que tampoco desincentive las mejoras, la calidad y la productividad en los cultivos, y en las explotaciones por parte de los agricultores profesionales.
Aunque estamos convencidos de que el resultado final de la reforma va a ser positivo para Espa?a, es cierto que nada desgasta, tanto como la incertidumbre actual. Por eso, es urgente acelerar los trabajos de la reforma para ofrecer a nuestros agricultores y ganaderos los elementos esenciales de la nueva pol¨ªtica agraria com¨²n que les permitan tomar sus propias decisiones. Como tambi¨¦n lo es concluir cuanto antes la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comerciales (GATT), que tanto puede afectar a los intercambios agr¨ªcolas. Pero, desgraciadamente, nada de esto depende exclusivamente de nosotros y, aunque nuestra postura como pa¨ªs sea clara y firme en este punto, el ejercicio de responsabilidad compartida que significa la Comunidad Europea exige tiempo para armonizar intereses tan distintos como se dan entre los 12 Estados miembros.
Otros problemas concretos relativos a la fiscalidad, o a la Seguridad Social Agraria deben encontrar su soluci¨®n mediante el di¨¢logo y la negociaci¨®n que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n tiene abiertos permanentemente con las organizaciones agrarias. Di¨¢logo y negociaciones en los que no siempre se puede asegurar la consecuci¨®n de un acuerdo pleno, pues ning¨²n problema complejo, como son los de la agricultura, tiene soluciones sencillas -o ya se hubieran adoptado hace tiempo-, y cuando las propuestas benefician al unos pero pedudican a otros, o cuestan un dinero que no se tiene, en realidad son falsas soluciones o, lo que es peor, soluciones en falso.
Cambio dr¨¢stico
Sin embargo, en el malestar agrario actualmente existente, y sin entrar en su posible instrumentalizaci¨®n pol¨ªtica, que nada tiene que ver con el sector, se puede detectar adem¨¢s un sustrato m¨¢s profundo y m¨¢s importante a medio plazo.
La realidad de nuestra agricultura ha cambiado dr¨¢sticamente en la ¨²ltima d¨¦cada. En parte como consecuencia de la pol¨ªtica agr¨ªcola seguida desde el Gobierno, en parte como resultado de nuestro ingreso en la CE y, en parte, como efecto del proceso de crecimiento y modernizaci¨®n experimentado en todo el pa¨ªs. El resultado de este cambio puede valorarse globalmente como positivo. Pero todo cambio, genera resistencias al mismo y en la agricultura, adem¨¢s, resistencias psicol¨®gicas que tanto influyen sobre los comportamientos.
Acostumbrada a desenvolverse en un contexto protegido y cuasi aut¨¢rquico, la agricultura espa?ola ha tenido como otros sectores de nuestra econom¨ªaque hacer frente al reto de la liberalizaci¨®n interior y exterior, adapt¨¢ndose al nuevo esquema comunitario e internacional. No s¨®lo es que la actividad cotidiana de agricultores y ganaderos est¨¦ determinada en gran medida por lo que se aprueba en Bruselas sobre pol¨ªtica agr¨ªcola, sino tambi¨¦n por los resultados de la Ronda Uruguay o los acuerdos comerciales con terceros pa¨ªses que afectan directamente a nuestros mercados.
El n¨²mero de variables que inciden sobre el agricultor y su actividad, y cuyo control parece escap¨¢rsele, es hoy mayor que nunca. Y esto no es que sea malo ni bueno. Es inevitable y, sobre todo, es lo que ha permitido, y debe seguir permitiendo, llevar adelante un importante proceso de modernizaci¨®n y de adaptaci¨®n al mundo abierto en que vivimos.
El agricultor y ganadero no puede hoy producir lo que quiera y como quiera con la seguridad de que alguien -hasta ahora el Estado- se lo comprar¨¢ a un precio fijado. Esta imposibilidad exige un cambio de mentalidad en el sentido de producir para un mercado cada vez m¨¢s competitivo en el que debe intentar agrupar su oferta, establecer contratos estables con las industrias agroalimentarias o transformar y comercializar directamente su producto. Al agricultor se le exige hoy que sea algo m¨¢s que un simple productor de materia prima. Y para ello, adem¨¢s de los tradicionales problemas de formaci¨®n profesional, se requiere explotaciones mejor capitalizadas, con una mayor dimensi¨®n y una integraci¨®n m¨¢s activa en el complejo agroindustrial del que forma parte.
Desde el Gobierno, las CC AA y desde la propia Comunidad Europea se ha contribuido con medidas de apoyo normativo y financiero a este proceso de modernizaci¨®n. A t¨ªtulo de ejemplo, los agricultores espa?oles recibieron en 1991, s¨®lo del Fondo Europea de Orientaci¨®n y Garant¨ªa Agr¨ªcola (FEOGA) -tanto garant¨ªa como orientaci¨®n-, m¨¢s de 500.000 millones de pesetas. Seguramente, las cifras de dinero destinado a la agricultura desde el Gobierno y otros poderes p¨²blicos, a¨²n siendo incontestables e importantes, no son suficientes para vencer las resistencias a los cambios o los problemas existentes. Pero tampoco se pueden echar en saco roto, o hacer como si no existieran.
En todo caso, el problema agrario actual no es s¨®lo cuesti¨®n de dinero. Es tambi¨¦n un problema de dudas ante el futuro en una actividad con una poblaci¨®n cada vez m¨¢s envejecida, donde aumenta la agricultura a tiempo parcial no profesionalizada y con una sensaci¨®n creciente de sector subsidiado y en regresi¨®n. Frente a ello no hay que resignarse y los agricultores hacen bien en no hacerlo. Y tenemos ya suficientes pruebas en nuestro pa¨ªs de sectores, agricultores o cooperativas. cuyo trabajo de modernizaci¨®n es impresionante.
Hay un futuro claro para una agricultura m¨¢s moderna, eficiente y redimensionada en la que probablemente no est¨¦n todos los que ahora son.
Y ello nos obliga a replantearnos otros problemas como el desarrollo del mundo rural en un contexto m¨¢s amplio que el agrario, el est¨ªmulo tanto del rejuvenecimiento de la poblaci¨®n activa como de la profesionalidad del agricultor a t¨ªtulo principal o los problemas medioambientales como la erosi¨®n y la reforestaci¨®n cada vez m¨¢s imbricados en el contexto de la agricultura y el mundo rural.
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