George Smoot teji¨® una red de secretos y ardides en torno a los datos que confirman el Big Bang
El 23 de abril, el astrof¨ªsico George Smoot, de 47 a?os, conmocion¨® el mundo de la f¨ªsica y el mundo en general con la noticia de que su equipo hab¨ªa detectado ondulaciones que representan el estado del universo muy poco despu¨¦s de su origen, hace 15.000 millones de a?os, y que fueron las semillas de la estructura actual, con sus estrellas, planetas y gente. El secreto se hab¨ªa guardado estrictamente durante m¨¢s de seis meses hasta confirmar el descubrimiento y su anuncio cogi¨® igual de desprevenidos a los cient¨ªficos que a los profanos. Smoot reconoce que todav¨ªa alguien puede encontrar errores en los datos pero que no es probable.
Por una vez, no funcionaron las redes de cotilleo cient¨ªfico a trav¨¦s del. correo electr¨®nico y los miembros del equipo encargado del an¨¢lisis de los datos enviados por el sat¨¦lite COBE de la NASA, tuvieron que jurar que no hablar¨ªan con nadie de los resultados, a medida que estos se presentaban m¨¢s prometedores.Smoot hizo aislar la red inform¨¢tica del equipo, impidiendo la entrada a ella de personas ajenas e incluso sembr¨® los ordenadores de datos falsos para equivocar a cualquiera que consiguiera entrar.
Ya en octubre del a?o pasado, los analistas de los datos estaban "viendo signos de cosas", seg¨²n Smoat, que el primer d¨ªa de su vuelta al trabajo tras su particular gran explosi¨®n prob¨® la tarta de celebraci¨®n y se someti¨® a la lluvia de confeti, mientras no descuidaba sus obligaciones para con la fama que amenazaba con tragarle.
En los gr¨¢ficos de temperatura empezaron a aparecer variaciones del orden de una parte por mill¨®n. Vastas regiones del cielo estaban liger¨ªsimamente m¨¢s calientes o fr¨ªas que la temperatura de la radiaci¨®n de fondo, que el propio COBE hab¨ªa fijado con precisi¨®n en 2,73 grados Kelvin, ligeramente por encima del cero absoluto, la temperatura a la que las mol¨¦culas est¨¢n tan fr¨ªas que cesan de moverse.
Cuando Smoot fue teniendo m¨¢s confianza en los resultados, convoc¨® una, reuni¨®n de dos d¨ªas del equipo completo del COBE, para revisar sistem¨¢ticamente los posibles errores. Apareci¨® vestido de esmoquin para subrayar la importancia de la ocasi¨®n.
Algunos cient¨ªficos de los asistentes quer¨ªan publicar los resultados inmediatamente, pero Smoot no quiso ni o¨ªr hablar de ello. Al contrario, pidi¨® ideas para detectar posibles errores e impuso una prohibici¨®n total de comentar los resultados fuera del equipo.
En diciembre, los resultados eran todav¨ªa mejores, pero Smoot no estaba satisfecho. Ofreci¨® un viaje de ida y vuelta a cualquier lugar del mundo a quien pudiera encontrar una equivocaci¨®n en el an¨¢lisis de los datos. Nadie pudo.
A finales de febrero, el equipo atraves¨® su ¨²ltima crisis. Algunos de los gr¨¢ficos resultaan sospechosos. Un estudiante de doctorado fue encargado de pasar todos los datos por el ordenador una vez m¨¢s. Termin¨® de madrugada y dej¨® los resultados encima de la mesa de Smoot con una nota que empezaba con la palabra "?Eureka?". Entonces Smoot estuvo totalmente seguro: "Sent¨ª en mi cuerpo que no est¨¢bamos viendo s¨®lo lo que quer¨ªamos ver".
"En un a?o lo sabremos"
Todav¨ªa faltan datos del COBE por estudiar y el sat¨¦lite sigue transmitiendo. Otros equipos tratar¨¢n de confirmar los resultados con sus propios experimentos a bordo de globos. Smoot reconoce que existe una ligera probabilidad, de que se encuentre alg¨²n fallo en las pruebas. "Tenemos o no tenemos raz¨®n", afirma. "En seis meses, o un a?o lo sabremos". Pero Smoot, al tiempo que se quita el confeti del hombro, irradia confianza. Por el momento, est¨¢ m¨¢s divertido que impresionado por su celebridad repentina. Aunque tiene la formaci¨®n adecuada -un docto rado del prestigioso Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts-, su aspecto juvenil y atildamiento no concuerda con la imagen tradicional del cient¨ªfico creativo.Desde principios de los setenta ha sido un f¨ªsico experimental respetado, pero no una estrella, en el Laboratorio Lawrence Berkeley de California y en la cercana universidad estatal. Soltero, Smoot lleva meses sin vacaciones, yendo de una instalaci¨®n a otra de las relacionadas con el sat¨¦lite COBE. Durante dos d¨¦cadas se dedic¨® a buscar las irregularidades primarias que son parte necesaria de la teor¨ªa del Big Bang como origen del universo. Primero con instrumentos en aviones y globos y luego centrando su esperanza en el sat¨¦lite que la NASA quer¨ªa poner en ¨®rbita.
Ahora, cercado por la popularidad, Smoot afirma: "No me esperaba nada de esto". El cient¨ªfico no hab¨ªa tenido en cuenta las ramificaciones filos¨®ficas, que son la causa de, la mayor parte del inter¨¦s del p¨²blico no cient¨ªfico.
Pero el 23 de abril el descubrimiento emergi¨® de los rec¨®nditos confines de la ciencia, convergi¨® con la filosof¨ªa y la religi¨®n y puls¨® una vibrante tecla por sus consecuencias so bre el origen del cosmos.
"Es una experiencia m¨ªstica como religiosa", afirma ahora Smoot, como reflejo de los pensamientos acient¨ªficos que se ha permitido en los ¨²ltimos d¨ªas. "Es como encontrar el mecanismo que mueve el universo, y no es eso lo que es Dios?".
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